Un nuevo analfabetismo funcional

Al parecer, en los tiempos actuales, el impacto de Internet y sus componentes tecnológicos han impulsado una nueva forma de analfabetismo. Si bien una gran mayoría de la población sabe leer, habrá que ver qué lee y cómo lo hace; si ha leído un texto, y lo ha hecho de principio a fin, sin agotamiento, sin distractores, ni desesperación. De seguro las respuestas a estas preguntas llevarían a descubrir que en la gente hay cierta incapacidad de mantener la atención por largo tiempo, según exija la lectura de un libro completo. 

Sin embargo, esta forma de analfabetismo podría caracterizarse, además de provocar cierta ansiedad ante la lectura, por otros aspectos fundamentales que implica el acto de leer. Por ejemplo, muchas personas tienen dificultades para comprender las ideas y los conceptos inherentes en el texto que es leído. Así también surgen problemas de abstracción ante la lectura, además de que el lector enfrenta dificultades para la recreación de los efectos emocionales y estéticos que le pudo provocar leer un texto literario.

Habrá que reconocer que el proceso lector ha sufrido cierta transformación en la historia de la humanidad. Después de que la lectura era realizada por más gente en condiciones diferentes, es decir, los textos eran leídos en silencio y en soledad, ahora las personas leen sin que importen los ruidos, que son distractores que perturban la lectura por su presencia permanente. Por otra parte, la anterior soledad de la lectura fue sustituida por la presencia del otro, como sucede en las redes sociales, lo cual interrumpe aquel aislamiento necesario para la lectura.

La lectura, en situación crítica

En medio de la naciente era de la ansiedad, el cambio de las circunstancias que siempre habían beneficiado la lectura por otras condiciones que hoy la perjudican, ha logrado impedir que el lector se siente a solas y sin distractores y lea con la tranquilidad necesaria y, consecuentemente, se introduzca en la abstracción y la comprensión. Ante ello, la lectura, considerada por siglos como un acto fundamental, y el proceso lector, que es la mejor manera de reconocer el conocimiento y la imaginación de la humanidad, están en una situación crítica.

Y si a esta circunstancia añadimos las condiciones de vida que ha impuesto la pandemia de COVID-19, este fenómeno de trasformación de la lectura y sus condiciones estarán más alejadas de sus requisitos ideales: la soledad y el silencio, en tanto la compañía del otro y los ruidos prevalezcan durante el proceso lector. No cabe duda que esta “nueva normalidad” de la lectura provoca que leer deje de ser el proceso básico para el desarrollo de la cultura y, con ello, surja un nuevo analfabetismo funcional.   

Vale destacar que los actuales analfabetas funcionales mantienen la habilidad de descifrar las palabras, pero están perdiendo la capacidad de comprensión lectora. Las evidencias son cada vez más públicas: los docentes de educación media superior y superior dan testimonio de la imposibilidad de comprensión integra durante la lectura de textos científicos y obras literarias en sus alumnos, así como de la disminución alarmante de la atención lectora.

Por ello y otras circunstancias que ha exigido el proceso lector, habrá que hacer ajustes a los programas nacionales y estatales de la lectura. Claro que habrá que competir en cierta desventaja con el poderío de Internet y sus tecnologías, así como el de las redes sociales. Contar con un programa de lectura que rescate las condiciones que favorecían el acto de leer será fundamental para el desarrollo cultura de la sociedad.

Edición: Laura Espejo