Corales cerebro también son animales marinos

Especie: Pseudodiploria strigosa

Tamaño: Hasta dos metros de diámetro 

Dieta: Plancton y pequeños peces

Amenazas: Contaminación, sargazo y calentamiento global

Característica: Se reproducen tanto asexual como sexualmente

Los corales cerebro (Pseudodiploria strigosa) son animales marinos, aunque la mayoría de las veces no se les reconozca como tales. Se trata de organismos coloniales formados por cientos o miles de pequeños animales denominados pólipos o zooides, que pueden alcanzar grandes dimensiones y además comparten parentesco con las medusas y anémonas.  

Los cerebro son de los más comunes y base de los arrecifes en el Caribe Mexicano, mismos que están en situación de alto riesgo por una variedad de factores que amenazan además a todo el ecosistema. Son un sistema muy complejo, que hace simbiosis con algunas algas para poder sobrevivir, pero que han sufrido fuertes estragos por temas de contaminación, sargazo y calentamiento global. 

La especie Pseudodiploria strigosa tiene forma esferoide, superficie acanalada, que se asemeja a las circunvoluciones de un cerebro, se unen en varias colonias y pueden medir hasta dos metros de diámetro en promedio, carnívoros, pues se alimenta desde pequeños organismos que forman el plancton hasta pequeños peces que capturan mediante sus tentáculos. 

Se reproducen de dos formas: asexualmente, mediante gemación, o sexualmente, fertilizando internamente sus células sexuales, ya que son hermafroditas y que pueden vivir entre 500 y hasta 900 años en condiciones óptimas. 

Los corales, en sus diversos tipos, son la base estructural de los arrecifes y de alimentación para los peces, los invertebrados y, desafortunadamente, son también los que más daño sufren en ese ecosistema, especialmente en los últimos años con la llegada excesiva de sargazo. 

De acuerdo con el hidrobiólogo Esteban Amaro, director de la Red de Monitoreo del Sargazo, en los últimos tres años, a causa del sargazo, se ha visto un daño exponencial, primero entre el 10 y 20 por ciento, después pasó a un 30 por ciento y, este último, año se ha visto afectación hasta el 50 por ciento de estas colonias, lo que muestra la gravedad de estos arribos excesivos del alga.

Recordó que al final en los ciclos de vida, lo que impacta a un eslabón de la cadena alimentaria termina por afectar a otros, porque un coral es la base de alimentación para ciertos peces, mismos que son el alimento de especies más grandes como un tiburón; allí se desarrollan los pastos marinos, que también son comida de otras especies como las tortugas y, a la larga, si se daña el arrecife se está dañando la fuente de alimento de muchas otras especies y va a llegar un momento en el que se vean muy afectadas.

Además del sargazo, la contaminación del agua, el deficiente tratamiento de las aguas en los centros de hospedaje que están en toda la costa de Quintana Roo y la presencia masiva de turistas son también factores que han ido enfermando a los corales y, por lo tanto, toda la zona arrecifal.

"Hay un deficiente tratamiento de las aguas en los hoteles, generalmente las plantas tratan solamente una porción y lo demás se descarga de manera cruda al agua marina, eso afecta de manera muy importante", acusó. 

El calentamiento global, agregó, también ha sido un factor determinante en la vida de los corales, porque tan sólo en los últimos años la temperatura ha subido dos grados al promedio de lo que se tenía antes, y los corales en agua caliente se afectan mucho. 

"Sin las condiciones adecuadas los corales morirían y tendríamos a la larga una catástrofe ambiental, estamos hablando de pérdida de especies, mortalidad masiva y condiciones terribles para los animales", advirtió.

El valor de los corales, enfatizó, es incalculable para los ecosistemas marinos, debido a que tienen gran influencia para protección de las costas, evitan en gran parte la erosión de las playas, que en Quintana Roo es de suma importancia, disminuyen los embates de las olas, y se ha calculado que protegen hasta un 25 por ciento de las especies marinas, entre las que se incluyen las de consumo humano.

Los ecosistemas en los que se desarrollan se ubican en las aguas tropicales y subtropicales que se encuentran en los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, en sitios poco profundos con temperaturas elevadas.

Frente a los inconvenientes que enfrenta la especie, algunas investigaciones han arrojado resultados que los corales urbanos se han logrado adaptar a condiciones difíciles, en las que pueden consumir partículas de alimento sanas frente a organismos enfermos, y se defienden de sustancias tóxicas y contaminantes del agua, siempre y cuando no aparezcan de forma excesiva.

En Quintana Roo el blanqueamiento de corales ha sido una de las enfermedades que más los ha impactado de forma negativa, causado -entre otras cosas- por los residuos de productos como el protector solar, pero también los residuos por tráfico de embarcaciones, dragados y estrés ambiental que daña la vida marina.

Entre sus características destacan por tener un tejido muy carnoso y pesado, con múltiples formas de coloración, aunque las más habituales suelen ser las rojas, verde oliváceo y marrón.

Asimismo, cuando se integran con algunas algas simbióticas, “mutualistas”, ambos organismos se benefician de la relación llamada zooxantelas y realizan la fotosíntesis produciendo oxígeno y azúcares, que son aprovechados por los pólipos, y se alimentan de los catabólicos del coral, sobre todo de fósforo y nitrógeno.

Expertos han advertido el riesgo de perder arrecifes y destinos como Quintana Roo perderían también un alto porcentaje de visitantes, quienes eligen el Caribe Mexicano como destino para vacacionar por su riqueza natural, de allí que se ha apostado a proyectos como el Museo Subacuático del Arte para contribuir a la generación de arrecifes artificiales, en los que también pueden habitar animales y que aminoran la descarga humana en los ecosistemas naturales.

Como cada viernes, La Jornada Maya te invita a conocer la fauna endémica del sureste mexicano. Aquí te compartimos la colección que tenemos hasta el momento. ¡Disfrútala!

Edición: Estefanía Cardeña