Balance de la Jornada

Carlos Hernández
Foto: Castells Sports
La Jornada Maya

Ciudad de México
Lunes 1 de agosto, 2016

Durante muchos años, los dueños del balón en México aseguraron que el futbol no era negocio. Se quejaban que no recuperaban la inversión y que si estaban en esto era por el puro amor al deporte. Los tiempos han cambiado y, ante los hechos recientes, ni estos mismos empresarios pueden negar que sólo les interesa el negocio, mientras que la esencia del juego –el fomento al balompié nacional, la proyección del joven mexicano– ha pasado a segundo término.

Al Guadalajara se le aplaudió que siguiera el ejemplo de Pachuca y León y rompiera con el duopolio televisivo que maneja los hilos del futbol, pero lo hizo a costa del aficionado, quien tiene que pagar mucho por un mal servicio. Y, además, por ver perder a su escuadra.

Cuando se realizó el anuncio de Chivas Tv, el directivo rojiblanco José Luis Higuera aseguró que los aficionados preferían un equipo ganador que uno gratis. Y ahora resulta que el Rebaño cobra por ver que lo goleen en su propio estadio (4-1 en la Copa ante Jaguares). Lo bueno, es un decir, es que a los fanáticos rojiblancos les salió gratis ver el 0-4 ante Xolos, en el torneo de liga.

Higuera parafraseó al técnico Manuel Lapuente, quien hace varios torneos mandó un recado a los aficionados de que si querían ver espectáculo, mejor fueran al circo y no a los estadios. En un intento por justificar el cobro a sus fanáticos, el director del grupo Omnilife-Chivas argumentó que no somos el gobierno para dar diversión gratis al pueblo.

Sin embargo, las Chivas ni son gratis ni ganan, menos dan espectáculo y ahora ya hasta son investigadas por la Profeco. El colmo fue que el técnico Matías Almeyda se fue por la libre y en lugar de admitir la impotencia táctica de su equipo, argumentó que la diferencia fue que Xolos tiene un montón de extranjeros de calidad, lo que sin duda es cierto, pero tampoco es justificación.

La escuadra de Tijuana cuenta con 10 elementos no nacidos en México, seis mexicoamericanos y sólo nueve del país, en lo que es un denominador común de la mayoría de los equipos. Hugo Sánchez insistió esta semana sobre el negocio de los directivos, que llenan sus equipos de refuerzos sudamericanos y cierran la puerta a los jóvenes del país.

Tal vez porque sus arcas están vacías y no pudieron reforzarse, pero es positivo para nuestro futbol que los Pumas hayan iniciado ayer ante el León con ocho mexicanos, la mayoría de su olvidada cantera. De la mano de la suerte y de su portero Alejandro Palacios, los auriazules marchan en el tercer lugar general.

Los propios integrantes de Pumas admiten que todavía no asimilan el estilo de Juan Francisco Palencia, quien en la banca universitaria ha destacado más por sus pantalones pegados a la piel que por sus dotes como estratega, ya que su equipo se ve limitado a mandar balonazos. Y en este tema tal vez también sea por la falta de dinero, pero es importante que se dé
oportunidad a los noveles entrenadores mexicanos y no a los técnicos de siempre apoyados por los promotores que controlan a directivos y clubes.

La Sub-23 ya está en Brasil, en lo que parece una misión (casi) imposible de refrendar el oro olímpico. Se despidió con un empate sin goles ante una selección argentina que sólo salió a tirar patadas en el estadio Cuauhtémoc. Al ver a este mediano equipo albiceleste, se entiende la renuncia de Gerardo Tata Martino, a quien no le quisieron ceder jugadores y prefirió dimitir.

De destacar la entrevista que concedió el técnico Raúl Gutiérrez aLa Jornada, en la que habló de su faceta como maestro. El Potro disfrutó de la fama y el dinero que dan la primera división –además de que ganó el título mundial con la Sub-17 en México 2011–, pero da gusto observar que no olvida aquellos años cuando impartía clases en un modesto cuarto-salón de Ciudad Neza.

A Ignacio Trelles se le considera la leyenda viviente del futbol mexicano. El llamado Ave de las Tempestadesfestejó con lucidez y buen ánimo sus 100 años. El medio futbolístico se rindió en homenajes al técnico que una vez se quejó del malinchismo imperante y llegó a decir que hubiera sido más reconocido si se hubiera apellidado Trellesovic.