Don Macito

Jesús Hernández Martínez
Foto: Jesús Arturo Ac Hernández
La Jornada Maya

Noventa y un años son muchos; nueve décadas con solo una pendiente para llegar al centenario. Don Marcelino Ac Canché cumplió 91 años y según confiesa ha vivido bien, ha visto la transformación de muchas cosas y ha cimentado una gran familia. Don Macito, como le dicen sus familiares y amigos, tiene 11 hijos, 6 mujeres y 5 varones; 21 nietos, 20 bisnietos y en total, con los hijos de sus demás parientes, su familia ya suma más de un centenar de integrantes, quienes en días pasados le celebraron una memorable fiesta.

Aún recuerda que se inició como ferrocarrilero, cuando percibía 7 pesos quincenales pero, según dice, daban para más que el actual salario mínimo.

Tiene mil historias que puede contar: el cambio constante de la ciudad de Mérida, el mínimo número de carros que circulaba por calles y avenidas, y la abundancia de casi todo. Todo era paz tranquilidad y armonía en la Ciudad Blanca, a la que llegó con su familia en los años 50 del siglo pasado.

Don Marcelino nació en Espita y de joven se desempeñó en varios trabajos. Uno de ellos, de los que tiene buenos recuerdos, es su labor como chiclero en el entonces territorio de Quintana Roo. Una actividad ruda, difícil y que implicaba varios riesgos; obligaba a vivir en la montaña, en ocasiones varios meses, pero redituable sobre todo porque Macito aún era soltero.

Después de casarse en su natal Espita, quiso que sus hijos estudiaran. Eso le hizo cambiar su domicilio a Mérida, y como ferrocarrilero le asignaron una llamativa y amplia vivienda, con un terreno en el que aún conserva su domicilio, en la calle 42 de la colonia Jesús Carranza.

Fuera de su amor por las actividades agrícolas primero, y de los ferrocarriles después, Macito es un experto en la preparación de cochinita pibil, de cuya sazón presume y asegura que nadie le iguala. En su reciente cumpleaños, no faltaba más, él preparó la cochinita, que degustaron sus invitados.

Platicar con don Marcelino es pasarse un buen rato añorando cosas buenas, o no tan buenas que ya son historia, y ver con optimismo el presente y el futuro.

Asegura que es feliz, que todo lo que hizo le gustó. Ha vivido en plenitud cada momento de su vida. Tiene algunos achaques como es natural, pero aún se siente más fuerte que un roble.

Mérida, Yucatán
Martes 2 de agosto, 2016

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