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del

Óscar Muñoz
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Miércoles 3 de octubre, 2018

Si bien el gestor cultural, que bien podría ser el secretario o el director de la cultura de un país, un estado o un municipio, y que también podría tratarse de un legislador, ya sea diputado o senador, que tengan en sus manos la comisión de Cultura de una u otra cámara es visto como agente de la política cultural de una administración federal, estatal o municipal, para el caso del Poder Ejecutivo, o de una legislatura que, en teoría, incluye la visión ciudadana de la cultura a través de sus representantes diputados y senadores. Aunque también todos ellos son vistos como los responsables operativos de los programas ejecutivos y los proyectos legislativos que suceden en todas las dimensiones: en la de la ciudadanía y en la de las leyes que obligan y orientan las acciones del Poder Ejecutivo a través de sus programas culturales.

En este entramado de acciones operativas e iniciativas legislativas, que deberían estar siempre en concordancia para el bienestar de toda la población, ha llegado a ocurrir lo indeseable: que quienes nos representan en la cámaras de Diputados y de Senadores no sean los adecuados, ya sea porque no han tenido roce siquiera con la gestión o la política cultural auténticas, o porque su capacidad y experiencia han estado en otros escenarios alejados del ámbito artístico y cultural, o porque podrían representar la ideología menos conveniente para la mayoría de los ciudadanos. En los últimos días han sonado mucho los casos de la comisión de cultura en la Cámara de Diputados, primero en manos de un legislador del Partido Encuentro Social (PES) y después en la persona de Sergio Mayer, diputado por Morena. En el primer caso, a la mayoría de la población le pareció que sería entregar la legislación sobre cultura a un partido de supuesta extrema derecha y, en el segundo caso, a una persona que está identificado como un agente de la frivolidad.

Ante esta situación han ocurrido sucesos nunca antes vistos: la población que participa a través de las redes sociales ejerció una fuerte crítica en contra de la decisión de otorgar la comisión de cultura primero al PES y después a Sergio Mayer, al punto de que la Cámara de Diputados dio marcha atrás y arrebató al PES la comisión referida para pasarla al otro legislador cuestionado. Al parecer, en la opinión de algunos críticos, tal vez haya sido mejor que la comisión de cultura haya quedado en manos de Ricardo De la Peña Marshall, diputado por el PES, quien ha sido historiador, escritor, cronista, académico y ex director de museos. Ahora, la ciudadanía exige quitar la discutida comisión a Sergio Mayer, quien parece no tener capacidad ni experiencia en asuntos culturales ni legislativos.

Ante esta situación, lo que importa es la esperanza de la gente en contar con leyes que favorezcan el fomento cultural en todos sus aspectos, desde el arte y la artesanía, si se quiere, hasta asuntos antropológicos relacionados con todo lo que el hombre realiza en su propio beneficio, y que lo proyectaría hacia un porvenir cada vez más humano. Pero, si quienes estarían a cargo de estos asuntos en términos de generar las leyes que el país requiere en este ámbito y no tienen la capacidad suficiente y la experiencia necesaria, todo estaría estancado o, peor aún, iría en retroceso. De ahí la necesidad de contar con gestores culturales en el Poder Legislativo, lo mismo que en el Ejecutivo, de tal modo que los programas operativos de cultura se vean impulsados por leyes acordes con las necesidades actuales de la población.

En cuanto a lo local, habrá que ver qué iniciativas de ley lanzará el Congreso de Yucatán, y también qué enfoque será aplicado a los programas operativos de la Secretaría de Cultura y las Artes del Gobierno del Estado y de las direcciones de cultura de los ayuntamientos en el estado. Habrá que otorgar, por lo pronto, el beneficio de la duda a quienes serán los gestores responsables de la ejecución del programa estatal de cultura y de la formulación de las nuevas leyes en este ámbito, de acuerdo con las exigencias de la situación ciudadana de hoy. Y también será necesario insistir en la observación ciudadana frente a las acciones ejecutivas y legislativas de los gestores culturales que han iniciado sus funciones en estos días.

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