Reporte 8 am

Pablo A. Cicero Alonzo
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La Jornada Maya

Mérida
1º de abril, 2016

[i]Two all beef patties, special sauce, lettuce, cheese, pickles, onions on a sesame seed bun[/i]. Esa es, según el manual corporativo de McDonalds, la Big Mac. Desde hace dos décadas, la revista especializada [i]The Economist[/i] compara las economías de países mediante el Índice Big Mac. Éste permite equiparar el tipo de cambio y el poder adquisitivo de las naciones en donde se vende esa hamburguesa. En su versión más reciente, México aparece como el peor clasificado, en una lista de dieciocho países. Aquí, un trabajador que gana el salario mínimo requiere 280 minutos —más de cuatro horas y media— para comprarse una hamburguesa. Un inmenso contraste con los 26 minutos que requiere un inglés, o incluso los 48 minutos que necesita un español. Los mismo editores de [i]The Economist[/i] advierten que no se puede hacer un diagnóstico de la economía de un país con este índice, que más bien pretende ilustrar y hacer pensar.

En efecto: medir el desempeño de un mercado y sacar conclusiones sobre el tipo de cambio basados en la oferta y demanda de un artículo específico, en este caso de comida chatarra, no sería objetivo. Sin embargo, hoy quiero repetir el experimento, aunque cambiando uno de los factores: en lugar de la Big Mac utilizaré la edición rústica de [i]Cien años de soledad[/i], de Gabriel García Márquez, obra traducida a más de treinta idiomas y de la que se han vendido más de treinta y dos millones de ejemplares. No quiero que creas que estoy diciendo que la saga de la familia Buendía es el equivalente literario de la Big Mac. Utilizo esa novela por ser una de las más universales de la literatura contemporánea.

En contexto: este mes, Colombia jubila a sus caudillos y los exilia de sus billetes. En estos aparecerán personajes como la pintora Débora Arango, el poeta José Asunción Silva y el novelista García Márquez. El autor de [i]Cien años de soledad[/i] aparecerá en el billete de 50 mil pesos colombiano, en cuyo reverso habrá una figura del poblado indígena de Ciudad Perdida, en la Sierra Nevada de Santa Marta y en el Caribe colombiano.

La economía del realismo mágico que propongo este viernes se publica, entonces, en una coyuntura especial; la actualidad me da luz verde para hacer explosivas mezclas entre literatura y tipos de cambio. Con esta justificación no pedida informo que, en México, [i]Cien años de soledad[/i] tiene un precio de 278 pesos. Es la versión más económica, publicada por la editorial Diana. En nuestro país se pueden adquirir otras ediciones de esta novela, como la de Cátedra, con el excelente prólogo de Jacques Joset, a un precio de 335 pesos. En los años del boom —no el literario, sino el literal, ocasionado por la pólvora de los [i]cárteles[/i]— no se podían adquirir los libros del colombiano… en Colombia; muchos de sus compatriotas tenían que comprar aquí, en México, sus libros.

Eso cambió hasta hace poco, gracias a una intensa batalla que encabezaron los libreros colombianos. Hoy día, se puede adquirir la obra más popular del Nóbel colombiano a un precio de 25 mil pesos colombianos, que equivalen a menos de 145 pesos. Es decir; un billete del Gabo te alcanza para dos [i]Cien años de soledad[/i]. En Estados Unidos, la librería Barnes & Noble ofrece [i]One Hundred Years of Solitude[/i] en 9.52 dólares (166 pesos). Esta novela, por su parte, se vende a 9.45 euros (185 pesos) en España, y a 10.40 euros (203 pesos) en Francia; ahí se pide como [i]Cent ans de solitude[/i]. En ambos países utilicé como referencia la librería Fnac.

El salario mínimo en México es de 73.04 pesos. Es decir, un mexicano que gane esa cantidad requiere trabajar 30 horas y fracción; casi una semana. Un estadounidense, en contraste, puede adquirir esta obra maestra trabajando una hora 20 minutos; un colombiano, nueve horas; un español, cinco horas, y un francés, dos horas y media. Mi conclusión: ya sea con una Big Mac o con [i]Cien años de soledad[/i] estamos fregados. El índice que realiza [i]The Economist[/i] nos muestra qué tan difícil resulta para un trabajador mexicano comprar una bomba calórica; en el que yo propongo, una novela; alimentos —basura— para el cuerpo y —vitales— para el espíritu.

Coincido con la advertencia de los artífices del índice Big Mac; con el de [i]Cien años de soledad[/i] no se puede hacer un diagnóstico de la economía de un país, sólo pretende ilustrar y hacer pensar. Es, sin embargo, un potencial argumento para aquellos que claman por políticas más intensas y eficaces de fomento a la lectura en nuestro país. Hoy día, los libros en México son un objeto de lujo. Formamos parte de una sociedad que tiene prohibidos estos artículos maravillosos, vacunas contra la discriminación y la intolerancia, pomadas para el desencanto, remedio de la delincuencia. Hoy me convertí en un escritor con inclinaciones de economista. Espero que la lectura de estas líneas motiven a algún profesional a cultivar con mayor esmero —y seriedad— esta semilla de la economía del realismo mágico. Ojalá germine y sus frutos sean libros más baratos.