Victoria Escareño
La Jornada Maya

Tulum, Quintana Roo
Viernes 24 de febrero, 2017


[i]“No hay cosa más importante que amar, saber entender que bondad y gratitud son la solución de los problemas”, estas dos palabras pueden cambiar la vida de millones de personas expresó, en entrevista para[/i] La Jornada Maya, [i]el artista plástico ruso Gregory Pototsky, quien está de visita en Quintana Roo, estado al que ha donado varias de sus obras.[/i]


Gregory Pototsky nació en Rusia en 1954. Es fundador de la Academia de la Bondad Internacional, academia filantrópica y, actualmente, una de sus esculturas, con la que representa la bondad y la humildad, denominada Símbolo de Bondad, está en 27 países.

En México, Quintana Roo es la entidad donde más esculturas [i]Símbolo de la Bondad[/i] existen. Éstas se encuentran en Puerto Morelos, Playa del Carmen y, próximamente, una tercera se instalará en terrenos del edificio Arthouse, ubicado en Aldea Zama, en el municipio Tulum.

La obra de Pototsky está plasmada también en la escultura [i]La Cruz Parlante[/i], en Tulum; un monumento (busto) dedicado al también ruso, lingüista y etnógrafo Yuri Knorosov, en la Universidad de Quintana Roo (UQROO), en Chetumal, capital del estado, así como otro en Cancún, en el interior del Palacio Municipal del municipio Benito Juárez.

A sus 60 años, Gregory Pototsky asegura que en el mundo lo más importante es el amor, tener prisa por amar; refiere que la vida se va gastando en tonterías cuando se debe dedicar a amar a cada uno.

[b]De visita en Tulum[/b]

Saber el motivo de su visita al estado, particularmente a Tulum, requirió el traslado de esta reportera hasta esa ciudad, al desarrollo turístico hotelero y residencial Aldea Zama. Lo encontramos en uno de los condominios del edificio Arthouse, donde nos recibe sentado en un sofá, sonriente y vistiendo un pantalón beige y una llamativa camisa estampada.

Hombre de edad avanzada, con una barba blanca, larga y una apariencia casi desaliñada, tras las presentaciones de rigor, su representante le indica que será una entrevista para el periódico [i]La Jornada[/i], “el mejor de este país”.

En la plática lo acompañan, además de su representante Martha Velázquez, una traductora, y su esposa, Liuva Potoski, de 20 años de edad, a la que él llama su musa, su amor; y es que Liuva, en ruso, significa amor. Entonces, Pototsky nos dice que a sus 60 años es más feliz que nunca, mientras muestra con orgullo un libro en el que está plasmada la historia de toda su obra.

Su rostro transmite calidez y calma, así, Gregory comienza a platicarnos de su experiencia como artista en México. De manera apasionada, menciona que le gusta la nobleza de los niños mexicanos, a los que ve como gente de buen corazón; personas naturales y de alma limpia. Los compara con la selva virgen, con la pureza. Para él los mexicanos son gente sonriente, que concibe la vida como una alegría constante, y la ve desde el corazón.

Con ademanes que muestran entusiasmo y en su idioma natal, exclama que para los mexicanos lo más importante en la vida es el amor, que mucho de romanos los caracteriza; “tal vez chiquitos pero de un corazón inmenso, así es el mexicano”, refiere el artista. “Es un país que no sólo conoce la ley de bondad, también la ley de gratitud”, indica.

Pototsky muestra su fascinación por la cultura y la música mexicana; pone en relieve el tema Bésame mucho, de la cantante y compositora Consuelo Velázquez, que en su país es considerado un himno a la alegría y la bondad. Así también deja ver su admiración por otros artistas nacionales como la pintora Frida Kahlo y el escritor Octavio Paz.

[b]Un solo mundo[/b]

El arte de Pototsky está disperso en un mundo que desea ver unido. Sus esculturas se reparten entre China, Filipinas, Bulgaria, Rusia, Japón, México y Estados Unidos, y otros 20 países.

El escultor destaca una de sus obras: [i]La Escultura al Mundo[/i], que representa los cinco continentes. Refiere que esta pieza surgió a raíz de una premonición del ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York. A partir de ese hecho, emprendió una búsqueda para unificar el mundo a través de su arte.

Tras un sorbo de agua, Gregory señala que la lengua divide al hombre; “las fronteras son imaginarias, por eso [i]Escultura al mundo[/i] es una metáfora que simula la unión de todo y llama a aprender a vivir en la diferencia”.

Pototsky apuesta por la tolerancia; cuenta que desde su país natal ha luchado por la convivencia pacífica entre distintos grupos religiosos. Relata que cuando visitó Turquía, país con una comunidad musulmana practicante mayoritaria, pidió y logró que ahí se colocara una escultura suya dedicada a una diosa. Esto abonó en favor de la tolerancia religiosa.

[b]Yuri Knorosow y Bob Marley: inspiración[/b]

Con pasión y elocuencia, Gregory platica sobre aquellos hombres en los que se inspiran sus creaciones, particularmente Yuri Knorosov y Bob Marley.

Del primero, investigador, filósofo y lingüista, refiere que fue grande porque abrió las cartas científicas hacia los mayas. En vida, siendo ruso y nunca habiendo visitado México, descubrió el más grande misterio del maya.

Explica que 50 años después de descifrar el sistema de escritura jeroglífica maya, basado en signos, Knorosov no podía entrar a México por los problemas políticos de la entonces Unión de Repúblicas Socialista Soviética (URSS). Lamentó que a su muerte, en Rusia no se hizo nada en su honor, pero en México sí lo despidieron con un gran homenaje.

Si Knorosov, sin conocer esta región de México, pudo descubrir el gran misterio maya, refiere Pototsky, él tendría que dejar también aquí; por eso decidió dejar en Quintana Roo dos esculturas del lingüista y etnógrafo; una en Cancún y otra en Chetumal.

Al músico jamaiquino, Gregory lo ve como un filósofo grande y, argumenta, que fue un hombre que respondió a todas las preguntas importantes. Marley, dijo, cantó para el mundo, a través de su música, construyó un mundo de amor y bendición.

Y es para el escultor, el más grande conflicto contra la bondad, de lo más malo del mundo, es la esclavitud y la discriminación por el color de la piel.

[b]Academia de la Bondad Internacional[/b]

El escultor sostiene que en los ojos de toda la gente, pero más en los de las mujeres mexicanas, él ve amor y bondad. Que transfieren esa bondad porque tienen en la sangre esta energía de bondad y amor.

La trayectoria de Pototsy es larga y rica. No sólo cuenta con un propósito artístico y personal, sino también con un macro proyecto filantrópico fundado por él, llamado Academia de Bondad Internacional.

Toda la gente merece y desea ser feliz, ser amada, indica Gregory. “Para entender esto no hace falta tener grandes títulos universitarios, ni grandes reconocimientos, para entender esto sólo hay que entender una ley, y esta es la Ley de la Bondad. No se necesitan grandes postulados, miles y miles de palabras; hay dos palabras que nos ayudarán a ser mejores seres humanos: bondad y agradecimiento”, reitera el artista.

Con tal afirmación, nos expresa su afición por la vida y el ser humano. Para él hay que vivir y ser bondadoso, más allá de la comprensión absoluta de las cosas que nos rodean, lo indispensable para lograr ser feliz es intentar estar agradecido con lo que se nos es dado.

El mundo parece injusto porque el hombre ha decidido olvidar su esencia primaria que es la bondad, por eso, él admira México por el espíritu noble y bondadoso de los mexicanos.

[b]Una muestra de trabajo[/b]

Antes de despedirnos, Pototsky pide cinco minutos para mostrarnos cómo hace su trabajo. Para entonces, Liuva ya le preparó, sobre una mesa, un pequeño lienzo de tela blanca, sobre el cual dibuja a quien fue la traductora de toda esta plática, quien queda maravillada por los colores.

Un apretón de manos sella la despedida, y el artista me indica que también quiere pintarme. Acordamos que será posteriormente. Antes de retirarme, me entrega un libro sobre la historia de su obra; me pregunta mi nombre. “Victoria”, repite al tiempo que escribe en la primera página del volumen, junto con su autógrafo.

Mientras haya gente que lo apoye como su representante Martha Velázquez, agrega Pototsky, continuará visitando México y Quintana Roo, donde disfruta de las bellezas naturales, el mar y la playa.

[b]Martha Velázquez[/b]

Martha Velázquez es promotora de arte de la empresa Ancora, establecida en Cancún. En 2014, el Cabildo de Benito Juárez le otorgó la Medalla al Mérito Ciudadano en reconocimiento al trabajo que realizó para lograr la construcción del puente político y cultural con la Federación Rusa desde 1994, así como por su contribución al desarrollo económico, turístico y cultural de Quintana Roo.

Velázquez señala que vienen nuevos proyectos para traer más eventos culturales a Quintana Roo, como el intercambio de nuevos talentos rusos, escultores, pintores, que vendrán a plasmar su obra. En estos proyectos participa la iniciativa privada, como los inversionistas de Aldea Zama, en Tulum, donde varios desarrolladores han apoyado la iniciativa de ayudar a los talentos del mundo y locales.

“El proyecto que ahora tenemos en Aldea Zama es el traer gente, artistas del extranjero, a lo que denominamos Residencias Artísticas”, explica, que consiste en traer a los artistas al estado para que permanezcan un mes.

“Nosotros los proveemos de todo lo que necesitan durante su estancia y ellos nos dejan plasmada su obra, nos la dejan como testimonio de que estuvieron aquí”, subrayó.
Por último, revela, también hay un proyecto en Cancún para llevar talentos mexicanos a la Federación Rusa. “Vamos a hacer intercambios no sólo con Rusia sino con otros países” pues la promoción del talento artístico a todos los niveles es en lo que está trabajando.


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