Ibis, el familiar lejano de los pelícanos

Nombre científico: Eudocimus albus

Depredadores: Mapaches, gaznates, zarigüeyas y serpientes

Esperanza de vida: Entre 20 y 28 años

Distribución: En el Pacífico, Golfo de México y la Península de Yucatán

Hábitat: Manglares 

Característica distintiva: Son monógamos y practican la crianza compartida

El ibis (Eudocimus albus) es un ave común que se ve con mucha abundancia en la ciudad de Cancún y en general en toda la península de Yucatán. Es del orden de los pelícanos y de la familia de los civiles y las espátulas. Esta especie tiene unas características especiales con las que se le reconoce fácilmente: pico rosa y curvo y las patas rosas, es de color blanco y la punta de sus alas obscuras.

Cuando es adulto tiene ciertas características a diferencia de un juvenil, son de diferente color: marrón con parches blancos. Sus poblaciones son bastante estables, y además de localizarse en la Península Yucatán, está en muchas partes del Pacífico, del Golfo de México, en algunas islas del Caribe y Centroamérica e incluso en algunos países de Suramérica.

Su proceso de reproducción, compartió la coordinadora del programa de aves urbanas en Cancún, María Cecilia Álvarez Ricalde, quien además se dedica a la conservación de las aves, es muy interesante, porque las hembras van buscando arbolitos o lugares como una rama, que se encuentre cercana al agua, tratando de buscar su lugar de alimentación o asegurar el alimento, cercano al nido.

“Las hembras son las que deciden en dónde poner el nido, que normalmente son como plataformas con ramitas y el macho es el que le ayuda a ir a buscar material, ramitas, para ir armando su nido; la responsabilidad de los nidos es de ambos padres, o sea, entre los dos cuidan del nido y entre los dos cuidan a los polluelos y los huevos. Se van turnando desde que están los huevitos hasta que eclosionan”, detalló.

Habitualmente la hembra es la que los atiende durante la noche y el macho durante el día; el macho es muy curioso porque durante este período en el que están creciendo los pollos él se mantiene como en inanición, preocupado por defender el nido.

Una característica muy peculiar de esta especie es que en la mayoría de los casos son monógamos, muy rara vez buscan a más de un ave para reproducirse y además los cuidados parentales siempre lo hacen ambos padres. A veces con otras especies sólo la hembra los cuida y en el caso del ibis, son ambos los que comparten la tareas de cuidado.

En esta zona de la Península los nidos suelen encontrarse en los manglares, muchas veces cercanos a otras especies como las garzas y comúnmente ponen de dos a tres huevos, aunque pueden llegar a los cinco; sin embargo, no todos se logran y su periodo de reproducción es en primavera, entre abril y julio.

El mayor riesgo lo viven cuando son polluelos, cuando llegan sus mayores depredadores, que son los mapaches, los gaznates (que pueden picar los huevos), zarigüeyas y serpientes. Sin embargo, la contaminación ambiental también se ha vuelto una gran amenaza para la especie, porque al subsistir y comer lo que hay en cuerpos de agua, si estos están contaminados, se vuelve en un grave problema.

“También se alimentan en algunas zonas inundables, de pastos inundables, entonces comen ahí algunos insectos u otras cosas, su dieta varía mucho, están asociados a diferentes hábitats que se inundan, Entonces obviamente si está contaminada el agua o están contaminado el suelo, eso va a ser un problema para ellos y el cambio climático y obviamente al aumentar la temperatura en el agua pues va ocasionando una serie de consecuencias para las aves o que los cuerpos de agua se sequen, porque no se acostumbran a comer cuando el agua está un poco somera… pero imagínate si es un cuerpo de agua que normalmente está inundado o que tiene cierta cantidad de agua,con el cambio climático están secos, pues pierden sus sitios de alimentación”, explicó la especialista.

Respecto a la convivencia del ave con los seres humanos, recordó que al toparse con esta especie la seguridad del ave es primero, lo primordial es tratar de mantener una distancia, no acercarse demasiado para no asustarla o para no interrumpir lo que están haciendo.

Normalmente están alimentándose, están descansando o están acicalándose, reproduciéndose y si el ser humano se acerca demasiado, se les puede perturbar, interrumpir su ciclo, solamente se deben ver y disfrutar a lo lejos y nunca darles alimento, pues ellas tienen toda la capacidad de buscar su comida.

Son aves muy territoriales, por lo que si bien pueden volar por varias zonas, no acostumbran a desplazarse a grandes distancias, sí se desplazan, para buscar zonas de alimentación o zonas de descanso.

En promedio viven entre 20 y 28 años, su primer periodo de reproducción es a los dos años, que es cuando alcanzan la madurez y cuando son polluelos a las tres semanas ya pueden trepar a nidos cercanos, es hasta las cuatro o cinco semanas cuando ya pueden realizar vuelos de corta distancia y vuelos sostenidos hasta la sexta semana; abandonan el nido a las siete semanas.

“Podemos observarlas fácilmente, son aves muy bonitas y una característica para reconocerlas en vuelo, por ejemplo, es que los adultos -que son de color blanco- tienen las puntitas de sus alas oscuras, entonces a veces cuando miramos hacia el cielo y están pasando vuelan en V, podemos reconocerlos al mirar hacia el cielo porque se ven blancos y con las puntitas de las alas de color negro”, señaló la especialista.

Como cada viernes, La Jornada Maya te invita a conocer la fauna endémica del sureste mexicano. Aquí te compartimos la colección que tenemos hasta el momento. ¡Disfrútala! 

Edición: Fernando Sierra