No son más vacaciones

Lolbé González Arceo
La Jornada Maya

6 de abril, 2016

El día jueves 17 de marzo, durante la mañana, los teléfonos celulares estuvieron sonando con la noticia de que se había decidido que las clases terminarían dos días antes de lo que se había propuesto en el calendario oficial. ¿El costo? recortar un día de las vacaciones de semana santa y quitar el puente del 6 de mayo, día inhábil por ley.

Lo curioso es que tanto el SNTE, en su página oficial, como diversos medios informativos lo anunciaron como si fuera una buena noticia para los docentes, casi un logro.

Es un beneficio para los empresarios que solicitaron la ampliación del periodo vacacional, pero a costa de hacer movimientos en la vida laboral y económica de otros sectores.

No son más vacaciones, al menos para los maestros, porque al periodo de verano se le llama receso escolar, eso significa que los niños no asisten a la escuela pero los maestros están a disposición para juntas, llamadas, cursos, exámenes y más.

Las declaraciones indican que el cambio se hizo “después de un análisis responsable y cuidadoso” y que el tema se puso sobre la mesa “en los Consejos Técnicos Escolares, ante los Consejos de Participación Social, consultando a sindicatos, dialogando con docentes y padres de familia, reflexionando en conjunto con diferentes sectores empresariales, y sobre todo, cumpliendo con lo señalado en la Ley General de Educación vigente”.

Pero la situación dista mucho de un escenario de verdadera consulta. Los medios son arbitrarios y los planteamientos confusos. En realidad se trata de una simulación bastante improvisada en la que, por mensajes de celular, se arman cadenas en las que los supervisores les preguntan a los directores qué prefieren y éstos, a su vez, comparten la información en el centro de trabajo; se toma una decisión que, vía mensaje, llegará a las esferas más altas de la jerarquía educativa.

La decisión está tomada y va a laborarse en un día originalmente marcado como inhábil, ante eso no hay mucho que hacer. Cancelar los planes personales, porque ser maestro implica necesariamente un sacrificio pero que debe hacerse en silencio.

La construcción social que se ha hecho de la docencia en nuestro país y en nuestro estado cumple con la función de ejercer como yugo que apacigua incluso las peticiones más básicas de justicia y transparencia.

Alguien se ha encargado de hacer creer que sociedad y docentes viven en una especie de antagonismo en el que la primera tiene que cuidarse de los segundos: unos bandidos que, con poder, harán lo posible por no llevar a cabo su trabajo.

La estrategia funciona de forma precisa y esto puede verse reflejado en la opinión pública que, en su mayoría, está a favor de la evaluación magisterial. No obstante, pocas personas saben, por ejemplo, que en agosto de 2015 los maestros de Educación Especial de Yucatán tuvieron que acudir a presentar el llamado examen diagnóstico en dos ocasiones diferentes, porque la primera vez se les asignó un examen incorrecto.

Nadie se responsabilizó del error, circulaban oficios con instrucciones en las que se subrayaba el carácter obligatorio de presentarse por segunda vez. Pero esto no puede saberlo quien emite una opinión sin estar dentro de la dinámica, porque al respecto no hubo declaraciones oficiales, se manejó casi en secreto.

“Si no te gusta, renuncia” Ese es el consejo que se les da a los maestros cuando tienen alguna inconformidad sobre su trabajo. Lo malo es que a ningún otro sector se le aplica la recomendación con tanta frecuencia. No se trata a los contadores ni a los abogados como un gremio peligroso y flojo, no se les mira a través de esa lente.

La decisión de modificar el calendario fue tomada para beneficiar al sector empresarial, cosa que analizándola a fondo tiene bastante sentido, pues moverá la economía del estado. Lo malo es que se ostente que se hizo de una forma casi democrática y con la participación de todos.

Si las autoridades educativas en verdad quieren hacer una consulta, que las opiniones se recolecten por medio de la página de la SEGEY o algún otro medio menos arbitrario que los mensajes de texto. O admitiendo que se trata de decisiones verticales, sin simulación y hacer el decreto.

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