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del

Romina España Paredes*
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

17 de marzo, 2016

Entre pasillos luminosos, salones habitados por discursos que se replican con aplausos, tarimas vestidas de flores, y libros encapsulados por laberintos y borbotones de transeúntes, la quinta edición de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán abre sus páginas. Una a una se van sumando las voces de su libro abierto y vivo. Pero, ¿qué libro es éste que hojeamos entre presentaciones y libreros?

A vuelo de pájaro, sobre las sinuosidades de su topografía de salones fragmentados y stands de papel, se encuentran todos los mundos: los que se tocan pero también aquellos que se repelan como antídotos.

Vemos convivir, en diferentes secciones de este libro, las manifestaciones de nuestra literatura culta, homenajeada y celebrada en cada una de las pláticas y presentaciones de reconocidos escritores, académicos, cineastas y artistas. Leemos los pasajes de la conmemoración de la obra de Elena Garro y la presentación del inolvidable [i]José Trigo[/i] de Fernando del Paso. Los autores que han pasado la prueba del tiempo y que permanecen vigentes entre sus lectores.

A su vez, como parte de la estructura central de sus páginas, se encuentran los enunciados de la llamada “literatura popular” o, más precisamente, “cultura de masas”. Expresiones que nos recuerdan la existencia vigente del mercado de la literatura (con su lógica editorial y de consumo), así como los alcances de la democratización de la lectura. Literatura para todos, letras para cada uno de los distintos lectores que conforman nuestro México.

Discretamente, pero sin ser pie de página, manifestaciones de literatura indígena interrumpen en lengua maya. Esta literatura que ha convivido, casi oculta, con la literatura culta y de masas, y que se ha enfrentado con el conflictivo devenir de un país fracturado, jerarquizado, separado por lenguas y cosmovisiones, oralidad y escritura. En esta ocasión, parece que se ha derrumbado el muro protector de la “ciudad letrada”, aquella que sólo se escribe a sí misma en su español perfecto.

Tampoco podemos olvidar los “paratextos” de este libro. Cada uno de los textos secundarios e imágenes que acompañan la estructura central y que se encargan de la buena ventura de su mensaje. ¿Cuáles son estos elementos laterales y voces periféricas que circulan como acotaciones en nuestra lectura de la FILEY? Tal vez podríamos pensar en los otros discursos: preludios protocolarios y prólogos oficialistas, de mensaje turístico o político; logos propagandísticos y subtítulos comerciales. Pero también serían paratextos las mesas marginales, que permanecieron afuera del Centro de Convenciones de Yucatán Siglo XXI los primeros días de la Feria. Como aquella montada para la recolección de firmas a favor de la iniciativa ciudadana “Ley 3 de 3”, la cual promueve combatir la corrupción en nuestro país; o la presentada por el Comité Conmemorativo del Primer Congreso Feminista, en donde se suscitó el intercambio de libros entre los visitantes. Y qué decir de las charlas entre pasillos y cafetería, donde más de un asistente complementa los contenidos de las presentaciones escuchadas, o realiza alguna acotación sobre el libro recientemente adquirido y largamente anhelado porque le recuerda cuando…

En fin. Lo cierto es que, como todo texto, este libro afirma al mismo tiempo que oculta. Los silencios y las ausencias toman formas entre sus líneas, párrafos, estructuras y paratextos. Las voces que no se escuchan y que circulan como fantasmas. Ecos que vienen como brisas de otras partes y momentos, hasta llegar aquí, Mérida, a tomar el sol en este nuestro verano permanente.

La brisa rápida que recorre la península y de la que habla Juan Villoro al referirse a su obra[i] Palmeras de la brisa rápida,[/i] durante su discurso pronunciado el pasado sábado en la recepción del Premio Excelencia en Letras “José Emilio Pacheco” 2016, es el mismo viento que le permitió aludir la obra El viento distante de Pacheco. En esta antología de cuentos, Pacheco narra el horror en lo cotidiano, aquel que es ruptura de la estabilidad, trastrocamiento de la lógica establecida por los límites de lo posible o, peor aún, de lo deseable. Así sucede en el cuento homónimo a la publicación, en el cual el horror se presenta siempre en lo oculto, escondido detrás de lo aparente.

Dejemos el separador de nuestra lectura entre las páginas bulliciosas, en las que resuenan los [i]vientos distantes[/i] que anuncian lo que la literatura devela: la realidad más oculta, con sus horrores escondidos bajo tierra y sus verdades más luminosas. Y continuemos con esta lectura viva de la FILEY que, como comentó Villoro a propósito de la presentación de su libro [i]Tempo transcurrido[/i], es un ritual de encuentro que supera la cada vez más familiar virtualidad, así como rebasa los márgenes de la lectura en solitario, permitiendo el contacto cuerpo a cuerpo entre mundos, lectores, historias, artistas, escritores y literaturas.

*Candidata a doctora en
Letras por la UNAM

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