La narrativa de Beatriz Enríquez

José Ramón Enríquez
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Miércoles 13 de junio, 2018

El protagonista de [i]Benítez Benítez, uno de tantos[/i] fue engendrado y creció en la Tierra Caliente, esa zona brava donde se cruzan tres estados y cuyas leyes han sido escritas con sangre, injusticias, heroísmos y un miedo muy profundo que se pierde en la noche de los tiempos. Desde los cuchillos de obsidiana hasta los AK-47. La novela fue escrita en París, veinte años después de los sucesos de 1968 en México, culminación de su argumento, y viene a publicarse treinta años después, cuando se cumplen cincuenta de esos días que cambiaron muchas historias, desde luego la de su protagonista, y la historia misma de México.

Los saltos en el devenir desde la memoria a la escritura, de ahí hasta su publicación (dieciocho, veinte y treinta años) no corresponden a un plan premeditado por la narradora, Beatriz Enríquez, sino a los avatares de su historia personal y a los avances de la tecnología. Es decir, [i]Benítez Benítez, uno de tantos[/i] necesitó dos décadas para que fueran digeridos por su autora los dieciocho y pico años de la vida del personaje, los asimilara y trasladara al papel, y necesitó también de esa lejanía de la patria y la nostalgia en medio de una vida en otro país y en otra lengua.

Debido a las dificultades que para publicar tiene cualquier narrador, sobre todo si está fuera precisamente de su país y de su lengua, debió esperar tres décadas más para que las plataformas virtuales, en este caso Kindle de Amazon, permitieran que la misma narradora se convirtiera en su editora. Vale la pena detenerse en las posibilidades que abre la tecnología a autores que no están en el cada vez más reducido círculo de los publicables, ya sea porque los multinacionales han acabado con los pequeños editores que arriesgaban, e impuesto los criterios del mercado de [i]best sellers[/i], ya por la falta de dinero en las editoriales independientes que aún quedan o por los problemas de distribución de editoriales universitarias. El hecho es que las nuevas plataformas permiten un contacto entre autores y públicos que muy probablemente revolucionarán la galaxia Gutenberg y permitirán el viaje a galaxias más lejanas.

Desde luego el tema de la novela me incluye de mucha formas. La primera está en los apellidos de la narradora que son los míos. También porque los veinte años previos al 68 vividos por la autora fueron cercanamente vividos por mí aunque desde otras caras del mismo poliedro. Así, [i]Benítez Benítez, uno de tantos[/i] viene, hoy, a iluminarme facetas ignoradas o desconocidas. Y si algo necesitamos cuantos vivimos esos años y nos encontramos frente a un nuevo cambio de paradigma histórico es recordar la propia vida y conocer otras voces, demasiadas, que no se han expresado. Los cincuenta y los sesenta (del alemanismo que quiso esconder Guerrero tras el milagro inmobiliario de Acapulco, a la plaza ensangrentada de las Tres Culturas) tienen recodos y cuevas por descubrir. [i]Benítez Benítez, uno de tantos[/i] es la montaña que baja a la ciudad para luego retornar, culminar su periplo, hasta perderse.

Víctimas los jóvenes de un paternalismo que se volvió asesino, no todos lo fueron en el mismo sentido. Benítez Benítez no fue uno de tantos inmolados en la Plaza, fue uno de tantos convertidos en halcones, sin conciencia de ello, y utilizados como sicarios durante el Movimiento y, después, contra la guerrilla en la Montaña. Quizás Benítez Benítez retorno a enfrentarse con su padre sin saberlo.

La autora no hace que Odiseo retorne a Ítaca para abrazar a Telémaco. Hace que retorne un Telémaco programado para batir a Odiseo, como un capítulo más de la tragedia que ha sido nuestra patria.

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