Literatura de la región

José Juan Cervera
Foto: Tomada de internet
La Jornada Maya

10 de diciembre, 2015

Son muchas las etapas de la creación literaria en nuestra región que es preciso estudiar con más profundidad. [i]La Historia de la literatura en Yucatán[/i], de José Esquivel Pren, que la entonces Universidad de Yucatán publicó entre 1975 y 1982, en dieciocho tomos, representa una muestra formidable de lo que puede lograrse en este terreno, con un esfuerzo sostenido y paciente que sólo un compromiso genuino con el arte escrito llega a hacer realidad.

A pesar de las inconsistencias de carácter metodológico y expositivo que se le han señalado, la obra de Esquivel Pren sigue siendo una obra de consulta indispensable para conocer los procesos en los que la literatura yucateca ha sido protagonista, con las obras, personajes y tendencias que la han nutrido. Da cuenta, por ejemplo, de la adopción del modernismo en el solar nativo.

Los estudiosos han destacado las figuras de Antonio Mediz Bolio, Luis Rosado Vega y Ricardo Mimenza Castillo entre los escritores que enarbolaron aquí la bandera del modernismo en los primeros años del siglo XX, pero suele prestarse menos atención a otros que se identificaron con él y dejaron constancia de ello en libros, periódicos, revistas y modestos opúsculos.

Uno de ellos fue José María Covián Zavala (1887-1973), quien junto con otros jóvenes escritores dio vida a la revista literaria [i]Arte y Letras[/i], que entre 1905 y 1911 abrió sus páginas a la expresión de una sensibilidad poética nueva. Como prueba de su talento artístico, Covián obtuvo significativas distinciones, una de las cuales le fue regateada por la actitud incomprensiva de un ciudadano renuente a admitir las innovaciones que marcaron la transición de un siglo al otro.

En 1906, el joven escritor Covián propuso una obra suya en un concurso literario y dos de los integrantes del jurado calificador le otorgaron el triunfo, con el voto en contra del tercero de ellos, que reconoció la calidad del texto elegido por los otros, si bien lo rechazó por contravenir, a su juicio, los preceptos de la moral tradicional. El poema en cuestión, denominado “La última orgía de Petronio”, únicamente recreaba un episodio de la antigüedad grecorromana, tal como los modernistas solían hacer en sus evocaciones letradas.

El hermoso poema vio la luz inicialmente en la revista [i]Arte y Letras[/i], y en 1911 figuró en [i]Emocionario[/i], libro de Covián Zavala para el que José Inés Novelo y Luis Rosado Vega escribieron textos laudatorios de bienvenida. Hasta 1947 aparecería otro título suyo: [i]Ruta sobre la piedra[/i], que prologó Ricardo López Méndez.

Por su parte, Covián Zavala redactó un prólogo para la tercera edición de la novela [i]Welinna,[/i] de Crescencio Carrillo y Ancona, que en 1919 patrocinaron José Domingo Ramírez Garrido y Miguel Manzano Moreno; en él apuntó defectos observados en el libro del clérigo, los que atribuyó a la inexperiencia juvenil con que lo escribió. Así, la inverosimilitud y la rigidez de sus personajes y acciones dejan ver que la obra se limita a un simple ejercicio de escritura que la vuelve intrascendente si se examina con criterios estéticos.

Además de poeta y crítico, Covián Zavala fue periodista y dedicó muchos años de su vida al servicio público. Se afilió a la masonería y su nombre se asocia también al de los músicos yucatecos a quienes proporcionó letras para sus canciones, entre ellas un tango que compuso Ricardo Palmerín. En este punto, Ermilo Padrón López exalta el valor cualitativo de sus aportaciones a la trova vernácula.

Estos ligeros trazos constituyen apenas una exhortación para ir al encuentro de las voces y las raíces, las huellas y la fisonomía de las letras que conformaron momentos decisivos de una historia cultural que reclama una mirada atenta para quienes plasmaron en ella su esencia distintiva, con recursos tan variados que pueden revelar, como en el caso recién comentado, la tonalidad fresca y vibrante de su legado lírico.

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