Los museos y sus narrativas

Óscar Muñoz
La Jornada Maya

Martes 23 de octubre, 2018

En toda cultura, la narración es un asunto fundamental, ya que presenta historias que forman parte del estilo de vida de una comunidad, sea ésta municipal o nacional. Tales historias dan cuenta de la forma de vida de cada sociedad, desde su origen y hasta la actualidad. Por lo general, la narrativa cultural transmite las historias de la vida social, lo que aproxima a los individuos a los aspectos más humanos de todos aquellos que integran una comunidad. Desde las pinturas rupestres de la prehistoria hasta los sistemas multimedia contemporáneos, sin importar las formas narrativas, la información más relevante de cada sociedad es transmitida a sus miembros.

En términos generales, el arte presenta la historia de la humanidad en silencio, con imágenes, ya sean visuales, auditivas o mixtas. ¿Acaso esto tiene importancia? La verdad es que sí. Narrar historias como lo hace el arte aumenta la curiosidad y el interés de las personas por saber. La narrativa del arte promueve la búsqueda de conocimiento y estimula la comprensión en las personas ante la diversidad de temas que las obras presentan en sus historias. Al parecer es la mejor forma de transmitir sabiduría. Aunque siempre será necesario tener la paciencia necesaria, ya sea para comprender las historias del arte o para elaborarlas a través de la creación artística.

Bajo este contexto, cabe subrayar la importancia del método de la narración de historias para la interpretación de la vida cultural de una sociedad, el cual ha sido una tendencia actual en los museos de diverso tipo, aunque principalmente los de arte. El museo es un lugar con una atmósfera mágica en la que los visitantes se sumergen voluntariamente para viajar a distintos tiempos, lugares, culturas, estilos de vida. No se trata de una exclusiva exhibición, sino de un proceso educativo. De ahí la importancia de crear interpretaciones que resulten interesantes a niños y adultos. Si bien los objetos históricos, artísticos o científicos que son expuestos en el museo son parte del patrimonio cultural, las historias creadas en torno de tales objetos, que han sido extraídas de éstos, develan la esencia cultural que encierran.

Cabe destacar que cada objeto de una exposición contiene una historia, a veces varias, y presentar sus narrativas resulta no sólo innovador, sino principalmente esencial. Para conseguirlo, es necesario recopilar información, analizar más allá de la autenticidad hasta conseguir los datos duros y esenciales, utilizar la documentación que acompaña a cada objeto (diagramas, fotografías, videos, infografías y demás). Todo ello será útil para enmarcar las historias. De esta forma, la comunicación entre la exhibición y los visitantes podrá resultar natural y espontánea, y la relación entre ambos será fluida. A través de este tipo de narrativa, los museos estarán al servicio, cada vez mejor, de la sociedad de hoy y de mañana para que el ayer sea conocido en su cabalidad.

Sin embargo, en la mayoría de los museos del país y del estado de Yucatán, éstos no reflejan el manejo del método de narrativas. Estos tantos recintos de la cultura se han contentado con mantener las exposiciones vacías, sin historias ni referencias esenciales, sólo con los objetos puestos a la vista de los visitantes. Se han perdido las grandes oportunidades de que, en cada exhibición, los visitantes conozcan el contexto de lo expuesto, sus narrativas, sus datos fundamentales y su relación con la actualidad (si se trata de exposiciones de historia) o con los demás aspectos sociales (si es que son objetos artísticos).

En la mayoría de los museos que siguen la metodología de las narrativas, un grupo de trabajadores del recinto se encargan generalmente de estudiar todos los objetos de una exposición, analizar los aspectos más relevantes para la creación de la narrativa de cada uno y diseñar la documentación que mejor los acompañe. Estos equipos de investigación no se les encuentran por ninguna parte. Y si hubiera algún museo que los tuviera, éstos no se dedican a esta labor, con el consabido derroche de los recursos públicos y el desperdicio de capacidades. Lo peor de todo: el gasto público no es aprovechado adecuadamente, y los museos ni siquiera cumplen la función que les ha conferido del Estado, cultivar y educar a la población. Poner objetos del arte o de la historia en una exhibición no es suficiente.

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