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Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida
5 de abril, 2016

José Alfredo se convirtió en estadística. En 2015 se registraron en Yucatán 208 muertes por accidentes, la mayoría ocasionados por la velocidad y el alcohol. Un tercio de los fallecidos fueron motociclistas, que tenían entre 17 y 34 años de edad. El sábado pasado, en la madrugada, una automovilista se metió en sentido contrario en el periférico de Mérida. En el puente que está en el kilómetro 32, su auto se estrelló contra José Alfredo Gasca León y su moto; el impacto fue fulminante, el cuerpo salió disparado y cayó de una altura de diez metros. José Alfredo tenía 23 años.

La conductora fue identificada como SMPB, y tiene la misma edad que su víctima. Según se ha informado, regresaba a Mérida, luego de pasar la noche en un centro nocturno de Chicxulub. Al llegar aquí, “perdió la orientación y se metió en sentido contrario en el puente”. El encontronazo con el motociclista fue seco: él se impactó primero con el parabrisas del auto de SMPB y después cayó al vacío. Ella no se detuvo para socorrerlo, se dirigió a un centro comercial, donde fue detenida por la policía. El peritaje señala que estaba alcoholizada.

De Chicxulub a Mérida se hace aproximadamente media hora. En ese trayecto, ella debió pasar, por lo menos, dos retenes policiacos, que son los que tradicionalmente se instalan en días feriados: cerca de la zona de antros de la costa yucateca y antes de salir a la carretera principal. ¿Cómo eludió la conductora estos controles? Tal vez, por la hora, no fueron lo suficientemente eficaces, y los agentes de policía se limitaron a observar su semblante. Tal vez, consciente de su estado, la conductora tomó alguna ruta alterna, de veredas, para evitar ser detenida.

De una u otra forma, sorteó esos escudos y se dirigió, pisando el acelerador, a dar muerte al motociclista. Fue un accidente, justificarán algunos; a cualquiera nos puede pasar. ¿Será? ¿Manejarías, en la madrugada, cuarenta kilómetros después de una noche de fiesta? Ten en cuenta que ya tomaste el suficiente alcohol como para perder la orientación. ¿Huirías después de tener un accidente, sabiendo que es muy probable que haya un muerto? Muchas interrogantes que deseo nunca tengas que contestar. Ni tú ni yo. Esta tragedia, sin embargo, obliga a que analicemos varios puntos:

[h2]Pertinencia del alcoholímetro [/h2]

En una coyuntura especial, como lo es la presentación del programa Escudo Yucatán, se requiere hacer énfasis en la necesidad de estos puntos de control. Coincidió con el accidente en el que perdió la vida José Alfredo la publicación de un amplio reportaje del centro de operación en donde la Secretaría de Seguridad Pública monitorea las más de seiscientas cámaras que vigilan al estado. Ese número de “ojos” electrónicos aumentará considerablemente con el programa anunciado. Este gran hermano tecnológico debe complementarse con puntos de inspección que vigilen y que cumplan su función.

[h2]Programas de concientización[/h2]

Gobierno e iniciativa privada han emprendido, desde hace años, campañas en las que se fomenta el conductor designado. ¿Han servido? Según los índices de alcoholismo y el de accidentes automovilísticos causados por personas en estado de ebriedad, no. Hay que tener en cuenta que, paralelamente a esos programas, se recibe un intensísimo bombardeo publicitario de marcas de cerveza. Hay un caso específico, el de la Modelo, que parece que se ha convertido en el gran patrocinador de Yucatán. ¿Pueden convivir ambas campañas, la de prevención y la de fomento? Además, llama la atención el pobre papel que ha desempeñado el sindicato de taxistas en esta área de oportunidad. Ojalá Uber vea este silencio y ofrezca una tarifa especial a las personas que prefieran contratar sus servicios antes de subirse, borrachos, a sus automóviles.

[h2]Seguridad para motociclistas[/h2]

No se especifica si José Alfredo llevaba o no casco. Tal vez, de poco o nada le hubiera servido, teniendo en cuenta la impresionante caída que sufrió. Sin embargo, y como mencioné al principio, la gran mayoría de los fallecidos en accidentes de tránsito en Yucatán fueron motociclistas, y varios de ellos pudieron haberse salvado con el equipo de seguridad pertinente. Otro punto: la motocicleta que manejaba José Alfredo era deportiva, que alcanza altas velocidades. Sin embargo, ante una automóvil en sentido contrario y en un puente, tampoco entra en la ecuación la velocidad de la víctima.

¿Cómo habrá sido su resaca? A sus veintitrés años, cargará por siempre en su consciencia el haberle quitado la vida a un chico de su edad, con toda la vida por delante. Se repetirá, una y otra vez que fue un accidente, que no lo hizo a propósito. Tendrá pesadillas, llorará; se deprimirá y se preguntará por qué yo. Y muchos le revirarán: ¿Por qué él? De no haber estado al volante esa madrugada, José Alfredo seguiría vivo.


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