Urgencia de mayor productividad

Fernando Calzada Falcón

La productividad puede entenderse de manera muy simple como la generación de una mayor producción con los mismos recursos o con la misma cantidad de trabajadores empleados. Si lo que se quiere es que México y sus regiones tengan un mayor desarrollo (que implica más crecimiento económico para poder darle empleo a todas las personas que buscan ocupación tanto en el mercado formal como en el informal), entonces es necesario que aumente la productividad. De hecho, la productividad es también un requisito para una mayor competitividad del país en la economía mundial, puesto que indica una mejor utilización de los recursos.

La productividad laboral de un país, medida como el Producto Interno Bruto (PIB) entre el número de trabajadores, es sumamente dispar en nuestro continente. Una gráfica del sitio web www.elordenmundial.com que toma datos de la Organización Internacional del Trabajo, nos da un claro ejemplo: la producción por trabajador en 2018 en Estados Unidos fue de 114.9 dólares, seguido de Puerto Rico con 99.9, Canadá con 86.4 y así sucesivamente; de hecho, México aparece en el décimo sitio con 40.1 dólares. 

La baja productividad es causa y efecto de nuestro siempre objetable nivel de desarrollo. Por eso, asomarnos a ver la evolución reciente de la productividad en la región sureste es de interés, para lo cual utilizo la información del Semáforo Estatal de México, ¿Cómo vamos? Por principio de cuentas, en el primer trimestre del año el promedio nacional se ubicó en 160 pesos, de donde se desprende que por la fuerte presencia de hidrocarburos en la estructura de su economía, Campeche y Tabasco se sitúan por encima de la media del país, pues registran 623 y 248 pesos, respectivamente. En tanto, Quintana Roo con 156 pesos casi está en el promedio, Yucatán un poco más abajo en la escala (129) y muy por debajo Chiapas con 68 pesos.

Si hacemos a un lado los estados petroleros, el sureste se compara negativamente, por ejemplo, con todos los estados de la franja norte: Nuevo León con 268, Coahuila 218, Sonora 215, Baja California 177, Chihuahua 171 y Tamaulipas con 164, todos arriba del promedio nacional. De hecho, Tamaulipas tiene una productividad que supera al más elevado del sureste no petrolero, Quintana Roo. La diferencia, desde luego, simplemente muestra la desigualdad en el desarrollo regional. De allí la urgencia de que esta zona registre mayores índices de crecimiento económico y consecuentemente de productividad. 

La forma en cómo se ha comportado este indicador desde el último trimestre de 2018 hasta el primero de 2020 es la siguiente: Yucatán registra un incremento de 4 por ciento, Tabasco permanece sin cambios, mientras que Chiapas retrocede con -1.4 por ciento y Campeche y Quintana Roo lo hacen con -1.8 por ciento. Es decir, la desigualdad evoluciona diferente, los estados no siguen una misma tendencia.

Nuestro país necesita desarrollarse con menos desigualdad social y eso se logrará si hay crecimiento económico. Éste, lo sabemos, requiere de muchas fuerzas impulsoras, como más inversión pública y privada, nacional y extranjera, pero eso pasa por una mayor productividad general y regional, pues ello daría cuenta de que se utilizan mejor los recursos. Esto me recuerda la frase de Michael Porter en su famoso libro La ventaja competitiva de las naciones: “La principal meta económica de una nación es producir un alto y creciente nivel de vida para sus ciudadanos. La capacidad de conseguirlo depende no de la amorfa noción de competitividad, sino de la productividad con que se empleen los recursos de una nación”.

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Edición: Ana Ordaz