Así nacen los escritores

Julio Moure
Foto: Margarita Govela
La Jornada Maya

Martes 25 de septiembre, 2018

Hace ya 32 años, en la Sierra de Huimanguillo, Tabasco, en una zona sin servicios, sin agua ni luz, con índices altos de marginación en todas las áreas, un equipo de voluntarios inició el Centro Rural Integrador de Salud y Educación (CRISE), proyecto de desarrollo con sede en la Colonia las Flores.

A solicitud de ocho comunidades, el 7 de octubre de 1986 se inició una escuela secundaria en una champa con techo de lámina de cartón, con un pizarrón prestado y con unos bancos de madera hechos en conjunto. Con 32 alumnos y alumnas de las diferentes comunidades y con edades comprendidas entre los 13 y 23 años. El estudio era en plan intensivo de martes a jueves, pues el transporte diario no era posible y los de lejos se quedaban en albergues construidos por las comunidades.

Los alumnos tenían bastantes deficiencias en todas las áreas. En varios años, ningún inspector de educación se había acercado por la zona.

Los jueves por la tarde, antes de regresar a sus comunidades, se escogía un tema para que cada alumno escribiera sus reflexiones. Era votado el tema y escogido por mayoría: la amistad, la muerte, el amor, los miedos, la pobreza, la familia, las fiestas de cada comunidad… no se daba ninguna orientación.

Cada uno escribía sobre el tema, lo importante era pensar, preguntar, investigar. Se buscaba la reflexión, el pensamiento y la creatividad. La ortografía vendría después.

Al inicio de la próxima semana escolar, los martes a primera hora, se hacía la lectura individual de lo escrito por cada uno. Era un momento de fiesta, con aplausos a los más creativos. Las personas que vivían en el proyecto se asomaban a escuchar, a veces los visitantes y autoridades también.

Posteriormente se ayudaba a corregir la ortografía en equipos y se orientaba sobre los errores más comunes. Los textos, ya corregidos, los alumnos los pasaban a una libreta que se llamaba “el libro de mi vida” y ese libro se guardaba en la escuela. Lo que inició con unos párrafos, se ampliaba frecuentemente a páginas de pensamiento, poesía y análisis. Al principio escribían por tarea, al final por placer.

Al final del año lectivo, el alumno recibía el libro de su vida con sus reflexiones. Se sentía el crecimiento personal en la reflexión y en el nacimiento de la conciencia crítica de cada uno. Y poco a poco crecía la conciencia solidaria, la necesidad de cambiar la situación de una de las zonas más marginadas de todo Tabasco.

En una ocasión, nos visitó en un martes el director de Educación Media del Estado con un novelista que se encontraba en la región. Fue una mañana de riqueza creativa y placer de sentir cómo la conciencia crece cuando las personas empiezan a pensar y a crear, a sentirse sujetos de su propia historia.

Esos alumnos fueron educadores en sus comunidades en aspectos de salud, producción, nutrición y organización comunitaria.

Lo que empezó en una humilde champa de techo de lámina de cartón se transformó en una secundaria y una preparatoria con un modelo semejante. Hoy día hay más de 200 graduados universitarios, incluidos los médicos y agrónomos de las comunidades de la región.

En resumen, la conciencia analítica y solidaria, la autoconfianza y la creatividad pueden nacer desde cualquier rincón del país. Hay que buscar el camino y eso es la educación, educere=sacar a flote las inmensas posibilidades de cada persona. A pensar se aprende pensando y a escribir se aprende escribiendo.

Un homenaje a todo el equipo del CRISE, a los jóvenes y a las comunidades de la Sierra de Huimanguillo.

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