'Sin tantos panchos'

En visitas ocasionales a CDMX mis hermanos y yo nos encontrábamos con mis primos Ávila para jugar fútbol en el Parque de la Hormiga, en Chapultepec. La escuadra más memorable que enfrentamos contaba con dos jugadores armados con cadenas. Los recordaríamos como “El equipo del Gran Bazar”, por el estampado que uno de ellos tenía con ese nombre en la camiseta. Ese fue el único encuentro que tuve de niño con chavos banda. Fue sólo deportivo: para nuestra fortuna sus instrumentos de guerra permanecieron en la banca.

Nunca indagamos la banda a la que pertenecían, si no Panchitos, probablemente eran BUK: Bandas Unidas Kiss. Sus siglas grafiteaban las calles de Escandón y Tacubaya a principios de los 80. Yo estudiaba entonces en el Colegio Humboldt de Puebla. Fui conminado a leer a Heinrich Böll para hacerme acreedor al diploma que me reconocería como germanoparlante.

Recuerdo a Katharina Blum, personaje de Böll, quien pasa una noche con un hombre al que acaba de conocer en una fiesta, sin saber de las sospechas que involucran a su acompañante ocasional en distintos delitos. El encuentro será usado por la prensa y la policía para crear un escándalo mediático que destroza la reputación de Katharina, quien luchará a lo largo del relato para defenderla.

Como en “El honor perdido de Katharina Blum”, en cualquier rincón del planeta la prensa sensacionalista sigue teniendo el poder para crear cortinas de humo que distraen la atención de los lectores, sin miramientos para pisotear la integridad de ciudadanos comprometidos con la sociedad o desarticular iniciativas que la hayan favorecido.

Una expresión antagónica a esa prensa tergiversadora la encontramos en México en Ojos de perro contra la impunidad A.C., conformada por periodistas, cineastas, novelistas y músicos que empeñan sus talentos para hacer del cine y el periodismo instrumentos para implementar proyectos de investigación, comunicación y docencia.

A través de Alejandro Ortiz González, integrante de esa Asociación, fui invitado para donar una obra artística que sería entregada como trofeo dentro del Festival de Cine de Barrio en diciembre de este año. El apoyo de público, aliados y patrocinadores ha expandido sus audiencias, lo que sin duda habrá de impactar circuitos barriales en otras latitudes dentro del país, incentivando la producción de narrativas locales.

Mi satisfacción fue mayúscula el día de la premiación: el trofeo de Ojos de perro al mérito periodístico, quedaría en manos de Verónica De La Luz por su documental Sin tantos panchos.

Verónica revisó todo el material fílmico que ha tratado de descifrar el fenómeno de las bandas desde el relato vivencial hasta el análisis sociológico, pero además se involucró en sensibles entrevistas con los directores de ese material, así como con sus actores, que durante la adolescencia fueran tachados por la prensa como azote de la sociedad. Si bien hubo enfrentamientos que culminaron en tragedia, el mayor delito de aquellas bandas juveniles era formar un alto porcentaje entre los desempleados de un país con una inflación de 150 por ciento y clamar por espacios de esparcimiento.

Se movían poco fuera de sus propios barrios. Más allá del mito o de la denostación el evento más relevante que las involucró de manera orgánica a todas, fue la participación en el rescate de víctimas del terremoto de 1985.

Sin tantos panchos se pliega de forma soberbia a la misión del Festival: utilizar el cine como un pretexto para reconstruir el tejido social, haciendo un llamado contra la violencia. 

Edición: Laura Espejo