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Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 1 de octubre, 2018

Las nuevas casas, flamantes, se enciman unas sobre otras en el horizonte. Recién pintadas, ocupan lo que será una nueva cuadra del desarrollo Los Héroes, del Grupo Sadasi, que se extiende entre las comisarías meridanas de Chichí Suárez y Sitpach. En las inmediaciones, máquinas perforan la tierra para introducir tuberías o aplanan el suelo del que se ha arrancado toda la vegetación antes de construir más casas; casas sin árboles y sin parques, donde la inseguridad se ha vuelto un problema que no ha cesado de crecer y que agobia a sus nuevos inquilinos. "Vivimos en la incertidumbre cuando nos vamos a trabajar, por los robos, nuestros derechos son pisoteados", dicen los vecinos.

Es claro que la creciente inseguridad urbana es un grave reto para las nuevas autoridades, de los diversos niveles de gobierno.

Estamos en la frontera del crecimiento de la ciudad de Mérida, la que se extiende a lo largo del cinturón de comisarías del norte, avanzando sin freno sobre el bosque sobreviviente entre la capital yucateca, los municipios conurbados y los costeros, convertidos en zona de veraneo de la clase pudiente yucateca.

Los árboles se amontonan convertidos en cadáveres, como si fueran basura, mientras los trascabos llevan a cabo su labor con precisión: rasando al suelo cualquier vestigio de vegetación y destruyendo el hábitat de la fauna de la zona, que incluye venados y jaguares.

Sus ecosistemas son sustituidos por una masa de concreto en la que se apiñan las casas construidas en serie a las que se accede por calles y avenidas inacabables que se conectan con el periférico de Mérida, arteria mortal para ciclistas y habitantes de las comisarías a las que literalmente les ha pasado por encima el desarrollo urbano.

En este mundo de asfalto, las familias yucatecas y venidas de otros estados atraídas por la propaganda que promete paz, tranquilidad y felicidad, se encuentran asediados por la inseguridad.

En la zona existen dos nuevos módulos portátiles de la Secretaría de Seguridad Pública que se encuentran vacíos y que no asustan a los cacos, como ocurre en las calles 139 y 66 del fraccionamiento Los Héroes, donde los vecinos, a lo largo de varias cuadras han colocado letreros advirtiéndoles que si los pillan los lincharán.

“¡Advertencia! Calle vigilada”, “Alto, vecinos unidos contra la delincuencia, ratero: si te agarramos … ¡te linchamos!”, se lee en letras amarillas y rojas en algunas mantas colocadas en los muros de las casas y postes de nomenclatura de la zona, ilustradas con imágenes de ladrones dentro de un círculo cancelado.

Como nos comentan vecinos, la exasperación con los robos y la impunidad es la que los ha llevado a organizarse de diversas maneras. Para empezar, constituyéndose en vigilantes de sus cuadras e informando a los vecinos de cualquier movimiento extraño.

El problema es que los ladrones han escalado en sus métodos, nos explican. Ahora, ni las bardas ni los protectores de ventanas los detienen, y saquean varias casas en una cuadra conocedores de los movimientos de muchos habitantes que dejan sus casas solas y vulnerables por acudir a laborar. Mientras los robos se registran todas las semanas, nos comentan.

Por la zona pueden verse patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública estacionadas o dando vueltas. Sus conductores observan a cualquiera que pasa por la calle, en bicicleta, triciclo o auto como potencial sospechoso.

A la entrada del fraccionamiento, agentes de la SSP apostados en un retén revisan los vehículos que dejan la zona, en particular las camionetas de carga, en busca de mercancía robada. Sin embargo, como nos señalan los vecinos, un nuevo camino de terracería abierto recientemente en dirección a Sitpach es la probable nueva vía de escape de los ladrones. Y allí no hay cámaras, las que de todas maneras son inútiles, ante la escalada de los robos a casa habitación.

Otro de los problemas está en las leyes que permiten a los ladrones salir una y otra vez de prisión, nos dicen. El sistema penal ahora realza las figuras de presunción de inocencia y flagrancia, lo que ha favorecido la impunidad de los delincuentes, al grado de que salen de prisión más rápido que son detenidos.

De allí las advertencias extremas de los vecinos, derivada de la desconfianza hacia todo mundo.

Recientemente, vecinos fotografiaron a un vehículo y personal de la empresa constructora, Sadasi, ingresando a una casa. Dicen que fue para robar, aunque la empresa se defiende diciendo que tienen llaves maestras y que acuden a los domicilios para realizar reparaciones a solicitud de los propietarios.

Sin embargo, no hay denuncia, y éste es otro problema. Los vecinos prefieren ya no denunciar, ante la falta de credibilidad del sistema de justicia: tiene más derechos el delincuente, que las víctimas, subrayan.

La falta de denuncias también posibilita que el gobierno saliente de Rolando Zapata, presuma que vivimos en un estado seguro, cuando no es así; al menos no en el fraccionamiento Los Héroes.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
[b]@infolliteras[/b]


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