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Óscar Muñoz
Foto: Rodrigon Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 29 de julio, 2016

La Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey) nació como una feria de libros como muchas otras: la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (que organiza la UNAM) o la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), por citar las internacionales que suceden en México.

Cuando recientemente el primer organizador de la Filey fue sustituido, por una decisión interna de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), muchos pensaron, seguramente, que el enfoque de la feria mejoraría. Sin embargo, hasta donde se sabe, sigue siendo el mismo. La feria de la lectura seguirá funcionando como feria del libro.

Salvo algunos programas que le han dado soporte a la feria, como el Congreso Internacional de Literatura y el premio José Emilio Pacheco, así como algunas conferencias y presentaciones de libros, la Filey seguirá siendo un escaparate de librería.

Lo importante es que, fuera de estos programas que le han dado relevancia a la feria, no hay nada que pertenezca genuinamente a la lectura ¿Qué ha habido acerca del proceso lector, de los poquísimos lectores que aparecen en las estadísticas, de las necesarias estrategias para favorecer el gusto por la lectura, de las ausentes políticas sobre la indispensable promoción de ésta en el país, de los espacios motivadores, de los programas especializados?

Promover la lectura no es sólo mostrar libros como contenedores de textos.

Por otro lado, en el Festival Internacional de la Cultura Maya (FICMaya) participen otras regiones nacionales e internacionales, como los casos de República Dominicana y Cuba (otra vez) que pertenecen más a la cultura caribeña que a la maya.

El hecho de que estos países y otros estados del país, como el caso de Tabasco en este año, participen en un festival resulta interesante, ¿pero por qué a fuerza en el de la cultura maya? ¿Dónde están los mayas, con sus formas y expresiones culturales en el festival?

Sí a los concursos de novela, cuento, teatro y lírica en lengua maya, pero no todos los mayas, que además deberían ser los protagonistas privilegiados en este festival, saben escribir y leer maya. ¿Se han preguntado los organizadores de este festival quiénes leerán los textos premiados, más allá de los integrantes de los jurados y propios concursantes? ¿Y qué hay acerca de las categorías de concurso sobre formas de expresión oral? ¿Acaso hay más lectores de maya que mayahablantes?

Entre los escritores mayas, podría estar el próximo Shakespeare o Cervantes, declaró su fundador en los medios; sin embargo, el contexto cultural en que estuvieron ambos escritores, los dos del siglo XVI al XVII, aunque uno de la Inglaterra Isabelina y el otro de la España de los Felipes, y cada uno con su mejor género: el inglés más dramaturgo y el español más novelista, no hace posible, históricamente, y de ningún otro modo, establecer relación entre estos escritores universales, y distintos uno del otro, con los concursantes que han sido convocados en el siglo XXI, en el marco de un festival cultural, para que inscriban obras escritas en maya.
En fin, feria y festival, programados por instituciones públicas, la primera por una universidad de prestigio académico y la segunda por otra organización del sector cultural, se quedan a medias: sin un enfoque –la primera– direccionado a la lectura y no al libro, y sin la esencia cultural maya –la segunda.

Por si fuera poco, el lema “De la lengua a la imaginación”, es un despropósito, pues no puede haber lengua sin imaginación, aunque ésta sea utilizada en un contexto estrictamente científico.

La lengua, como forma de comunicación, siempre expresará lo que se quiere sin excluir la imaginación. Por ejemplo, ahora que escribo esto lo hago con imaginación y con el afán de ser preciso y comprendido. La imaginación, entonces, es un ingrediente que está en la lengua. No puedo imaginar “De la lengua a la imaginación”. Es inconcebible querer llegar a la imaginación desde la lengua. En todo caso, hubiera sido mejor decir: “La imaginación en la lengua” o “La lengua con imaginación”. El usar la expresión “de la” o “a la”, implica traslado de una cosa. El lema es, pues, inimaginable.

[b]Mérida, Yucatán[/b]
[b][email protected][/b]


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