Los Cisneros Cámara

José Juan Cervera
Ilustración Arbee Farid Antonio Chi
La Jornada Maya

3 de noviembre, 2015

El estudio de la literatura regional del siglo XIX tiene deudas pendientes con muchos de sus creadores, y entre ellas está la recuperación de sus obras, para extraer con su lectura actual su significación artística y el trasfondo histórico que en ellas resuena, con palpitaciones tan genuinas como las que hacen vibrar nuestro atribulado siglo. No basta la evocación imprecisa que las referencias urbanas desprenden de sus vaivenes cotidianos, pues la memoria activa es un ejercicio deliberado de integración de saberes.

El apellido Cisneros puede sonar familiar en algunos contextos, pero en el terreno de las letras yucatecas se asocia con un legado de mérito inobjetable por haberlo portado individuos de una lucidez proverbial. El primero de ellos fue José Antonio Cisneros (1826-1880), a quien por fortuna se tributa reconocimiento en crónicas y compendios que destacan su labor de dramaturgo, si bien desempeñó igualmente un papel de gran relieve en la prensa de combate, en la que sus textos críticos y satíricos contribuyeron a remover conciencias.

Tres de los hijos que procreó con la señora Juana de la Cámara tuvieron también una brillante trayectoria: Antonio, Arturo y Adolfo. Igual que su padre, Antonio Cisneros Cámara (1853-1906) dio a conocerse como dramaturgo. Se tiene noticia de varias obras suyas que lograron buena aceptación en su época al ser representadas, algunas de las cuales pueden encontrarse en los fondos reservados de las bibliotecas públicas. También incursionó en la poesía con un claro dominio de la técnica literaria, anticipando las tendencias renovadoras que terminarían por imponerse en la transición al siguiente siglo, como es posible apreciar en los periódicos que lo tuvieron como colaborador. Publicó dos libros en este género: [i]Versos[/i] (1879) y [i]Versos y endechas[/i] (1880). El libro de carácter misceláneo que Álvaro F. Salazar editó en 1913 con el título de [i]Yucatán. Artículos amenos acerca de su historia, leyendas, usos y costumbres, evolución social, etc., etc., por distinguidos escritores yucatecos[/i], incluye en su sección de romances uno de Cisneros Cámara, denominado [i]D. Suero Gómez de Lara[/i].

Arturo Cisneros Cámara (1854-1886), nació en Tabasco porque las circunstancias políticas orillaron a su familia a abandonar Yucatán; murió muy joven, apenas seis años después que su progenitor. Al igual que éste y como sus hermanos, colaboró en periódicos en los que el libre pensamiento campeaba vigoroso, como [i]El Pensamiento[/i] y [i]El Libre Examen[/i]. Después de su deceso, varios amigos suyos, redactores de La Igualdad, publicaron en la capital del país un libro que reúne una muestra de sus composiciones poéticas. Otros versos suyos los publicó su hermano Adolfo en [i]La Reforma[/i], periódico del que era redactor.

Adolfo Cisneros Cámara (1862-1895) tuvo un sobresaliente desempeño como educador, exponiendo sus avanzadas ideas en este campo en los congresos pedagógicos convocados durante el régimen de Porfirio Díaz, Llegó a dirigir el Instituto Literario del Estado y, del mismo modo que sus hermanos, recibió con frecuencia las diatribas de los sectores conservadores de la sociedad yucateca.

Hubo entre los nietos de José Antonio Cisneros uno que también fue escritor: Arturo Peón Cisneros, quien cultivó la poesía y la dramaturgia, estudió jurisprudencia igual que otros miembros de su familia e incluso fue director de la facultad local de este ramo. Escaso conocimiento de su obra ha llegado a las generaciones actuales.

Y queda entonces la tarea de indagar, reflexionar y poner de nuevo en circulación la obra de quienes, como los autores que sirven de ejemplo a las presentes notas, son parte constitutiva de esta tradición letrada que sólo una ominosa inconsciencia puede desdeñar.

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