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Ni ciudadanas de segunda ni víctimas del machismo: Elena Poniatowska

60 por ciento de trabajadores de la salud en el IMSS, son mujeres
Foto: Marco Peláez

Los más de 270 mil trabajadores y trabajadoras del Instituto Mexicano del Seguros Social, primera línea de atención a pacientes COVID-19 (10 mil 721 de laboratorio, 69 mil 414 médicos, 12 mil 819 de nutrición y dietética, 115 mil 308 enfermeras, 33 mil 385 trabajadoras sociales y asistentes médicas, 4 mil 407 radiólogos, mil 66 inhaloterapeutas, 21 mil 765 de intendencia y 7 mil 585 camilleros, 60 por ciento mujeres), extenuados física y emocionalmente deberían ser reconocidos en grande el 8 de marzo de 2021, Día de la Mujer”. Antes que nadie, ellas, médicas, enfermeras, trabajadoras sociales, cirujanos, camilleros y choferes de ambulancia se la jugaron por los contagiados. Por eso, las feministas les brindamos un homenaje este 8 de marzo y les dedicamos esta encuesta sobre feminismo

Nadine Gasman, directora del Inmujeres: “Que este 8 de marzo sirva para recordar que con COVID-19 tenemos que mejorar radicalmente la calidad de vida de las mujeres. Ya no es aceptable un mundo sin igualdad. Si los gobernantes del mundo quieren ganar el voto de la mitad de la población tienen que ser conscientes de ello”.

Martina García, trabajadora doméstica: “Es bueno que las mujeres no se dejen”.

Yunuhen González, bailarina folclórica: “Gracias a las redes sociales, el feminismo ha influido en las más chavitas. Las que no se dicen feministas, viven el feminismo porque trabajan entre hombres. No sienten la obligación de ser madres y aspiran a ocupar el puesto más alto en una empresa”.

Abigail Rojas, médica: “El feminismo da mucho poder a la mujer para obtener cargos políticos. En mi ramo, la medicina, más de 50 por ciento son mujeres. No creo que los movimientos radicales feministas nos representen a todas. Estoy en contra de la violencia, de que se vandalicen monumentos. Ahora llaman ‘feminicidio’ a todas las muertes de mujeres. Feminicidio es matar a una mujer por el hecho de serlo. Discriminar y golpear al otro o a la otra es violencia de género. En cualquier lucha, lo primero es conocer el significado de cada palabra”.

Carolina Aranda, estudiante: “Existe discriminación en grupos feministas de la capital hacia los colectivos de feministas indígenas”.

Cecilia Cano, subdirectora de una fundación cultural: “Yo no soy feminista ni creo en el feminismo; para mí cada quien tiene un papel en esta vida. La constitución física del hombre es diferente a la de la mujer, pero todos tenemos las mismas oportunidades.

“Nunca he sentido que un hombre me haya faltado al respeto. Si así sucediera, le pondría un alto. Pienso que también el hombre debe cocinar, lavar, planchar; mi hermano es el que mejor plancha en la casa”.

Silvia Sánchez Montero, archivista: “Yo me considero feminista porque somos cuatro hijas. Mi papá era supermachista y tuvo que abandonar sus ideas preconcebidas y mandarnos a las cuatro a la universidad. Ahora, mis dos hijos saben lavar, planchar, cocinar, usar un taladro, cambiar el tanque de gas. Mi hija Tania va a estudiar ingeniería automotriz en el Politécnico”.

Inés Haro Buxade, estudiante de teatro, 18 años: “La generación de mi abuela o la de mis padres pregunta: ‘¿Qué más quieren? Ya les dimos el voto’. El problema generacional no radica en escandalizarse ante los destrozos de una marcha, sino en cómo las jóvenes vivimos nuestra sexualidad. Hay muchísimos feminismos: radicales, transfóbicos, interseccionales, liberal, separatista, marxista, Pro-vida (supermal), Pro-choice, Pro-aborto, Feministas de la Diferencia… Confrontar a Marta Lamas con chavas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tirándole hate, es desviar el objetivo del movimiento de equidad de género, que es muy amplio. Si se divide, perderá su fuerza”.

Luna Hagerman, estudiante: “Las mujeres tienen que ser respetadas como los hombres. Una mujer es totalmente capaz de hacer lo mismo que un varón. Hay otras fuerzas además de la física. En cuanto a los destrozos en las manifestaciones, comprendo a las chavas, porque si no nos escucharon por las buenas, nos van a escuchar por las malas. Tristemente, hemos llegado a ese punto de agresión porque nadie nos toma en cuenta. El maltrato a las mujeres se vive más en América Latina que en el resto del mundo”.

Dulce Rosas, relaciones internacionales: “Somos las únicas que hemos tenido que exigir cosas muy simples porque se nos consideró ciudadanos de segunda. No hay equidad de salario. Está aún muy arraigada la cultura del machismo en todos los ámbitos. En mi familia regía ‘lo que diga tu papá’. Estudié mi carrera en contra de mi papá”.

Ilse Sosa, maestra antropóloga: “No debemos hablar de feminismo, sino de feminismos, en plural, porque hay diferentes ‘olas’ (Marta Lamas, Judith Butler, Donna Haraway y Michelle Gama Leyva, quien encabeza el Comité de Género en la Ibero). En la UNAM, en la Anáhuac, en el Instituto Tecnológico Autónomo de México y en la Universidad Autónoma Metropolitana se hicieron tendederos para denunciar a maestros o a compañeros acosadores. Sólo se corrió a un maestro de la UNAM y a uno de la Ibero por gordofóbico”.

Fernanda Melchor, novelista: “Ser feminista implica solidarizarse con las mujeres en el día a día, no sólo en redes sociales o en la retórica. Escojo siempre la conciliación y la solidaridad, porque ya de por sí el mundo es lo suficientemente difícil como para hacerlo más complicado entre nosotras”.

Fabiana Carrillo, nutrióloga: “Es necesario que quede muy claro que apoyarnos entre nosotras es la base del feminismo”.

Ana Luisa Liguori, escritora: “Hoy día me parece increíble que al principio de los años 70 cargara yo con mucha vergüenza por haber perdido la virginidad en la adolescencia y abortado al embarazarme en mi primera relación sexual”.

“En El Pequeño Grupo aprendí y reafirmé mis derechos como mujer, incluyendo el derecho a la exploración y disfrute sexual, a una vida libre de violencia y a decidir sobre mi cuerpo. El feminismo socialista me marcó y lo apliqué a mis investigaciones académicas. El feminismo me permitió forjar relaciones profundas con mujeres que ahora son mis amigas cercanas y mis aliadas”.

Carmen Boullosa, poeta, autora teatral, cuentista y novelista: “Mi abuela materna decía: ‘mis nietas no nacieron para limpiar pisos; todas van a estudiar en la universidad’. Y ésa era una frase feminista, y con carga mayor, como la tiene siempre el feminismo: igualdad y acceso a la educación, que es también un derecho humano.

“Cuando pienso en feminismo, pienso en ella: su papá le prohibía ‘saltar la cuerda y jugar a la pelota’. Un día la encontró jugando a una de las dos cosas y mandó a que la encerraran en su cuarto sin comer por dos días. ¿Habrá sabido contrabandear una cuerda, y saltaría en el encierro, o jugaría a la pelota? No lo creo: pero soñaba que un día sus nietas irían todas a la universidad”.

Lucero González, fotógrafa: “El feminismo me dio la posibilidad de seguir mis sueños y deseos.

Maricarmen de Lara, cineasta: El feminismo me enseñó a ver y a entender a las mujeres. Al filmar como feminista, entendí la riqueza cultural de su condición social y me identifiqué con sus causas”.

Carmen Gaitán, directora del Museo Nacional: “Feminismo es tener paz para caminar por el mundo. Suena simple, pero el caminar de mi madre en el siglo XX no es el mismo que el mío. Gracias al feminismo camino tranquila en la gran avenida del siglo XXI”.

María Teresa Priego, escritora: “Desde niña percibía algo en el orden del mundo que me disgustaba: una hostilidad entre mujeres y hombres. Los hombres se imponían, las mujeres hacían como que aceptaban, pero muy enojadas. Por eso comencé a pensar desde el feminismo. No quería ni quiero aceptar ese ‘legado’ de restricciones, amenazas, falta de oportunidades. Soñaba con el derecho de cada mujer a elegir su vida”.

Marta Acevedo: “El movimiento de mujeres de finales de los años 60 definió el malestar que vivíamos como ‘natural’, no como la opresión y la discriminación que padecíamos. Se empezó a valorar el trabajo doméstico como la labor no reconocida de millones de mujeres. Abarcó lo público y lo privado, lo personal y lo político. El sexismo, al lado del racismo y el clasismo, mantiene hasta la fecha un sistema injusto, violento y enfermo, como nos lo hace ver la actual pandemia”.

María Consuelo Mejía: “El feminismo, que considero una visión justiciera del mundo, me ha permitido trabajar para que las mujeres y las niñas puedan ser un poco más felices. Es muy importante conseguir que las mujeres (que son un poco más de la mitad de la humanidad) vivan en condiciones que les permitan desarrollar todas sus potencialidades en un ambiente de respeto y armonía”.

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Edición: Elsa Torres


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