El atractivo turístico

Felipe Escalante
Foto: Facebook Por Eso
La Jornada Maya

Viernes 19 de agosto, 2016

La semana pasada, este periódico me permitió difundir mi opinión acerca de las “letras turísticas” que el Ayuntamiento de Mérida presentó como nuevo atractivo turístico de esta capital e instaló en la Plaza Grande. El único comentario que mereció el artículo en cuestión provino de un hater, alguien que se identifica como perteneciente al Instituto Tecnológico de Mérida (para documentar nuestra confianza en la calidad de dicha institución de educación superior), a quien no se le ocurrió algo mejor que mandarme “a vivir a shangai sumatra (sic)”… “A ver si ahí están a gusto y sin criticar y si no pues tirate a un pozo (sic).

A mi gratuito hater sólo le puedo decir lo siguiente: 1) no pienso cambiarme de domicilio. He tenido la oportunidad de radicar en otros lugares y decido libremente quedarme donde nací y de donde es mi familia, y dicho lo anterior, 2) ¿establecerme por gusto y libremente en cualquier ciudad me obliga a elegir entre dejar de expresar mi opinión sobre los actos de la autoridad o quitarme la vida? No sabía que en Yucatán gobierna algo como el Khmer rojo o que el alcalde es algo así como los ayatollahs. Hasta donde sé, sigo siendo ciudadano y como tal tengo el derecho de participar en la política. Decir qué no me parece de las “letras turísticas” es el ejercicio de ese derecho. No tengo porqué quedarme “sin criticar”.

Otros amigos me llamaron “regionalista”, porque les pareció que mi escrito decía en el fondo “como no es una iniciativa yucateca, no vale la pena”. Uno más comentó que “el INAH, el INBA y la joven Secretaría de Cultura tienen la obsesión de emparejar todo el territorio y volverlo un Pueblitou Mexicanou…” esto es la “Coyoacanización”, “pintar todo de colores barraganescos, poner puestos de comida y banquitas para comer elotes”. Es decir, en efecto es un programa que viene desde un escritorio de la Ciudad de México, diseñado por alguien que lo más rural que conoce es precisamente Coyoacán, y que nuestra directora de turismo adoptó sin cuestionar.

Esta semana, el Ayuntamiento difundió un video según el cual las letras están siendo aceptadas. No dudo que tal cosa suceda. Tengo entendido que en otros lugares los turistas en efecto se toman una foto junto a las letras. Esto lo entiendo en los destinos de sol y playa, carentes de una oferta cultural, cosa que sí tiene Mérida. Cosa fácil convencer a springbreakers asoleados, con cierto grado de ebriedad, a que se tomen una foto junto a unas letras de colores chillones, como los de las luces de algún antro, que mostrarles alguna construcción emblemática. La segunda opción requiere conocimiento y aprecio por parte de quien la muestra.

Al momento de escribir estas líneas se han dado a conocer dos notas, una seria y otra de un portal de noticias locales en broma. La segunda es que el municipio de Kanasín contará con sus propias “letras turísticas”. En los comentarios abundan los llamados a resolver los problemas de pavimentación y seguridad de nuestros vecinos antes que contar con ese “atractivo”. Mientras, en Progreso, las respectivas letras han sido vandalizadas y algunas de ellas retiradas de su base.

Estoy lejos de aplaudir un ataque a las letras, aunque sí creo que fue una acción radical en pro de la recuperación del paisaje costero yucateco. Hoy, las letras están en proceso de restauración; es decir, se requiere de más dinero para “devolverles su esplendor”.

Qué pena que para estos cuestionables atractivos sí haya dinero, y cuando fueron robadas las letras de bronce que formaban poemas de José Díaz Bolio en el parque de la colonia Alemán, hace dos años, se regateó la restauración y se terminó por colocar otras letras de material más barato.

Y a todas estas, reitero mi pregunta: ¿hay algún estudio que relacione la oferta turística de las letras con el incremento de la permanencia promedio de los visitantes? ¿Gracias a ellas se logrará la tan codiciada noche adicional de hospedaje?

Mérida, Yucatán
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