Reporte 8 am

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Nombre de jugador Retropixel2000
La Jornada Maya

Jueves 14 de julio, 2016

El escape de diez reos de un penal quintanarroense levanta suspicacias, teniendo en cuenta la tormenta política que azota a ese estado. Muchos podrían considerar que esa situación es lo que se define como “caja chica”, ideada para desviar el foco.

Por otra parte, llama la atención que una de las primeras declaraciones realizadas por el nuevo presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, es que realizará su declaración “3 de 3”. Esto implicaría un giro radical respecto a esta propuesta, considerada como la kriptonita de los corruptos y la postura adoptada por el partido en el poder. En Mérida, desde hace días, regidores del PRI realizan un recorrido por la ciudad, intentando evidenciar a la actual administración. Este tour ya es una tradición política. En esta ocasión, los ediles se han enfocado a centros de atención de animales y a parques.

Hay muchísimos otros temas que analizar en la agenda noticiosa de la península; sin embargo, esos asuntos poco a poco pierden el interés que alguna vez despertaron, dejando para trasnochados como yo —y como tú— su lectura.

Lo interesante suple a lo importante, en esta actualidad en la que millones de personas viven encapsuladas en su teléfono celular; que miran el mundo que los rodea a través de una pequeña pantalla, persiguiendo extrañas criaturas e intentando atraparlas. Si antes había voces que nos advertían que nos estábamos convirtiendo en esclavos de la tecnología, esta semana lo comprobamos. Desde unos días está disponible la aplicación Pokémon Go, que por medio de diversas tecnologías permite a sus usuarios “explorar su alrededor en busca de objetos coleccionables que les ayuden en su aventura, gimnasios donde batirse en combate y, cómo no, más criaturas virtuales para su colección”, tal y como se describe este producto.

Guiados con este nuevo juego, niños, jóvenes y adultos recorren el mundo, inmersos en una realidad aumentada, buscando a los personajes de las caricaturas que encandilaron a una generación entera en los noventa. El éxito de este programita ha resucitado a Nintendo, cuyas acciones se dispararon, generando ya, a menos de una semana de su salida, 14.4 millones de dólares, según la estimación de SuperData. Pokémon Go ya fue descargado por 7.5 millones de jugadores en los Estados Unidos y genera 1.6 millones cada día sólo en la tienda de Apple.

En los próximos días veremos a personas caminar junto a nosotros desconectadas de la realidad, perdidos en un mundo de bites y bytes. Una evasión total, un universo imaginario, lúdico y estéril. En la llegada de la aplicación de Nintendo está el germen de los escenarios descritos en novelas de ciencia ficción. La profecía realizada por Nicholas Carr en su libro [i]Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?[/i] (Taurus, 2011) se hará pronto realidad: “La robotización de una humanidad organizada en función de la ‹inteligencia artificial› es imparable”. El futuro es hoy.

¿Qué consecuencias tendrá para nosotros esta desconexión con el mundo real? “Significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano”, parafrasea Mario Vargas Llosa a Carr en la crítica que hizo de [i]Superficiales…[/i] La tecnología pasará a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se irá adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él.

“No es una metáfora poética decir que la inteligencia artificial que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos”, sentencia Carr. En unos años, leer los 5 mil caracteres de esta columna será un acto anacrónico, propio de cavernícolas, pensarán esas nuevas generaciones mientras se pierden en las pantallas de sus teléfonos buscando animalejos imaginarios. Poco a poco, las relaciones personales languidecen, dando pasa a otras más complejas, basadas en algoritmos y mentiras. Ese es el sombrío panorama que tenemos frente a nuestras narices. Y no debe asustarnos, ya que cavernícolas como nosotros lo erigimos, con una ingenuidad que ahora asusta.

Por ejemplo, yo, un agorero del desastre que viene, vivo bajo la tiranía del “me gusta”. Intento tomarle la temperatura al interés de una audiencia de la que cada vez me alejo más, abordando asuntos cavernarios con un tono moralista.

Consciente que mis palabras tendrían mayor eco si comparto trucos para cazar a Pokémon que denunciando las corruptelas de Roberto Borge —dos caricaturas, al fin y al cabo— me encierro en un pasado cada vez más lejano e incomprensible. Integrante de esa última tribu de tinta que se aferra al papel y a ver la realidad tal y como es, sin pantallitas de por medio.

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Mérida, Yucatán