Se ganó un funcionario y se perdió un amigo

Felipe Escalante Ceballos
Foto: Archivo La Jornada Maya
La Jornada Maya

Jueves 30 de agosto, 2018

Si algún estudiante de derecho o profesional incipiente de las leyes quería abrevar de los conocimientos del abogado Julio Mejía Salazar, tenía que acompañarlo toda la jornada y captar sus enseñanzas sobre la marcha, analizando sus estrategias, su modo de actuar ante las autoridades y las ingeniosas frases que pronunciaba.

De estas últimas mucho me llamó la atención la emitida en dos ocasiones, cuando amigos muy apreciados del licenciado Julio fueron designados para ocupar altos cargos en el gobierno del estado. Ambas ocasiones el avezado profesional recalcó: “Se ganó un funcionario y se perdió un amigo”.

Intrigado por el sentido de la frase, pregunté al abogado Mejía por qué decía eso y me respondió: “Pilo, la experiencia te enseñará que cuando un amigo ocupa un puesto público, deja de ser tu amigo. Al contrario, por los intereses de su cargo, llegará el momento en que decidirá algún asunto en contra tuya, aunque tú tengas la razón”.

Pasaron algunos años y llegó el día en que un amigo mío fue llamado por el gobernador de esta entidad para desempeñar un importante cargo en la administración pública. Alborozado por el éxito de mi colega, presumí al licenciado Mejía la designación del joven profesional. La respuesta del maestro fue la misma: “Se ganó un funcionario y se perdió un amigo”.

En sus primeros treinta días de trabajo el nuevo funcionario empezó a tambor batiente, haciendo los cambios necesarios del personal con el fin de mejorar los servicios y evitar la corrupción que tanto daño ha hecho al país.

Pasados algunos meses, advertí que mis trámites en la dependencia a cargo de mi amigo no avanzaban. Intrigado por ello, hablé personalmente con el titular de la oficina.

Delante de sendas tazas de humeante café pregunté a mi colega respecto al considerable retraso en la tramitación de mis asuntos. La respuesta del servidor público me dejó estupefacto:

-Pilo, mejor te vas a litigar a otras dependencias, pues todo mundo sabe de nuestra amistad y no quiero que digan que utilizo mi cargo para servir a mis amigos.
-Pero si no se trata de hacer nada fuera de la ley. Al contrario, a tus amigos dales el mismo trato que a los demás postulantes. El mejor argumento contra la maledicencia es el recto proceder de las autoridades en todos los casos. No entorpezcas ni dificultes la labor profesional de tus amigos.
-No, es mejor que ya no litigues aquí.
-Pero si es mi trabajo. Con ello obtengo el sustento de mi familia.

Concluida la entrevista con el servidor público, llegué al despacho del abogado Mejía con cara de pesadumbre. Mi decepción era evidente. Don Julio lo notó de inmediato.

-¿Qué te ocurre?, ¿te peleaste con tu mujer?
-No, con mi esposa no, sino con mi amigo, el que usted ya conoce.
-Pilo, te dije que ese señor no te iba a servir.
-Sí, pero es mi amigo.
-Estás equivocado, el amigo eres tú. Como te dije antes, con la designación de tu colega se ganó un funcionario y se perdió un amigo.

Fenecido el plazo de su encargo y de vuelta a su trabajo particular, una mañana mi amigo me llamó por teléfono para invitarme a tomar café en su oficina.

Sin resentimientos hemos reanudado nuestra antigua amistad, hasta en tanto él vuelve a ocupar alguna otra encomienda en el servicio público.

Al amigo conocerlo y no perderlo.

[b][email protected][/b]