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La Jornada Maya
Foto: Fabrizio León Diez

Martes 2 de octubre, 2018

Mauricio Vila no tiene nada que probar como gobernante, ya gobernó Mérida con eficiencia y buenos resultados. Él tampoco tiene nada que probar como político, venció a una maquinaria del PRI-Gobierno que parecía imbatible y estaba dispuesta a todas las marrullerías y estrategias negras imaginables. Por eso no le damos el privilegio de la duda, eso sería fácil; le damos el privilegio de la trascendencia.

El privilegio de la trascendencia es demostrar que no sólo puede ser buen administrador, gobernante, político y candidato (cosas que ya ha sido y es), sino que puede ser el estadista que Yucatán reclama para mejorar la calidad de vida que merecemos los que aquí vivimos.

Su reto no es hacer un simple buen gobierno, eso él ya lo hizo para la mitad de la población del estado; su reto es un gobierno trascendente: uno que marque un antes y un después, uno que coseche victorias administrativas y de desarrollo y, por consecuencia, luego victorias políticas.

Él tiene todo para ser el mejor gobernante de los últimos 30 años, debe serlo. Yucatán vive una coyuntura histórica en la que el desarrollo puede ser real, duradero y, sobre todo, incluyente. Tiene 38 años y una carrera de triunfos que nos indican que tiene madera, pero todo está por hacerse.

El gobierno inicia con una agenda de política pública que sí merece llamarse del siglo XXI, con posicionamientos sin medias tintas en un tema urgente: la equidad de género, con la mitad del gabinete integrado por mujeres y asumiendo, por fin, que hay una deuda histórica en ese rubro. Ese es un acto de justicia y de compromiso que no podemos obviar o dejar de repetir, como sí lo hicieron muchos gobierno previos.

Pasamos, tan sólo en la designación del gabinete, de ser un estado para el que se pidió alerta de género, a uno que empodera a la mujer en los hechos y pone una agenda clara en ese sentido; no ha habido un compromiso de este tamaño en Yucatán desde 1916. No podemos regatearle esa apuesta a Mauricio Vila.

También, sin medias tintas, el joven gobernador nos dice que Yucatán no es sólo Mérida, y qué bueno que lo diga el candidato que fue capaz de construir su triunfo electoral con una labor intensa en el interior del estado, cuando muchos decían que esa era tierra estéril para él y su partido. Quizá el político meridano que en la contienda electoral conectó con los 106 municipios del estado termine siendo el gobernador con el enfoque más regional en décadas, eso también es algo que Yucatán merecería.

[b]Combate a la pobreza[/b]

Mauricio Vila nos dice sin titubeos que el combate a la pobreza es un tema de viabilidad social: sin inclusión no habrá futuro para nadie. Viniendo del Partido Acción Nacional y de la filosofía de Ortega y Gasset, eso no es asunto menor. Es una declaración de gran calado. En otros partidos esas aseveraciones pueden sonar a rutina o discurso gastado; en voz de Mauricio Vila y de un partido de centro-derecha, es una refundación esencial: la pobreza como un derroche de recursos que la sociedad no puede darse.

Propone un gobierno estatal que no sea una carga, que cueste menos y se atreve a decirnos cuánto menos: mil millones. Son recursos que no se ahorrarán en la lógica de gobiernos opacos o de recorte neoliberal, sino que establece se invertirán en donde den los mejores dividendos sociales.

Mil millones es una cantidad realmente transformadora para la política pública del estado. Es casi el triple de lo que el gobierno saliente se gastó en seis años entregando computadoras a estudiantes, y Mauricio Vila se propone alcanzar ese ahorro anualmente.

Establece, finalmente, dos apuestas muy valientes: primero, “ser líder en Yucatán es ser puente”, y define su lógica de gobierno y de hacer política para los próximos seis años en esas siete palabras. Propone perfeccionar al gobierno y reconoce que nada se logrará por inercia o por esfuerzos aislados o decisiones unilaterales, todo requerirá escucharnos con respeto y con voluntad para encontrar soluciones. Ofrece la rama de olivo que se necesita en un gobierno no unificado, donde un partido controla el Poder Ejecutivo y nadie tiene mayoría en el Poder Legislativo.

La segunda apuesta es más de fondo: propone erradicar la tribalidad social, política y hasta racial que muchas veces ha cancelado el desarrollo definitivo de Yucatán. En este punto no estamos frente a un cambio de gobierno, ni siquiera de régimen; es realmente una apuesta por unificar y transformar a la sociedad yucateca como nunca antes, es derribar barreras que ni la geografía puso y ser todos yucatecos de primera.

El gobernador nos dice que está “convencido de un estilo donde la gobernanza significa que los ciudadanos participen en las decisiones de su gobierno y los funcionarios demos cauce a esas inquietudes”. Poner a los ciudadanos como detonador activo del acontecer y al gobierno como canalizador del esfuerzo; es cambiar radicalmente la lógica de gobernantes yucatecos que han sido jerárquicos y verticales por antonomasia.

Mauricio Vila Dosal ha colocado muy alto el estándar contra el que quiere que su gobierno sea medido; eso hay que aplaudirlo, pero aún más importante habrá que exigir que sea cumplido a cabalidad. El mandatario ha puesto los dedos en todas las llagas pendientes, desde el medio ambiente hasta el respeto al pueblo maya, desde el Puerto de Altura hasta la tecnología y la innovación, y ha asumido compromisos en cada tema.

No quiere ser gobernador, quiere ser estadista. Pide esa oportunidad que viene acompañada de expectativas ineludibles e implacables. Es su decisión, pedir el demandante privilegio de la trascendencia y no sólo el cómodo privilegio de la duda. Él, de viva voz y por voluntad propia, ha puesto ese ambicioso objetivo, ahí estará esta patria chica para premiarlo o para demandárselo.

Habrá que seguirlo de cerca, recordándole todo lo que él hoy ha prometido, para que no quede archivado, esa es nuestra obligación. Que eso no lo olvide.

*El papel arde a los 233 grados centígrados, tal como lo hace en la inmortal novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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