La lectura y la escritura, una necesidad sociocultural

Al parecer, tanto la escritura como la lectura son las dos destrezas básicas que implican el mejor activo que el individuo puede tener si desea insertarse de modo seguro y óptimo en el entramado social. Estas habilidades fundamentales, sumadas a otras formas de expresión e interpretación, permiten que las personas tengan una competencia comunicativa fortalecida y sólida.

A pesar de que el individuo podría sobrevivir a través de las destrezas orales, lo cierto es que enfrentaría con frecuencia la necesidad de utilizar acciones que le exijan el dominio del código escrito. El manejo de las formas escritas de comunicación le permitiría no sólo interpretar un formulario o un mensaje de texto del teléfono celular, sino hasta leer un texto complejo o un libro completo. En medio de estos rangos de la cultura escrita, persiste una diversidad de necesidades socioculturales.

Sin embargo, en el intento progresivo de dominar las habilidades de la escritura y la lectura, es necesario que éstas sean aprendidas y utilizadas de modo cotidiano, cada vez con más profundidad y dominio de las mismas. No será suficiente que las personas conozcan estas habilidades, sino que tendrían que utilizarlas con constancia a partir de las exigencias de la actual vida sociocultural; de lo contrario, surgiría un analfabetismo funcional que impediría el potencial social de la cultura escrita. 

Desarrollo social

Vale destacar que la lectura y la escritura representan, además de ser herramientas útiles en una variedad de destrezas vitales, signos fundamentales de la evolución de la humanidad y del desarrollo social de la comunidad. El uso frecuente de estas destrezas mejoraría la práctica escrita y la reflexión lectora, y los individuos manejarían cada vez con mayor precisión las mejores interacciones de comunicación social.

Por otra parte, es primordial la motivación tanto para el aprendizaje de la lectoescritura como para el uso social progresivo. No habrá que olvidar que la cultura escrita promueve la interactividad social de las personas, lo cual favorece a una mejor expresión escrita y comprensión lectora. Y si se quiere que la escritura y la lectura resulten pilares del aprendizaje permanente, habrá que generar cierto placer durante la operación de tales destrezas.

Operar las habilidades de la lectoescritura no podrá ser de modo mecánico ni monótono, sino que debe implicar una serie de connotaciones positivas para las personas; siempre debe existir una motivación placentera en la comunicación, ya sea en su aspecto expresivo o comprensivo. Obviamente, la creatividad de la gente insertada en los procesos de comunicación escrita deberá ser fomentada en su máxima potencialidad, ya sea por los agentes educativos, personas mediadoras de la lectoescritura o por los propios protagonistas de la comunicación escrita.

Ante las actuales circunstancias desfavorables en que se encuentran ambas destrezas, como el fuerte impacto de la Internet y sus tecnologías digitales, que han provocado cierto analfabetismo funcional, será importante y necesario rescatar la lectoescritura e impulsarla en las escuelas y en la vida social de todos los días. Para ello habrá que producir compendios de ejercicios para la escritura informativa y de ficción, así como textos de divulgación científica y de difusión literaria. Y tendrán que ser las autoridades de los sectores educativo y cultural, tanto federal como estatal, quienes se hagan responsables de rescatar la cultura escrita.

[email protected]

Edición: Emilio Gómez