'Factor Nazi', un ex luchador tras el diseño y elaboración de unas mil 200 máscaras

Especial: Audaz máscara 

Desde hace 17 años Factor Nazi, un luchador retirado, es también mascarero profesional. En todos estos años ha elaborado unas mil 200 máscaras para luchadores de la península Yucatán, Tabasco y Veracruz, principalmente. Factor Nazi creció en una familia de luchadores; sus tíos fueron conocidos en la región como Los Pilotos Nazis.

“Soy mascarero profesional”. Así se presenta quien se reconoce como un luchador rudo retirado. Las máscaras y la lucha libre fueron a la par, primero entrenó para luchador y debutó en 2005 con un primo, lo que lo motivó tiempo después a confeccionar y hacer su primera máscara.

En su trayectoria, Factor Nazi ha diseñado, confeccionado y elaborado alrededor de mil 200 máscaras, las cuales han llegado a varias partes del país e incluso al extranjero, pero la mayoría se han quedado en la península.

He mandado a otros países, pero mayormente son para luchadores de la península (…) es difícil saber a cuántos luchadores les he hecho, pero si la mayoría me han dado la oportunidad de trabajar en sus diseños o sea, ponerle parte de mí en su máscara”.

Para elaborar una máscara a partir de una descripción o una idea, Factor Nazi debe visualizar lo que piden los clientes, muchos de ellos sin saber dibujar, sólo le explican cómo quieren sus máscaras.

“Te dan datos, te mandan una foto y te dicen que les des un cambio completo a esta imagen y les propongas un cambio, mencionan ‘más o menos quiero parecerme a’ y que le tomes algo de cierto luchador pero que no sea una copia; quieren que tengan su sello, pero innovado como los luchadores actuales”, cuenta.

A muchos luchadores profesionales y semiprofesionales les gusta renovarse constantemente, pero cuando están en su apogeo no cambian de máscara, sino que evolucionan en color, “como el luchador evoluciona también las máscaras evolucionan a la par de la lucha libre”

El entrevistado detalla que existen luchadores que piden hasta seis máscaras a la vez, y hasta seis réplicas de trajes completos en sus distintas modalidades que son la económica, la semi profesional y la profesional, para lo cual tiene que ver el tipo y calidad de tela. Y aunque se ofrecen los equipos completos, lo que más piden son las máscaras, que pueden ser hasta tres por semana.

Relata también que cuando hace un diseño, da pauta para que se pueda utilizar en varios modos, de manera que el luchador pueda usar una máscara en corte 3/4, más cerrada o “estilo japonés”. 

“Por ejemplo para entrevistas regularmente piden la ‘estilo japonés’, porque les permite hablar libremente y también consumir alimentos o tomar algo; depende la ocasión el corte y diseño”, detalla. 

Los precios de las máscaras varían mucho dependiendo los materiales, por ejemplo, la máscara que es en poliéster liso -que sería la económicacuesta entre 800 y 900 pesos, según el diseño puede elevarse más y también depende de los materiales; si quieren piel o sintético, por lo que el costo puede variar hasta los 2 mil 500 pesos.

Durante la pandemia el negocio de las máscaras se fue abajo, los espectáculos en vivo se suspendieron y del 100 por ciento se tuvo una caída a cero, por lo que en ese lapso “no se vendía ni una sola máscara”, y es muy reciente su reactivación tras dos años, y sólo en Chetumal (a veces) mientras que en Cancún y Playa del Carmen no ha ocurrido tal reactivación. 

“Cuando dieron la noticia de que posiblemente se abriría, varios compañeros invirtieron en su imagen, pero fue muy poco, estamos hablando que en mi producción apenas voy en un 5 por ciento”, manifiesta. La alternativa para este mascarero fue producir cubrebocas. Y fue gracias a algunas notas periodísticas como su negocio se popularizó y obtuvo ingresos para mantenerse.

“Esto me dio la oportunidad de sacar adelante a mi familia y eso fue lo más importante, porque gracias a Dios me dio la oportunidad de que sin salir de mi casa pude vender cubrebocas a varios lugares y entre mis conocidos y amigos que me publicaron en sus redes”.

Edicicón: Ana Ordaz