Monreal y las redes: ruido de oportunidad

Como enunciado suena vigoroso, casi épico: México defenderá la libertad de expresión y el derecho a la información ante las aplastantes maquinarias privadas que son dueñas de las redes sociodigitales en el mundo entero. El caballero andante de esta acometida es el políticamente muy mundano senador Ricardo Monreal Ávila, quien dice estar alistando sus utensilios jurídicos para proponer las adecuaciones legislativas.

Incluso dijo ayer Monreal que se alista para dialogar con los representantes locales de algunos de los gigantes mundiales: “Quiero la opinión de Facebook, Twitter, de las redes, Instagram, incluyendo el órgano autónomo del Instituto Federal de Telecomunicaciones, y también voy a enviarle copia a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, para la opinión que tenga el gobierno federal sobre tal iniciativa”. Ya se verá, mencionó el poderoso senador, si la iniciativa la presenta él en lo personal o la apoya expresamente Morena. La idea es que sea discutida y aprobada en el periodo ordinario de sesiones del Congreso federal que inició este lunes.

Lo cierto es que el mundo entero vive una redefinición profunda en rubros como tecnología, salud, sistema financiero y formas de convivencia política y social y, en ese cuadro de profundas adecuaciones, de dimensiones aún desconocidas, los grandes corporativos asentados en Internet o, en específico, en las redes sociodigitales, han aumentado su poder económico y político. Poco pueden hacer de verdad los estados nacionales ante la realidad globalizada de Internet y las empresas que, de manera contundente al censurar al desquiciado Donald Trump cuando éste aún habitaba la Casa Blanca, cruzaron la línea de lo empresarial para adentrarse en lo político y lo electoral, haciendo así explícito el control de la opinión pública y de la opinión (o el silenciamiento) de los poderes convencionales y formales.

El aleteo presuntamente liberador de Monreal tiene como referencia la postura del Presidente de la República en sus conferencias mañaneras de prensa, en particular los señalamientos de militancia panista y calderonista de uno de los directivos de Twitter para México, Hugo Rodríguez Nicolat, y las acciones restrictivas de tráfico en esa red contra cuentas de seguidores que a la empresa del pajarito azul le parecieron de “acarreo digital”.

Ruido habrá, sin duda, en este tema de la presunta regulación de redes sociodigitales en México. Habrá de verse si el Estado mexicano puede obligar al cumplimiento de sus decisiones legales en esta materia (en otros rubros, varios párrafos constitucionales excelsos se han quedado en mera materia discursiva, letra muerta). O, si acaso, como ha sucedido en otros temas (la regulación de comisiones bancarias, el outsourcing, ya rasurado, por citar ejemplos), sólo se está en presencia de revuelo mediático de oportunidad e incluso de discusiones sembradas para quitar un poco de atención pública a otros temas preocupantes y susceptibles de materialización real.

Astillas

Todo sea en aras de satisfacer la necesidad del aliado Ricardo Salinas Pliego de dar salida a sus dólares entrampados. Ayer, en “parlamento abierto”, el gobernador del Banco de México advirtió que con las adecuaciones que se pretenden hacer se estará “aumentando el riesgo de depreciación de nuestra moneda nacional y limitando la actuación de las autoridades para mitigar los potenciales episodios de inestabilidad en el mercado mexicano...” Y, mientras el senador Martí Batres propone una reforma constitucional para que ciudadanos por naturalización (es decir, no nacidos en México) puedan ser diputados o senadores (lo cual generó de inmediato la percepción de que ello podría favorecer al titular del programa televisivo de canal Once De todos modos, John te llamas), ¡hasta mañana, con la iniciativa presidencial de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, de carácter preferente, que daría prioridad a la Comisión Federal de Electricidad, dirigida por Manuel Bartlett, en cuanto a despacho de esa energía!

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Edición: Ana Ordaz