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Ángel Rivero Palomo
Foto: UQROO
La Jornada Maya

Lunes 30 de julio de 2018

La gran mayoría de los profesionistas llegamos a pensar que nuestro primer día de universidad era ese primer momento de clases en nuestra aula universitaria, tomando nota de cada detalle, siendo mayores de edad, escuchando las voces de nuestros profesores especialistas en los temas contenidos en nuestros programas de estudio.

Sin embargo, la competencia por los espacios en la educación superior pública, o las becas en la educación superior privada, tanto a nivel nacional como mundial hacen que el pensamiento por el camino a la universidad se reflexione con mayor anticipación y seriedad. Ese momento es la preparatoria.

La mayoría de los jóvenes que cursan sus estudios de preparatoria tienen entre 15 a 18 años de edad. Cuando recién ingresan a este nuevo ciclo escolar, se ven inmersos no solamente en un nuevo entorno educativo y de responsabilidades-libertades, sino social, familiar y emocional. Es una etapa delicada que requiere del acompañamiento de los padres de familia o tutores de los jóvenes porque cuando inician esta nueva etapa académica, sus vidas sufren muchos cambios que pueden generar determinantes en sus rendimientos académicos y en sus aspiraciones futuras.

Por lo anterior, nuestros jóvenes necesitan acompañamiento y permanente orientación.

En la educación media superior, los promedios de cada uno de los seis semestres de su duración se acumulan para obtener una calificación final de toda la preparatoria, misma que es la carta de presentación de sus egresados con la que llegan a las puertas de las instituciones de educación superior y al inicio de la competencia por uno de sus espacios. Pero la adquisición de las competencias y conocimientos tiene que ir más allá de un número de calificación semestral. Debe ser un aprendizaje bien adquirido porque los jóvenes van a toparse con la necesidad de aplicar esos conocimientos en sus exámenes de admisión a la Universidad y en la vida. Es decir, aprobar la materia y el semestre no significa un adiós, sino un hasta pronto.

Por otra parte, se encuentra la elección de la carrera profesional. Es una de las decisiones más difíciles con las que se encuentran un egresado de preparatoria y sus familias; mismas que se ven rodeadas de muchas circunstancias: la inclinación personal del estudiante, sus aspiraciones, la situación económica e histórica familiar, el lugar donde se imparte la carrera, y, desde luego ingresar mediante concurso de oposición a la carrera deseada. Por ello es importante que nuestros jóvenes tengan varias opciones, lo cual es positivo porque eso les permite ser libres y felices con sus decisiones.

A todo lo anterior hay que agregarle que el mundo cambia exponencialmente y ninguna profesión es definitiva, siempre hay que actualizarse y seguirse formando. Por ello es muy importante la libertad que brinda tener opciones y estar preparados para ellas con buenos desempeños en la preparatoria, claridad en lo mucho que la economía del conocimiento tiene en oportunidades indistintamente de la carrera que estudien y les apasione. Estemos cerca de nuestros jóvenes y cuidemos su futuro.

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