Bowie sigue aquí

Manuel Alejandro Escoffié
Ilustración Chakz Armada
La Jornada Maya

15 de enero, 2016

[i]News guy wept and told us, earth was really dying[/i]

1996. En el patio escolar, con el fantasma de la pubertad merodeando como un buitre, libro una batalla inútil para no mirar el escote ajustado de una compañera de clase. Como técnica de evasión, opto por concentrarme en su cara y descubro que tiene tatuado un rayo multicolor cubriéndole el ojo izquierdo. Le pregunto qué significa. “Bowie”, afirma sin reparos. No reacciono ante el nombre y me condena con los ojos. “¿No has oído hablar de David Bowie???!”. Aunque deseo agradarle, no hallo fuerzas para mentirle y confieso que no. Meses después, entro a casa cargando bajo el brazo un CD con la portada de un joven en un leotardo azul marino posando con su guitarra en medio de una calle londinense. Si quiero impresionar a esta niña, debo escuchar [i]Ziggy Stardust [/i](1972) cuanto antes. Con [i]Five Years[/i], canción introductoria, nada volverá a ser lo mismo. Sus apocalípticas, surreales y cinematográficas imágenes no me dejarán tranquilo; ni siquiera en sueños. David Bowie es un espíritu poseyendo a mi juventud. Demasiado tarde para revertir el proceso.

[i]A cop knelt and kissed the feet of a priest, and a queer threw up at the sight of that[/i]

2002. La niña del escote se ha ido. Bowie sigue ahí. Pese a que un póster de Jim Morrison ocupa todavía un lugar de honor en mi pared, [i]Ziggy Stardust [/i]en su icónica postura de una felación simulada a la guitarra de Mick Ronson no tarda mucho en unírsele. La idea de la sexualidad como experimentación temeraria, en especial involucrando activamente a los dos géneros, declarando abiertamente la guerra a un mundo demasiado enamorado de sus convenciones, hipocresías y prejuicios, desata en mi imaginación una caja de Pandora; con las maravillas y seductores peligros que el concepto permite entrever. David Bowie es un liberador. Por otro lado, después de devorar la biografía escrita por David Buckley y no dejar de torturar al pobre estéreo de mis padres con incesantes reproducciones del mismo disco recopilatorio, descubro que muchas canciones son atajos a pasadizos ocultos de arte y vanguardia. William S. Burroughs, Frederich Nietzche, Aleister Crowley y George Orwell debutan en la conciencia literaria de este hombre joven al final de su adolescencia. Lou Reed, Velvet Underground, Iggy Pop, Brian Eno, Roxy Music y Bryan Ferry hacen lo mismo en la musical. David Bowie es la puerta que conduce a todas las puertas.

[i]And it was cold and it rained so I felt like an actor[/i]

2008. Antes de marcharme de casa por un tiempo, Jim Morrison abandona mi pared. Pero Bowie sigue ahí. Parafraseando al [i]track[/i] homónimo de su glorioso [i]Low[/i] (1997), tengo una nueva carrera en una nueva ciudad. Pienso en los grupos de amigos que formé y deshice a lo largo del tiempo; como una serie de trajes que, una vez ya usados para cierta ocasión, no me molesto en volver a lavar. Podría decirse que cada uno de ellos conoce apenas una determinada versión o configuración de mi mismo. David Bowie es la evidencia de que no se vive una única vida, sino un número de ellas. La personalidad puede fragmentarse y reconfigurarse con la justa combinación de disciplina, imaginación y malicia. ¿Pecaré de soberbia al visualizar una identificación emocional del carácter nómada de mis relaciones personales con sus frecuentes mutaciones musicales, estéticas y sexuales? Que así sea.

[i]I kiss you, you're beautiful, I want you to walk[/i]

2013. He residido en tres ciudades diferentes. Rostros y nombres han entrado y salido. Pero Bowie aún sigue ahí. Al menos en mi dieta musical y pensamientos. Doy por hecho su retiro profesional y me resigno a creer que no queda nada más por decir. Entonces, con su primer material original en una década, demuestra por qué ni siquiera el siglo XXI es tan poderoso como para acabar con él. Ocultándose a plena vista, negando la más mínima satisfacción de una justificación o respuesta, resurge desde las sombras para recordarnos su lugar en el [i]zeitgeist[/i], y a la vez propinar bofetadas de guante blanco a una era marcada por la subestimación del silencio. David Bowie es un Ave Fénix con estilo.

[i]Five years, that's all we've got[/i]

2016. Siento tristeza. Siento ira. Siento decepción. Y por incongruente que parezca, no puedo parar de reír. Río al percatarme de que su broma de proporciones cósmicas ahora está sobre todo el mundo. De que haciéndose pasar por una genuina estrella de rock en vida él se convirtió en la premisa de tal chiste; y que velándolo como tal nos convertimos en el [i]punchline[/i]. Me río escuchando a quienes lo admiran por haber rendido tributo a Nirvana. Me río ante la insistencia de llamarlo “camaleón”. ¿No saben ni recuerdan que lo que un camaleón hace es modificar sus propiedades para encajar con su entorno? ¡Qué apodo más absurdo (por no decir insultante) para quién definió a toda una vida haciendo justamente lo contrario! Pero sobre todo, me río de palabras como “cáncer” y frases como “muerto a los 69”. Dichos conceptos podrán concernir a humanos, mas no a las leyendas. David Bowie sigue aquí. David Bowie es inmortal. Y en cinco años más, cuando los días de la tierra esten contados, continuaré riendo al tener esto en cuenta.

*Los versos citados pertenecen a la canción [i]Five Years[/i], escrita en 1972 por David Bowie para el álbum [i]The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars[/i] y propiedad exclusiva de Tintoretto Music (BMI), RZO Music Ltd., EMI Music Publishing Ltd. y Chrysalis Music Ltd. Todos los derechos reservados.

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