El universo blanco de Luis Moro

Johanna Martin Mardones

Artista Visual

Investigadora y Crítica de Arte

La muestra “Espacios intangibles” de Luis Moro, artista plástico, expuesta el 2016 en la Galería Lux Perpetua reunió piezas de pinturas, cerámica,  esculturas en bronce y acuarelas.

La propuesta de Moro es una recopilación de su paso por distintos lugares del mundo, donde el artista crea, a partir de lo vivido, realidad y ensoñación con la misma prestancia. Su trabajo es un viaje inagotable hacia el paisaje, la naturaleza, la música y, al mismo tiempo, por el mito y la leyenda.

Las imágenes que reúne “Espacios intangibles” es una oda a la flora y fauna de un territorio que el artista asume como universo íntegro donde todo y cada elemento está en constante vínculo armonioso con el otro en ausencia de relaciones fronterizas que, seguramente, es aprendido-adquirido por Moro en sus múltiples viajes y estadías en Roma, París y México. Su experiencia de vida se integra a su quehacer artístico y, al mismo tiempo, se expande a distintas disciplinas que hacen de la pintura, la escultura, la acuarela y la cerámica las mejores herramientas para comprender el vínculo con la realidad que se desea expresar. Su interpretación cosmogónica es desde las artes visuales y, desde ese lugar, el artista se apropia de diversos medios para expresar aquello que un solo lenguaje no permite. 

La obra de Moro, en tanto relación discursiva, plantea en esa misma línea conceptos con los que la poética filosófica de la imagen dialoga para cuestionar la relación del hombre con su entorno, una naturaleza en su expresión más pura, en cuyo territorio la fragilidad y la fortaleza, dado por la forma o la ausencia de forma y el color o ausencia del mismo, se unen en un complemento perfecto. 

Moro se mueve en un espacio que le permite ser cuerpo y obra expansiva llegando a ámbitos vinculados con la biología, las ciencias naturales, la mitología, territorio reforzado por las inconclusas y, a las vez, definidas formas que se desarmar, se pierden y de definen en el universo creado a partir de la figura y el volumen. 

La obra, bajo esta mirada, interpela al observante a pensar y reflexionar sobre el medio natural y su fragilidad en una apuesta poética que brota como (pre)texto de imagen. En palabras del artista “la belleza puede alertar a la gente y sensibilizar del tesoro que tenemos y que podemos perder”.

El soporte blanco, no intervenido, es un elemento relevante en su obra desde la pureza y simpleza de lo cotidiano en la construcción de un territorio que se nutre de voces ancestrales, sonidos guturales, música marina, fluidos; mientras la figura irrumpe el vacío tornándose la obra un hallazgo. La intertextualidad invita a viajar por un universo mítico, gatillado por la memoria familiarizándonos con pequeños fragmentos que aparecen, a modo de símbolos, representantes de algo. La imagen, el movimiento y su contenido atávico nos atraviesan movilizando significados en la configuración de imágenes sobre un universo blanco en el que participan, activamente, la pintura, la acuarela y la cerámica. En un estrato diferente encontramos a la escultura que, dada su morfología y su color, dialoga desde la mitología con los “espacios intangibles” en un recorrido que, de igual manera, se vincula conceptualmente en contraposición desde la volumetría de la forma hasta la materialidad, con las imágenes de las pinturas y las acuarelas, hecho que refuerza, en la relación de contrarios, el sentido unificador de su propuesta.

Podríamos decir que la poesía es un elemento presente en obras pictóricas desde los movimientos vanguardistas. La experimentación de diversos lenguajes en el arte visual mira a la poesía como herramienta y, por qué no, soporte, matriz. Lo que ocurre en la obra de Luis Moro, en el proceso natural de su producción, es la presencia de una poética que subyace como valor simbólico asumiendo desde lo visual-pictórico, un rol protagónico como lenguaje conectivo y, al mismo tiempo, expansivo.

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Edición: Elsa Torres