Reporte 8 am

Pablo A. Cicero Alonzo
Fotos: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Martes 26 de abril, 2016

La expresión “república bananera” se emplea para identificar un país cuyo gobierno y clase política se hallan corrompidos por los intereses comerciales de una o varias compañías. Más aún, la expresión hace referencia a un gobierno cuya conducción general responde a los intereses de las mismas. El término se remonta a Guatemala y las concesiones a la United Fruit Company realizadas por el dictador Manuel Estrada Cabrera (1857-1924) en 1901.

Todo comenzó en el segundo informe de gobierno de Rolando Zapata Bello. Entonces, ante un árido panorama en el que nada o poco había para presumir; como nigromante, el mandatario hizo magia, y anunció la llegada de la cervecería a Yucatán.

La inversión millonaria, que generaría cientos de puestos de trabajo, se convirtió así en la protagonista del evento, que sin su irrupción hubiera pasado con más pena que gloria; significó un refrescante trago en esa sequía de cifras.

Desde entonces, nos hemos olvidado del pasado y del presente. Vivimos esperanzados en un futuro, escuchando, cada cierto tiempo, los avances de la construcción de la fábrica, y recibiendo con alegría a sus empresas satélites.

Este fin de semana el entusiasmo se desbordó, con la feria de reclutamiento que convocó la cervecera. Con este goteo, los anfitriones ya tenemos nuestra dosis para soñar y para celebrar a nuestras autoridades. Borrachos del porvenir.

Sin embargo, obnubilados por ese resplandor, no nos hemos percatado de los peligros que implica que una sola empresa, por grande que sea, adquiera el papel de piedra de toque, de cimiento de nuestra economía. Tenemos —malas— experiencias con factores hegemónicos, como el henequén y la misma cervecera, que ya una vez se fue. Relaciones tóxicas, como algunos noviazgos y matrimonios, que por eludir ciertos temas al principio se convierten en un infierno.

Por eso, hablemos claro: la Modelo forma parte de un gigante multinacional cuyas prácticas han sido cuestionadas aquí y en otros países. Prácticas, específicamente, monopólicas. Tampoco hay que minimizar el aspecto que su producto es una bebida alcohólica. El arribo de la Modelo ha sido precedido por una intensísima campaña de mercadotecnia. La cervecera viene con todo. Además de la millonaria inversión de la fábrica, la marca se ha convertido en un omnipresente patrocinador.

El recinto ferial de Xmatkuil, gracias a una inyección de varios millones de pesos, se convertirá en una especie de Modelolandia, con lo que eso implica. La Feria Yucatán, que ahí se lleva a cabo todos los años, estará amarrada, por años, a un patrocinador. Esto implica, como sucedió el año pasado, el cierre de puertas a esa pujante industria local de cerveza artesanal.

¿Qué pasará con el Carnaval? La inversión que realizará la Modelo en Xmatkuil también afectará en las decisiones que se tomen respecto a estas fiestas populares. Antes, el Ayuntamiento podía elegir la mejor opción, la que más le convenía. Ahora, jugará como visitante.
Poco a poco, la cervecera se está bebiendo a Yucatán. Cada día su presencia es mayor, transformándose en una constante, en un objeto cotidiano, en parte del paisaje. Vino la trasnacional con la cartera abierta, gastando en publicidad y en patrocinios; comprando espectaculares, espacios y conciencias.

Una inversión eficaz, si se escucha con detenimiento el coro de elogios y loas a la Modelo, en donde estas líneas desentonan como chirriante, mudo graznido de xkau. Está muy bien que gigantes como la cervecera lleguen a Yucatán y que inviertan y contraten. Pero no hay que olvidar que su objetivo último es hacer negocios. Al final, todo se reduce a cifras. El torrente de efectivo que riega ahora Yucatán no es mecenazgo.

En las páginas de La Jornada Maya se ha advertido de distintos riesgos medioambientales que implica la construcción y el funcionamiento de la planta en Hunucmá. Peligros ecológicos que impactan principalmente en el agua de la península. La Modelo, reitero, no viene de gratis aquí. No es una empresa filantrópica. Arriba a Yucatán por los múltiples beneficios que ofrece el estado, tanto en aspectos sociales y geográficos como naturales; la seguridad, la ubicación estratégica, los recursos, el capital humano. Eso y más damos. No menos.

Millonarias pautas de publicidad hacen las veces de espejitos y cuentas brillantes. Encandilados por el visitante, es muy posible que olvidemos que debemos forjar una relación en la que todos salgamos ganando. La veleidad del capitalismo nos ha demostrado que no hay constantes, que gigantes caen en segundos, dejando legiones de desempleados. Viudas y huérfanos de un mercado bárbaro que no se anda con contemplaciones.

Aplaudamos la llegada de la Modelo y de otras empresas, pero aprovechemos los recursos que recién llegan para consolidar a nuestra economía. Que esta oportunidad no nos embriague. Antes de ser república cervecera prefiero que nos mantengamos como hermana república. Y no es cuestión de llevar la contra. Simplemente, de sentido común. Faltaría, junto a cada anuncio, espectacular, spot o patrocinio una leyenda de advertencia, como la que se lee en sus refrescantes productos.

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[b]Mérida, Yucatán[/b]