¿Reconfiguración política o más de lo mismo?

René Ramírez Benítez
Foto: Especial
La Jornada Maya

Viernes 15 de junio, 2018

En su libro [i]La Formación del Poder Político en México[/i], el cual es considerado un clásico del estudio de la cuestión pública en nuestro país, Arnaldo Cordova logra describir de manera detallada e interpretar la época post revolucionaria. En la obra, Córdova menciona cómo los movimientos revolucionarios y sus cúpulas empiezan a formar ciertos grupos que buscaban el poder, y dichos grupos empiezan a afianzar un poder político que se convierten así en los antecesores del Partido Revolucionario Institucional. Sin embargo, Córdova es enfático en señalar que la revolución mexicana no modificó de fondo la dinámica política, sino simplemente se tienen otro temas principales como la cuestión de la tierra y la propiedad privada, pero la manera de hacer política de las nuevas cúpulas seguían las viejas prácticas, y por ello, existió una convivencia entre nuevas prácticas y viejos vicios.

En una parte del libro, el autor cita a González Casanova, quién resume excelentemente una situación que sigue viva hasta nuestros tiempos: “el caciquismo, desaparecido como sistema nacional de gobierno, deja una cultura de relaciones personales, del parentesco y compadrazgos, que sobrevive en una estructura distinta y se mezcla, como estilo, cortesía o forma de conocimiento político, con las nuevas costumbres y agrupaciones de un México moderno”. Si bien transitamos de una confrontación armada de grupos antagónicos a una institucionalización de la búsqueda del poder político mexicano, ello no se tradujo en una revolución completa del sistema y en un mejoramiento real de las condiciones sociales.

Lo anterior viene a colación, debido a que nuestro país está a unos días de vivir una reconfiguración política muy importante, y de ello pueden derivar dos escenarios: que realmente exista una modificación importante y sustancial, o que sea más de lo mismo. Quiero hacer hincapié en que no hago un ejercicio en el cual digo que la revolución mexicana sea similar a la campaña de López Obrador, en absoluto, sin embargo, la narrativa de esta campaña en general, y como temática principal tanto del Frente, liderado por Ricardo Anaya, como de Juntos Haremos Historia, de Andrés Manuel, han planteado ser punto de quiebre con el status quo político.

Esta jornada electoral tiene como eje rector el cambio profundo, y en ese sentido el electorado muestra una preferencia a aquel que consideran que logrará ser más disruptivo. Pero también debemos estar conscientes del segundo escenario, en el cual votar por el más disruptivo tampoco logre ser esta cuestión revolucionaria que se muestra en campaña, y continuen con nuevas caras las viejas prácticas del sistema político y la dinámica de la esfera pública. Ante esto, algo queda claro, y es que la modificación total del panorama actual no se da simplemente en un presidencialismo (presente en todas las campañas para la presidencia de la República) general o con un voto de confianza a un “antisistema” tanto de derecha o izquierda, y que ello sea visto como factor determinante y único del cambio. A este intento social de modificar profundamente el “todo mexicano”, debe estar involucrada la sociedad, el sector empresarial y otros sujetos obligados, y desde una convergencia, así como desde cada trinchera, posicionar nuevos temas y soluciones de fondo a las cuestiones coyunturales del México moderno.

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