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Eduardo Lliteras Sentíes
La Jornada Maya

1° de febrero, 2016


Entre las notables ausencias del Tercer Informe de Gobierno –y su correspondiente “análisis” en el Congreso de Yucatán- se encuentra el medio ambiente, tema que para los políticos de nuestro país es fundamentalmente una bonita bandera en la cual envolverse para la foto y el foro internacional. Mientras tanto, se siguen depredando los ecosistemas y permitiendo todo tipo de atropellos sobre la naturaleza y los ciudadanos que se oponen a la depredación.

Un vacío incomprensible y preocupante en el reciente Tercer Informe del gobernador Rolando Zapata Bello es precisamente la ecología, el medio ambiente, la naturaleza sin la cual no tiene alguna viabilidad, ni futuro, ningún modelo de desarrollo o sociedad. El fefe del Ejecutivo yucateco no abordó en su discurso el tema de la crisis ecológica global que afecta también a Yucatán, crucial en la época que vivimos por el deterioro que compromete la viabilidad de la sociedad globalizada. No mencionó al cambio climático, aunque sí celebró la llegada de los capitales extranjeros transnacionales como el de la Cervecería Modelo, la empresa de autopartes alemana Leoni, Envases Universales, Agromaizza, dedicada a producción de harina de maíz, Etiquetas y Etiquetadoras del Sureste (Eetisur) y Bachoco, por citar sólo algunas.

La tentación de seguir dejando las facturas a pagar a las futuras generaciones, es decir, el costo ambiental de nuestra irresponsabilidad presente, ya no es más aceptable, desde ningún punto de vista. Cada vez más ciudadanos rechazan que sigamos viviendo de prestado: a costa de la depredación de los ecosistemas, y de la futura calidad de vida de las niñas y niños de hoy.

Es de esperarse que las nuevas inversiones anunciadas en Yucatán cumplan con altos estándares de protección del medio ambiente. Sería inaceptable que la contaminación sin regulación sea uno de los atractivos para venir a invertir en Yucatán, así como los bajos salarios.

[h2]Tajamar, pensar en forma rupestre[/h2]

Un ejemplo de lo que no podemos seguir aceptando en materia del mal llamado desarrollo, es lo ocurrido en días pasados en el Malecón Tajamar, en Cancún, Quintana Roo. Un ejemplo de lo que significa seguir pensando de forma rupestre, sin lugar a dudas, como demuestra el operativo policiaco realizado en la oscuridad, al amparo de la impunidad.

Fonatur (Fondo Nacional de Fomento al Turismo), Sectur (Secretaría de Turismo) y el Ayuntamiento de Benito Juárez así como la Semarnat llevaron a cabo un operativo en la madrugada, respaldados por policías antimotines y vallas, para arrasar decenas de hectáreas de manglares y fauna. Camiones de carga, trascabos y demás maquinaria fueron llevados a altas horas de la madrugada al llamado malecón Tajamar para arrasar la última parte de los manglares que existían en dicha zona de la Laguna Nichupté en Cancún. El propósito confesado es edificar más edificios, plazas comerciales y hasta una catedral, proyecto de los Legionarios de Cristo y de la Prelatura de Quintana Roo, contrario a las prédicas del Papa en materia de ecología y a su última encíclica, Laudato Sí.

El Obispo de la Prelatura Cancún-Chetumal Pedro Pablo Elizondo Cárdenas y la Legión de Cristo tienen años planeando construir allí una catedral en un terreno de 10 mil 300 m2 marcado con el número 12 en los mapas de Tajamar. Le llaman la Catedral del Mar, la que en el proyecto original tiene una capacidad de 1500 personas, una cruz de 112 metros y columnas de 5,8 y 15 metros. Todo un mausoleo a la prepotencia, erigido contra la voz ciudadana.

Una pieza importante de dicho proyecto es también la edificación de un muelle para embarcaciones, jugoso negocio de navieras que operan en Quintana Roo, para llevar y traer a través de la laguna a los miles y miles de trabajadores que van y vienen por tierra a través de la saturada Zona Hotelera y Riviera Maya.
El proyecto, tanto en la forma, como en el fondo, es auténticamente un abuso, que la naturaleza y los ciudadanos rechazan, y que en algún momento se cobrarán, por ejemplo, a pocos meses de las elecciones en Quintana Roo.

El tema, para sorpresa de funcionarios federales, estatales y municipales, tuvo resonancia no sólo nacional sino internacional. La sorpresa ante la reacción ciudadana y del activismo internacional arrinconó a las autoridades, las que sin saber qué hacer ni qué decir tras haber quedado evidenciadas, han pasado a justificar lo injustificable aduciendo que no hubo ecocidio. Prácticamente afirmando que destruir manglares y especies protegidas no es delito. Echándole la culpa y la responsabilidad a las anteriores autoridades federales panistas. Un juego de tontos que rebotó a través de las redes sociales con el cruce de acusaciones entre el ex presidente Felipe Calderón, Fonatur y Profepa en Twitter.

Tajamar podría ser un parteaguas. Por las capacidades jurídicas demostradas por las organizaciones ecologistas opositoras al proyecto, las que ahora se han amparado contra la destrucción ecológica y la violación de la misma ley por quienes deberían aplicarla y respetarla. Un aviso para quienes en Yucatán planean, con las peores artes del pasado autoritario, apoderarse de Punta Laguna así como de otras zonas del estado, ricas en tesoros naturales.

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