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Juan A Xacur M
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 23 de diciembre, 2016


La navidad debe a San Bonifacio la costumbre de poner en esta fecha un árbol adornado con luces. Este santo nació en el año 680 como Winfrido en Essex, Inglaterra, y se ordenó sacerdote en 716 y 718. Visitó al Papa Gregorio II para expresarle su deseo de convertir a los centroeuropeos (alemanes) quien le otorgó la bendición para ejercer su apostolado al mismo tiempo que lo renombró como Bonifacio que significa “el que hace el bien”.

Bonifacio convierte al cristianismo a un gran número de bárbaros y finalmente lleva su apostolado a Amoneburg, a orillas del río Olm, donde funda su primer monasterio. En estos viajes se encuentra con las tradiciones nórdicas y aprende que en el norte europeo celebraban en una fecha cercana a la navidad, el nacimiento de Frey, Dios del Sol, adornando un árbol de hoja perenne. El árbol representaba al universo y lo llamaban Yggdrasil, en cuya copa moraban los dioses y el Valhalla (el paraíso nórdico) y en sus raíces más hondas se ubicaban el reino de los muertos (el Helheim). Cuenta la tradición que san Bonifacio cortó el árbol y en su lugar plantó un pino para celebrar el nacimiento de Cristo.

Hay que apuntar que la Ceiba en el mundo maya tenía el mismo significado que para los normandos; los mayas la plasmaban como una cruz.
La costumbre del árbol se expandió entre los germanos y fue el príncipe Albert, esposo de la Reina Victoria de Inglaterra quien en 1841 hizo instalar uno en el Castillo de Windsor. Así se universalizó.

El Belén o Nacimiento es obra de San Francisco de Asís, quien el 24 de dic de 1223 en una cueva cercana al pueblo italiano de Grecci preparó un nacimiento viviente para escenificar lo que cuenta el evangelio de la Natividad. Puso en él todo los elementos: pesebre, José, María, Pastores, Reyes Magos, vaca, burro y borregos. Todos con actores vivos, excepto el niño dios que era de cerámica. Y cuenta la leyenda que el bebé lloró a media noche. Arnoldo fue el primer artista en esculpir un nacimiento en mármol hacia fines del siglo XIII y lo hizo para la antigua basílica de San Pedro, y sólo quedan de esta obra tres piezas en Santa María Magiore, en Roma. De ahí en adelante se hicieron los nacimientos y la costumbre se arraigó.

Los Villancicos se iniciaron en España, con los cantos de los aldeanos o villanos (pobladores de la villas). Estos trataban de historias del poblado y poco a poco se fueron especializando en temas navideños. Hoy se utiliza el término únicamente para los cantos que se refieren a la Nochebuena como los pastores, el niño Jesús, la estrella de Belén, etc.

La Celebración de Navidad llegó a México en los primeros años de la conquista con las familias de los soldados de Hernán Cortés. Aquí los primeros frailes franciscanos evangelizadores descubrieron la forma de fundir las costumbres locales con el cristianismo. Un ejemplo fue el de la piñata. Los antiguos aztecas tenían al terminar el año solar de 360 días, 5 adicionales llamados nemontemi; las casas eran vaciadas en su totalidad de los utensilios cotidianos para purificarlos rompiéndolos y hacer nuevos para el año que empezaba. Y esa costumbre la cristianizaron los frailes con la piñata de barro en forma de estrella de siete puntas (los 7 pecados capitales) que hay que romper con palo (la palabra del evangelio) y recibir el premio de la fruta que caería (las gracias del cielo).

Con la independencia de México llegó el primer embajador norteamericano el Sr. Joel R. Poinsett, botánico y físico reconocido, visitó Taxco de Alarcón al sur de la ciudad de México y descubrió una flor a la que denominó Euphorbia pulcherrima o “la Euphorbia más bella”) y más tarde reconocida como poinsettia. Esta flor florece en invierno únicamente y la difundió por Norteamérica para adorno de los jardines en navidad.

Con Charles Dickens, su [i]Cuento de Navidad[/i] (1843) consiguió que el público inglés y norteamericano redirigieran la celebración de navidad hacia la generosidad y la familia.

En Quintana Roo, que fue poblado por soldados en medio de la Guerra de Castas, la celebración llegó un poco tarde, por la falta de Iglesias y sacerdotes. Las primeras familias celebraban en privado la Nochebuena y algunas iban a Corozal para la misas.

En Chetumal, la primera vez que se decoró la ciudad fue en diciembre de 1959 por órdenes del gobernador Aarón Merino Fernández y aunque solo fueron piñatas y foquitos de colores marcó el inicio de una costumbre cada vez más elaborada llegando a cada parque y a las avenidas céntricas.

Chetumal, Quintana Roo

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