La contingencia como oportunidad

Durante la pandemia he seguido los caminos de algunas empresas; muchas han cerrado y lamentablemente miles de personas han perdido su empleo. 

Tanto quienes se quedaron sin trabajo como aquellos que lo hacen de forma remota enfrentan, aparte de la depresión provocada por la contingencia, la urgencia de resolver innumerables necesidades de su entorno, que habían postergado “por falta de tiempo o de ganas”. La vida los hizo voltear a la fuerza y atender esos temas.

Muchos expertos hablan de reinventarse, sugieren libros como el de Spencer Johnson ¿Quién se ha llevado mi queso?. Insisten en que hay que “evolucionar”, pues el entorno cambió y no regresará a su estado anterior; y es necesario entonces contemplar cambios de carrera.

Al revisar las vacantes de personal de empresas dedicadas al reclutamiento, paradójicamente se confirma que, en efecto, hay una gran oferta por los despidos y retiros anticipados.

Las empresas necesitan gente, pero corren el riesgo de contratar a quien no tiene el perfil correcto para una determinada posición. La escandalosa variedad de cursos en línea para aprender a mentir con elegancia y engañar a los buscadores y entrevistadores de prospectos propicia, asumiendo el éxito, la generación de hordas de gente haciendo cosas para las que no tienen el mínimo interés o competencia. 

Esas mismas personas son quienes sueñan con estudios de postgrado inútiles y malentendidos, con la esperanza de ser considerados para una dirección que no sabrán desempeñar, ilusionados, solamente con las rutinarias invitaciones a las borracheras de fines de semana.

La mayoría de las personas afirman sobre su ocupación que hacen lo que hacen “porque la vida lo puso ahí”. Si las circunstancias fueran distintas, trabajarían en cosas que realmente les interesan, pero no tienen más tiempo para eso, pues hay que trabajar. 

Es necesario retomar intereses y motivaciones, aceptar lo que sabemos y lo que ignoramos, porque así podremos complementar nuestros conocimientos con lo que realmente queremos y sabemos hacer. 

Identificar los objetivos de corto y largo plazo seguro proveerá una pista de lo que se debe hacer. El trabajo siempre traerá retos, pero el tiempo será bien empleado cuando nuestro desempeño está enfocado en las cosas que realmente nos interesan.

La base del desarrollo organizacional consiste en repasar constantemente nuestra carrera y colocar luz en las metas y propósitos de nuestras acciones. 

Para que México salga adelante hay que ubicar adecuadamente el talento con el que cuenta. Tal vez este es un buen momento para darle mantenimiento a nuestra hoja de vida, quitar las telarañas al conocimiento y replantearnos nuestras metas. Teniendo trabajo o no, es necesario hacer esa tarea, para luego aprovechar el tiempo para uno mismo y para la familia. Podemos darnos ese gran regalo de vida.

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Edición: Elsa Torres