Renacimiento mexicano

Gabriela Sodi
Foto: facsímil de [i]Los sentimientos del Corazón de México[/i], (2014) de César G. Madruga
La Jornada Maya

Viernes 9 de diciembre, 2016


Contrario a lo que podría pensarse estamos de frente a un nuevo “renacimiento” que se está experimentando actualmente es el resultado de muchos espíritus llenos de fortalezas, que influyen y determinan el nuevo destino de nuestro país. Se percibe un nuevo renacimiento tanto en las ciencias, artes, políticas, comportamientos, compromisos, conductas y demás que está perfilando nuestra historia hacia un humanismo concreto, donde el Ser y sus circunstancias son la prioridad.

Hemos saturado nuestra historia con tantas simulaciones, mentiras, engaños, disimulos, dobles discursos y sobre todo con tanta destrucción que lo único que nos resta es voltear a su antagónico para poder seguir manteniendo un mínimo de equilibrio en el existir. Así que valores que fundaron el “Renacimiento” clásico se encuentran actualmente en resurgimiento por necesidad de seguir conservando la existencia, antes de lograr un aniquilamiento total de lo humano, por medio de esta carrera frenética de la destrucción que como raza hemos decidido.

Durante esa etapa, antes de este renacer, en total oscurantismo y decadencia del comportamiento humano, y como respuesta de una sociedad que no toleraba más degradación, empezaron a aparecer nuevos descubrimientos en todas las áreas y comenzaron a surgir nuevos personajes que dirigían sus esfuerzos y su mirada al beneficio del ser, al beneficio de lo humano. Nuevos valores surgieron y fueron herencia para la humanidad.

Esos valores actualmente resurgen y nos guían hacia un nuevo devenir de lo humano. Se valora el mérito propio que no proviene de grupos establecidos, determinados y cerrados en sí mismos donde la estirpe política, moral y de poder no tiene la menor importancia.

Se valora el mérito y oficio personal sin condiciones de edad, raza o género.

El sentido común de salvaguarda de la existencia empieza a emerger y nos damos cuenta de que ya no hay necesidad de súper-estructuras recargadas de demandas sociales, como Sindicatos, Partidos Hegemónicos o Gobiernos totalitarios, ya que un solo individuo puede cambiar la realidad mundial con sus descubrimientos tecnológicos personalizados.

Surge la necesidad de confrontar las posturas y comportamientos políticos de simulación hasta lograr sustituir a los gobernantes que los practican. Surge la necesidad de alimentos que nutran y no destruyan. Las grandes corporaciones que envenenan a lo humano son vistas con recelo. Se confronta a las corporaciones de listas negras que simulan y agazapan en términos como “Responsables” y “Verdes” sin encarnarlos.

La conservación de nuestro universo empieza a ser determinante. El respeto a la vida animal ya no se cuestiona, es una realidad. El comportamiento y las técnicas dañinas de diversas empresas que se mantenían en secreto, son expuestos y juzgados por la mayoría. No existen generaciones de conciencia por edades sino por conceptos.

Los líderes de opinión surgen fuera del [i]establishment[/i].

Los medios masivos de comunicación ortodoxos empiezan a ser abandonados por grandes segmentos de las poblaciones que ya no creen en ellos y dejaron de determinan el cómo pensar ni el cómo sentir. Hay otro tipo de noticias al alcance de la mano a través del Internet. Y eso es la puerta a nuevos estadios de libertad y conciencia.

El mundo tendrá que decidir entre los quienes quieren conservar estática la decadencia o los que buscan transformarla. El mundo decidirá entre los que insisten en conductas nocivas por temor y los que activamos conductas de valores humanistas con respeto. Y discernir entre los que construyen y los que destruyen.

Y en el universo que a mí me compete, que es el Arte; la decisión de construir es más fuerte. En un periodo de tanto oscurantismo, el Arte ilumina. El Arte siempre crea, el Arte siempre construye, el Arte siempre concibe. El Arte establece y legitima lo que el creador otorgo al creado, la facultad de crear. Es por eso que el Arte siempre ha sido el valor Renacentista por excelencia.