Nevenka y hombres 'dignos'

Escribo esta columna a la luz del día de la mujer y, para cuando se publique, con toda seguridad ya muchas y muchos habrán visto Nevenka, la miniserie de Netflix sobre el caso real de una mujer, concejala del municipio de Ponferrada, en España. Los hechos ocurrieron ahí pero pudieron ocurrir en cualquier otra parte del mundo con resultados incluso más dolorosos.

Cuando la vi anunciada pensé que se trataba de una serie a la americana sobre nota roja o misterios no resueltos y, como no es un género que me interese en absoluto, ni siquiera la novela negra, no pensé en mirarla. Pero lo hice por un artículo de Juan José Millás, en el periódico El País, que a ella se refería y sobre cuya historia había inclusive escrito un libro con poco tiraje, ya prácticamente agotado y sin reediciones, Hay algo que no es como me dicen, cuyo título recoge una frase de Nevenka. El desinterés por el libro fue parte del linchamiento que sufre hasta la fecha.

Considero a Millás uno de los mejores narradores contemporáneos y conozco su extraordinaria empatía hacia la condición de la mujer. No me equivoqué al ver la serie y la recomiendo sin ninguna duda.

Hace veinte años, Nevenka tuvo el atrevimiento de denunciar por acoso a Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada, y, aunque perdió diez kilos peso y quedó devastada, se mantuvo firme ante otro acoso, el del fiscal José Luis García Zancos: “Usted no es la empleada de Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos!” El Tribunal recordó que ella no era la acusada sino la víctima y él fue retirado del proceso. Después explicaría su frase: “quería decir que Nevenka, siendo una colegiala, era una putilla”.

Escribe Millás que Nevenka ganó el juicio legal pero perdió el de la plaza pública. Por eso el libro de Millás pasó sin pena ni gloria, al contrario que ella, con más pena que gloria,  por la historia de España. Y si veinte años después se produce la miniserie es porque se considera a Nevenka la precursora española del Me too. Y, desde luego, lo es.

Desde mi perspectiva hay una reflexión clave en la miniserie, el momento en que Nevenka oye mentir, sobre todo, a Ismael Álvarez pero no sólo a él, y se da cuenta de que se están creyendo sus mentiras. No es posible que acepten haber hecho algo malo: las mujeres están para lo que están y los hombres para usarlas, no importa si concejalas o amantes o cajeras de tienda, como las que citó el fiscal José Luis García Zancos, o sufridas esposas. También está escrita la defensa del macho. Eso es lo digno.

Nevenka salió de España entre abucheos y el ex alcalde obtuvo el apoyo popular, permaneció entre vítores porque era un hombre “digno”. Y, con esa “dignidad”, ha continuado su vida, quizás acosando a otras menos valerosas o que deben aguantar todo para llevar el pan a sus hijos. Así está escrito y grabado a fuego en las conciencias de hombre que se sienten “dignos” y nunca aceptarían ser llamados machos vulgares. Y también, cómo no, en la conciencia de las muchas mujeres muy dignas por ellos manipuladas que, en el caso de la miniserie, gritaban contra Nevenka por atreverse a hablar. 

Ismael Álvarez se negó a ser entrevistado. Es un hombre muy “digno”, como supongo que, muy dignas ellas, se negarían las damas que se desgañitaron hace veinte años en los noticiarios. Participó la representante de la oposición socialista en el pueblo, Charo Velasco, que escucho y arropó a Nevenka desde el primer momento y ordenó a su grupo no utilizar políticamente su situación. 

Ismael y el fiscal fueron hombres “dignos”, Nevenka nunca debió de hablar: “¡eso sí que no!”

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Edición: Laura Espejo