de

del

Itzel García Ángel
Foto: Tomada de la web
La Jornada Maya

5 de abril, 2016

Una mañana me levanté, me miré al espejo y vi que mi rostro había perdido su simetría. No podía mover ni controlar los músculos de la cara. Ni siquiera era capaz de lavarme los dientes porque babeaba. A lo largo de tres días, el 95 por ciento del lado izquierdo de mi cara se había paralizado. Yo, una mujer de 26 años, y con nulo conocimiento sobre lo que estaba a punto de experimentar, sentí que el mundo se me venía encima.

Comencé un peregrinaje de un médico a otro, y la respuesta era siempre la misma: parálisis facial, sin más. No me sabían decir si se trataba de una parálisis vírica y, dado que tenía mucho dolor en la cara y en el cuello, descartaban que se tratara de una parálisis de Bell o a frigore (ésta última es provocada por temperaturas muy bajas y por el cambio tan drástico de las mismas). Total, que no tenía ni diagnóstico ni pronóstico.

Los especialistas me decían que, a lo mejor, en un periodo de entre seis meses y un año (un plazo que a mí se me hacía eterno), podría recuperar la movilidad. Todos coincidían en que, cuanto más tiempo transcurriera sin atenderme, más difícil sería y más probables las secuelas. Total: un drama. Voy a morir, pensé.

Sería, mientras tanto, una pintura de Picasso, una muñeca de cera. La versión femenina de Sylvester Stallone, quien es uno de varios famosos que han sufrido parálisis de Bell, al igual que George Clooney, Katie Holmes, Pierce Brosnan y el poeta beat Allen Ginsberg, entre otros.

La Mona Lisa, del pintor renacentista italiano Leonardo da Vinci, pudo haber padecido la parálisis de Bell. Su esbozo de sonrisa no oculta mayor misterio que el de una parálisis facial, según el diagnóstico del doctor español Julio Cruz y Hermida, en su libro La Gioconda vista por un médico.

Lo peor es lo mucho que se notaba: mi rostro tenía una gran asimetría. No podía cerrar el ojo izquierdo, la boca se me veía caída. Además, no podía tolerar sonidos fuertes, ya que mi oído resultó dañado internamente, al tiempo que perdí casi por completo el sentido del gusto.

Mis cercanos intentaban consolarme diciéndome cosas como “bueno, alégrate porque de la cara no vives.” Estaba aterrada y caí en una depresión, hasta que di con una acupunturista que tenía un tratamiento específico para la parálisis facial consistente en vitamina B1, también conocida como tiamina o complejo B, pinchazos con agujas y estimulación eléctrica a base de imanes.

La acupuntura es muy controvertida y cuando le conté mi experiencia a médicos convencionales, sólo me encontré con risas, condescendencia y escepticismo. Hay personas que me dicen que mi curación fue psicológica. Pues habrá sido psicológica, efecto placebo o lo que se quiera; el caso es que recuperé la movilidad y, con ella, mi seguridad.

Hipócrates, sencillamente Hipócrates
La parálisis de Bell es una enfermedad que afecta a más personas cada año. nadie está exento del mal, afecta a hombres y mujeres por igual; si bien son más propensas mujeres embarazadas y personas que padecen diabetes o enfermedades respiratorias.

Una parálisis facial periférica o de Bell se caracteriza por la falta de movimiento en la mitad de la cara, ya sea en el hemisferio izquierdo o derecho. El rostro queda inexpresivo, inflamado y con dificultad para cerrar un ojo y parpadear normalmente, lo cual puede causar mucho lagrimeo. Puede presentarse dolor en el oído, el cuello, la cabeza; además se desvía la boca hacia el lado sano del rostro y, a veces, se presentan alteraciones en el gusto, olfato y la masticación. Las miles de terminaciones en las que el nervio facial se divide, que van hacia las mejillas, la frente, labios y párpados, son responsables de cada expresión: desde una sonrisa, un guiño del ojo, hasta un ceño fruncido. Todos estos gestos quedan suspendidos. No importa cuánto se esfuerce el cerebro en enviar sus mensajes al resto del cuerpo: desde el punto de la inflamación del nervio facial, la cara permanece en silencio, incomunicada.

Por ahora se desconocen las causas de esta aflicción. Una parálisis de este tipo puede ser provocada por causas externas, como traumatismos craneales con fractura del hueso temporal, infartos cerebrales, tumores, ciertos agentes tóxicos o infecciones víricas y bacterianas, cambios de temperatura drásticos, estrés, susto o enojo fuerte y, con menos frecuencia, un accidente quirúrgico.

La enfermedad fue descrita hace más de 2000 años por el médico griego Hipócrates de Cos (460 A. C -370 A. C). Siglos después, el nervio facial fue descubierto por el anatomista, cirujano, fisiólogo y teólogo escocés Sir Charles Bell, hace ya 177 años. Es en su honor que esta parálisis facial fue bautizada.

[b]Pestañear, otra vez [/b]

Con el paso del tiempo, una vez curada, mi doctora y yo llegamos a la conclusión de que mi chuequez se debió al estrés, a la tristeza, a mi pésima alimentación y a mis malos hábitos para dormir que hicieron que mis defensas se debilitaran, pero sobre todo al enojo y frustración; ya que por esos días mi papá pasaba por la peor de las enfermedades: cáncer de próstata terminal.

A veces vivimos la vida de una manera tan rápida y sin consciencias que no nos damos cuenta de dónde están las señales de peligro. Creo que mi cuerpo me lanzó una señal del tamaño de un camión de basura para indicarme que no iba por buen camino. A partir de ahí, decidí no gastar tantas energías en cosas que para una simple mortal desgastan y sólo provocan sufrimiento.

La buena noticia es que la mayoría de las personas que padecen este mal se recuperan totalmente, muchos en cuestión de semanas. Alrededor del 70 por ciento de quienes sufren parálisis de Bell vuelven a la normalidad en el espacio de un año con un tratamiento adecuado, y recuperan su cara por completo.

Si estás diagnosticado con parálisis de Bell, el especialista se basará en la gravedad de tus síntomas para determinar tu tratamiento:
• medicamentos con esteroides, para reducir la inflamación.
• medicamentos antivirales, si tu mal tiene origen en una infección.
• analgésicos o calor húmedo, para aliviar el dolor.
• fisioterapia, para estimular el nervio facial.

Algunas personas prefieren recurrir a terapias alternativas que incluyen:
• relajación por medio de meditación o yoga.
• acupuntura.
• estimulación eléctrica.
• capacitación en biorretroalimentación, que consiste en choques eléctricos para normalizar la función nerviosa.
• terapia vitamínica, incluidas las vitaminas B12, B6 y el mineral zinc.

[b][email protected][/b]


Lo más reciente

Madre irá dos años a prisión por no pagar la pensión de sus hijos en Mérida

La mujer no cumplió con la entrega del monto estipulado tras la separación de su pareja

La Jornada Maya

Madre irá dos años a prisión por no pagar la pensión de sus hijos en Mérida

El ice bath gana adeptos en las playas de Quintana Roo

Consideran que la práctica ayuda a mejorar al 100 por ciento la calidad de vida

Ana Ramírez

El ice bath gana adeptos en las playas de Quintana Roo

Asisten 240 mil personas a la Filey 2024

Se ofrecieron más de 10 mil títulos de autores locales, nacionales e internacionales

Astrid Sánchez

Asisten 240 mil personas a la Filey 2024

Cada vez más hoteles de Cancún apuestan por la sustentabilidad: I Love México Travel

Más o menos 65 por ciento de los viajeros ya basan su decisión con pensamiento ecológico

Ana Ramírez

Cada vez más hoteles de Cancún apuestan por la sustentabilidad: I Love México Travel