El negocio de las armas

Carlos Luis Escoffié Duarte
Foto Ap
La Jornada Maya

17 de noviembre, 2015

Herstal es una pequeña ciudad en Bélgica con poco menos de 40 mil habitantes. Aunque parezca difícil de creer, esa tranquila población valona es un buen punto de partida para comprender la capacidad de ataque del Estado Islámico y otros grupos. Desde 1889, es sede de la empresa Fabrique Nationale d'Herstal (FN Herstal), una de los principales fabricantes de armas a nivel mundial. Tan solo en el pueblo de Herstal, 3 mil personas viven de este negocio.

A mediados de 2011, el periódico [i]Le Soir[/i] presentó un reportaje acerca de uno de los principales clientes de FN Herstal: el régimen de Muammar Gadafi en Libia. De acuerdo con el medio belga, en 2008 la empresa habría firmado un contrato con el país africano cuyo valor sería de 5.3 millones de euros en fusiles, ametralladoras, granadas y municiones. Italia, Alemania, Malta y Francia seguirían en la lista de países que vendieron armamento al régimen libio, de acuerdo con el Informe de Exportación de Armas Europeas de 2009.

Pero Libia no ha sido el único destino de las armas de FN Herstal y otras empresas europeas. Por ejemplo, de acuerdo con datos de Amnistía Internacional (AI), Francia es el tercer proveedor de armas a nivel mundial, siendo sus principales clientes países de Asia, Medio Oriente y Norte de África, muchos de los cuales sufren conflictos armados internos o algún otro tipo de violencia sistemática. Se cree que muchas de esas armas estarían hoy en manos de Estado Islámico.

Los países europeos productores de armas se han caracterizado por descuidar el tipo de clientes que poseen. La corrupción y la falsificación de documentos de salvoconducto, o bien los gobiernos que deciden proveer armas a grupos al margen de la ley, permiten el fácil desvío hacia las manos equivocadas. Por otro lado, cuando regímenes como el de Gadafi son derrocados o concluye un conflicto armado, la venta de las armas a otras dictaduras o conflictos es un negocio sumamente rentable. No es de extrañarse que armas que fueron utilizadas en conflictos en Europa del Este, Irlanda, Vietnam, Nicaragua y Guatemala hoy estén en manos de grupos como Estado Islámico, Al-Qaeda, las FARC y cárteles mexicanos.

Estado Islámico se ha valido del reciclaje de armas, tal y como lo demuestran los rifles AK?47 de fabricación rusa utilizados en los atentados de París. Francia, Reino Unido, Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Rusia, China e Israel son los principales beneficiarios de un negocio que en 2010 generó 72 mil 200 millones de dólares estadunidenses. La guerra es sumamente rentable para los países que no la viven en sus territorios.

También en América Latina se ve reflejado ese fenómeno. Las armas utilizadas contra normalistas de Ayotzinapa eran de la empresa alemana Heckler & Koch. Aún no se sabe cómo llegaron a México. Por sorprendente que parezca, Uruguay es el país latinoamericano con mayor porcentaje de población civil armada, con índices similares a los de Afganistán. En los últimos años han sido detenidos varios policías uruguayos por participar en la venta de armas al narcotráfico en Brasil. La firma del tratado de paz entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano obliga a preguntarse qué sucederá con las armas una vez que los guerrilleros se retiren del campo de batalla. Los nexos de las FARC con el cartel de Sinaloa y grupos de delincuencia en Brasil y Perú pueden darnos una idea. Estos son tan solo unos ejemplos de un reciclaje de guerras que, sin duda, ha ayudado a armar y fortalecer al Estado Islámico.

@kalycho