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del

Carlos Mena
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Jueves 29 de septiembre, 2016

No cabe duda que el fenómeno Trump afecta a la economía mundial. Los inversionistas están vendiendo acciones, manteniendo el efectivo; esperando qué va a pasar con la elecciones en Estados Unidos. En México están saliendo capitales y, peor aún, los recortes producen menos liquidez.

Nuestro país se divide en dos zonas: el norte, desarrollado, y el sur, subdesarrollado. En las estadísticas nacionales vemos salarios más altos en el norte; en el sur, buenos índices de empleo, pero una clase media reducida y mucha pobreza. Las causas están en las actividades económicas rurales, en servicios financieros pobres, en la falta de bancos locales, en productos de apoyo a personas físicas con mini préstamos y grandes proyectos de construcción obra pública, por parte de gobiernos municipales y estatales, faltos de creatividad.

No todas las ciudades son iguales; por ejemplo, en Mérida los comercios especializados salieron para competir con las grandes cadenas. Las empresas locales de electrodomésticos están asociándose con bancos pequeños para vender a meses sin intereses y competir con las tiendas de abonos chiquitos carísimos. En otras ciudades no ha habido esfuerzos ni del gobierno, ni de sus legisladores; inclusive, ni de los propios empresarios para enfrentar la competencia; lentamente, sus empresarios locales van a la quiebra.

Trump se queja de que los empleos se pierden por el tratado de libre comercio; desgraciadamente el déficit le da razón; pero, en México le va bien a las empresas exportadoras y a los bancos, ya que a las clases medias y productoras agropecuarias no les ha ido bien.

El tema es que el discurso de la economía local está en la campaña, las revisiones de impuestos arancelarios y otros. Las herramientas que un gobierno tiene para defender la economía local, vendrán con o sin Trump. En la península de Yucatán, tanto los empresarios como los políticos deben defender a sus empresarios locales, no sólo con compras, sino con un análisis serio sobre el costo-beneficio social de cada una de las inversiones. Necesitamos la inversión extranjera; sí, pero con productos y precios razonables, sobre todo con condiciones económicas justas para todo el mercado y no caer en prácticas de depredación.

Chetumal, Quintana Roo.


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