Alejandro Guerrero Flores*
Ilustración: Arbee Farid Antonio Chi
La Jornada Maya
1º de diciembre, 2015
La actual situación de la llamada epidemia del siglo (ya lo fue en el XX y parece seguir siéndolo en el XXI) es uno de los cuatro ejes más relevantes en materia de enfermedades infecciosas para la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.). Las otras son la tuberculosis, que va muy de la mano con el VIH SIDA, la diabetes mellitus, que así mismo va con la pobreza, el paludismo y la tripanosomiasis africana. Para nuestro país, son muy importantes las dos primeras, el paludismo está a la baja y la cuarta no la tenemos en el continente americano.
Hace poco más de 30 años, hubo 6 personas reportadas con el VIH en México; por cierto, una de ellas en Yucatán; para finalizar noviembre, existen casi 179 mil registrados en todo el país. Diversos autores señalan que por cada caso conocido habría 4 más. El VIH afecta a hombres y mujeres de cualquier edad; con respecto a los niños, hijos de madres portadoras del VIH, en la entidad, gracias a los programas de profilaxis que se aplican durante el embarazo, la tendencia se ha reducido prácticamente a cero. No así con la transmisión horizontal por prácticas sexuales llamadas de riesgo (intercurso íntimo en contacto con mucosas como la genital, bucofaríngea o anal, sin uso de condón con una persona fuente o portadora del VIH) que incluye la práctica consensuada, así como aquellos casos en los que hay violencia o abuso hacia otras personas, generalmente mujeres y/o menores de edad.
Los casos nuevos registrados por Censida durante el presente año son una llamada de atención para los sectores que deben estar involucrados en el control, prevención y atención de este grave problema de Salud pública, particularmente para los estados de la península de Yucatán y Tabasco, ya que constituyen la tasa más elevada por cada 100 mil habitantes. Caso especial lo representa Chiapas, que tiene una tasa acumulada por encima del promedio nacional, aunado a sus problemas de tuberculosis y VIH en mujeres (5 de cada 100 mil).
En el plano de la prevención, no se cuenta con una vacuna y la ciencia aún tardará en encontrar algún agente disponible para ello. En cuanto a la cura, el padecimiento es sólo controlable, pero permite a los afectados la posibilidad de contar con sus capacidades intelectuales, físicas, amorosas, eróticas, laborales, etc. Sin embargo siguen existiendo daños colaterales como la discriminación, la marginación y la estigmatización, provenientes, principalmente de la equivocada asociación que los homofóbicos hacen de la enfermedad.
En nuestro país, luego de la Conferencia de 1996, en Vancouver, Canadá, donde se conoció el beneficio del tratamiento antirretroviral llamado Triple terapia y de las manifestaciones enarboladas por los afectados que incluyeron una protesta muy activa a las puertas de la Unidad de Congresos del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS para exigir, la inclusión de estos medicamentos en los cuadros básicos, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en 1999, estableció que los dependencias y entidades que prestan servicios de salud, los incluyeran, ya que es un derecho constitucional, sobre todo en padecimientos infectocontagiosos, que implica la protección de la población sana. La inversión que tendrá que realizar la federación y los estados para la distribución de tales fármacos, seguramente superará en 2016 el monto del anunciado recorte presupuestal de 3 mil millones de pesos para el sector Salud. Eso obliga a las autoridades respectivas a analizar si se frena el mencionado recorte y se utiliza para este fin, permitiendo contar con un presupuesto propio y no dependiente de otros sectores, incluso del fondo para la atención de desastres naturales.
La jornada nacional para practicarse la prueba y saber si se es portador de anticuerpos contra el VIH tiene la importancia, por un lado, de contar con un diagnóstico oportuno (en nuestro medio cerca del 60 por ciento de los portadores de VIH llega en etapas avanzadas y pocas posibilidades de atención médica) y, por otro, contribuir a reforzar el respeto a los derechos humanos del afectado, familias y amigos.
La investigación científica, el desarrollo de fármacos, la búsqueda de una vacuna (el uso del condón, mientras una posible vacuna se encuentre disponible), la salud pública, la educación sexual, las respuestas de las instituciones oficiales, privadas, la iglesia, los aparatos jurídicos; todos son aspectos importantes en las medidas a tomar para enfrentar el problema en todo el mundo. Hay que destacar que las organizaciones no gubernamentales han hecho mucho con su liderazgo; han permitido la esperanza para que dentro de un par de décadas esta pandemia tenga realmente un control, mediante un diagnóstico universal y posibilitar un tratamiento y un control adecuado en los sistemas de salud.
*Médico en Infectologia.
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