¡Cambiemos de sistema… de gobierno!

Jhonny Brea
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Martes 3 de julio, 2018

Bien dicen que a todo puerco le llega su San Martín, y así fue. Finalmente llegó el 1 de julio y se cumplió el plazo para asumir mi papel como presidente de mesa directiva de casilla, en lo que fue este proceso electoral.

Quiero aclarar que llegué a la hora convenida: minutos antes de las 7:30 horas, a fin de que a esa misma hora pudiéramos iniciar la instalación. Lamentablemente, basta el retraso de uno solo de los que prometimos no faltar, para que todo se complique. Media hora después ya era obvio que el que había resultado primer secretario no se iba a asomar. Siquiera había una suplente, pero por protocolo la instalación debió hacerse hasta las 8:15. Y los secretarios tenían que contar las cuatro mil 440 boletas. Terminamos abriendo una hora después.

Todavía a las nueve de la mañana, al representante de Morena se le ocurrió preguntar si se podían firmar las boletas “para darle seguridad al proceso”. Como se podrán imaginar, a esa hora ya había más de 100 personas formadas, esperando votar, y yurstruli, con el aplomo de buen macho omega grasa en pecho, espalda peluda (y erizada), nalga en forma de agua, abdomen de lavadora y bebedor de cerveza light, lo invité a hacerlo. Por fortuna imperó la sensatez.

Lo que es en sí ser parte de una mesa directiva de casilla es algo que creo que todos tenemos que hacer por lo menos una vez en la vida, como parte del ejercicio de la ciudadanía. En Estados Unidos la obligación es participar en un jurado como parte de un proceso judicial, así que sería un buen equivalente. Lo que sí, si en lo futuro vamos a tener elecciones concurrentes, mejor cambiemos de sistema político. Una monarquía nos resultaría mucho más favorable.

Digo esto porque organizar las elecciones, y sobre todo los formulismos para que resulten conforme a lo deseado, son excesivos. Entiendo que venimos de una historia de desconfianza absoluta y de prácticas como el ratón loco, las urnas embarazadas, el robo de las mismas, el carrusel y la caída del sistema, pero tener actas para cada cosa, comenzando por cada elección, otra de la jornada, más las “sábanas”, que las listas adicionales, que si la persona con credencial vigente pero que no aparece en la lista debe tener una resolución favorable para poder votar… ya es paranoico. Y después de 10 horas entre la instalación y la votación, para seguir con el escrutinio, todos terminamos adoloridos y con los ojos hinchados, y seguros de que si esto es la democracia, mejor cambiarla.

Quisiera presumir mi casilla como ejemplo de participación. De los 720 votantes registrados acudieron 527. Pero hay cosas que llaman demasiado la atención. Uno termina dándose cuenta de que entre sus vecinos hay quienes no conocen ni el orden alfabético. Por ejemplo, en el letrero de identificación pusimos que se comenzaba con el apellido Moreno; ¿qué fueron a hacer todos los Montero, Moo y hasta Magaña y Manzanero a formarse en la cola, y luego le reclaman a uno?

A la mera hora, los funcionarios de casilla están completamente solos, entre la ojeriza de los representantes de partido, las interrupciones del INE para hacer protocolos de seguridad, y ciudadanos que le reclaman a uno que no están en la lista nominal, además de que tienen que desplazarse a su casilla para votar aprovechando un momento en que “baje” la votación (cosa que en mi casilla no ocurrió), la tentación de dejar que entre alguien a robarse las urnas existe.

Otra cuestión es que también se depende de esa afluencia para cuestiones básicas. Ir al baño, por ejemplo. Yo me estuve aguantando las ganas de ir a [i]wixar[/i] por lo menos cuatro horas. Cuando al fin lo hice, me encontré con que los baños de la escuela donde se instaló la casilla no tienen agua corriente. Ya se podrán imaginar cómo estaban las instalaciones, en un lugar en el que se instalaron 10 casillas y al que acudieron más de cinco mil personas. Siento pena por el conserje, aunque luego pienso que es otra área que está abandonada y por eso un candidato tiene a sus hijos en escuelas de Atlanta.

En nuestro caso, mis compañeros funcionarios terminaron comiendo una pizza fría y refrescos calientes a las 18:15, ya que se cerró la votación. A mí, por alguna extraña razón, no me dio hambre en todo el día. Ya estaba adolorido, nunca antes lamenté tanto la altiplanicie de mi región glútea. El conteo, escrutinio y llenado de actas lo terminamos a la una de la mañana. Yo todavía tuve que esperar para tramitar que pasara el transporte del INE por los paquetes.

Todavía no me repongo. Mi desayuno incluyó una dosis de ketorolaco, pero también necesito volver a dormir. Todavía la luz me hace daño. Y por hoy quisiera soñar que no se necesita elegir a tantos en un solo día o que al menos hay menos papeleo. En serio, ¿no será mejor formar una comisión y ofrecerle el trono a un Borbón?

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