El cuento del taller de cuento

Viridiana del Carmen Rodríguez Hernández*
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 5 de agosto, 2016

Durante nuestra lectura de Lo breve, si bueno… cuentos de Hipogeo nos adentraremos lentamente, tal y como lo menciona el libro, en un hipogeo que nos permitirá permanecer como espectadores de la imaginación de escritores que nos relatan, a manera breve, historias que nacieron en el Hipogeo Taller de Cuento. Es así como desde ese punto, quizá por la ligereza de su brevedad, se emprende un viaje hacia diversas mentes ajenas al círculo de escritores que conforman el mencionado taller literario.

Víctor Garduño Centeno, el coordinador del taller Hipogeo y compilador de los cuentos, ofrece una introducción en la que se devela el significado del título del libro, siendo éste un remedo de la sentencia “Lo bueno, si breve, dos veces bueno” del Oráculo manual de Baltazar Gracián. De esta forma los cuentos logran tener sentido, pues si algo destaca de ellos es su corta extensión.

En cuanto al nombre del taller, que se denominó “Hipogeo”, alude a una construcción debajo del suelo, como si se tratara de un subsuelo en donde se encuentra la palabra, ya que menciona la manera en la se encuentra en la superficie el espectáculo, y en su hipogeo, un laberinto en el que se amontonan fieras y hombres condenados, ya sea al dolor o la esperanza. Lo antes dicho se relaciona con los argumentos sobre el cuento como género ofrecidos por Jorge Luis Borges, del cual toman las bases para dar sentido al taller, sobre la falsedad, indicado vagamente, y lo auténtico, que se mantiene en secreto. De la misma manera hacen referencia de Salvador Elizondo y su obra El hipogeo secreto, de quienes se declaran seguidores.

Garduño comienza abriendo la ventana de la curiosidad del lector hasta que queda enteramente sumergido en ella mientras avanza la lectura. Esto, gracias a la capacidad de crear historias, a la imaginación y al amor por la escritura que profesan los diez escritores que nos regalan un puñado de palabras bien y brevemente acomodadas en la que el papel del lector, dice Garduño, corresponde a emitir el juicio que todo escritor espera.

Vale la pena antes de manifestar un juicio prudente hacia la lectura, mencionar a quienes lo provocan: Carlos Canto Cetina, Mérida, Yucatán, 1961; Raziel Castro, México, Distrito Federal, 1975; Carlos Chuc, Canicab, Acanceh, Yucatán; Joaquín Filio, Mérida, Yucatán, 1991; Martha Flores Osorio, México, Distrito Federal, 1956; Adrián Pat, Mérida Yucatán, 1950; J. Antonio Paz P. Mérida Yucatán, 1946; Martha Alejandra Rosado Alpuche, México, Distrito Federal; Gilda M. Valladares Peraza, Mérida, Yucatán, 1981; Mateo Peraza Villamil, Mérida, Yucatán, 1995.

Si algo comparten estos portadores de la palabra, aparte de ser egresados de la Escuela de Escritores “Leopoldo Peniche Vallado”, es lo que caracteriza a sus cuentos y que mencioné anteriormente: la brevedad, así como lo simbólico de esto. Ya que lo anterior no impide que en pocas líneas se pueda llegar a despertar un sentimiento ajeno a la realidad, pues la ficción de estos causan un cúmulo se sentimientos en los que se podría destacar la tristeza, el dolor, asombro y desde luego, la incertidumbre de lo que está por ocurrirles a los personajes que resultan ser producto de una invención, o a veces, personajes histórico literarios que provocan un toque curioso a las narraciones breves.

Lo breve, si bueno… Cuentos de Hipogeo será presentado el próximo viernes 5 de agosto, a las 21:00 horas, en el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Yucatán, en la Av. Jacinto Canek s/n x 90, de la Col. Inalámbrica, y los comentarios estarán a cargo de Agustín Monsreal, María Teresa Mézquita y José Juan Cervera.

*Cursa la Licenciatura en Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán

[b]Mérida, Yucatán[/b]