Emiliano Canto Mayén
Foto: Felipe Esclante Tió
La Jornada Maya
29 de diciembre, 2015
Una conferencia de contenido particularmente interesante para los peninsulares se presentó el pasado 11 de noviembre, en el Instituto Mora, en la ciudad de México, y estuvo a cargo de la doctora Marie-Ève Thérenty de la Universidad de Montpellier.
La intervención de Thérenty se concentró en la vida y obra de Elisabeth Sauvy, más conocida como Titaÿna. Esta periodista nació en 1897, falleció en 1966 y fue famosa por sus excentricidades. Era bella y atlética, vestía chamarra, viajaba en avión, montaba motocicleta y exploró la selva a la caza de historias sorprendentes.
El año de 1930 se embarcó a México con un equipo de filmación. Titaÿna venía con el objeto de hacer un reportaje cinematográfico acerca de los indígenas en nuestro país y de las transformaciones que comenzaban a palparse en su existencia a causa de los gobiernos posrevolucionarios.
La reportera grabó a los yaquis, seris, chamulas y mayas de Yucatán. El producto final fue un desfile de relámpagos, reptiles y piezas arqueológicas, mezclados con imágenes mujeres y hombres semidesnudos. En este documental, titulado [b]Indiens nos frères[/b], Titaÿna vaticinó que el progreso destruiría a estos pueblos.
Para fortuna nuestra, la única secuencia que se conserva del filme de Titaÿna, es aquella que proyecta una historia actuada en Yucatán. Se trata de las vicisitudes de Chahal y de su hijo. Es este un melodrama en que un joven transita entre arbustos y henequenales, se atestigua un parto entre los mayas, gruñe un jaguar, se desliza un cocodrilo en el pantano y el anciano Chahal agoniza entre los chacmoles de Chichén Itzá.
Si bien la calidad del reportaje de Titaÿna dista mucho de volverla una segunda Einsenstein, y su voz tratando de ser escabrosa mueve a la risa, vale la pena ver la triste historia de Chahal, puesto que así el espectador conoce la idea que los europeos de la entreguerra se hicieron de las culturas mesoamericanas como pueblos idealmente indómitos.
Para finalizar, la célebre periodista, quien pudo ser un emblema del feminismo actual, entrevistó a Mussolini y a Hitler y simpatizó con el antisemitismo, lo cual condenó tanto a su documental como a su obra al más profundo de los olvidos.
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