La tradición de preparar el pib o mucbipollo para el Día de Muertos va más allá de lo culinario: es una actividad familiar, de convivencia y colaboración, para recordar a quienes ya no están.
En los hogares de la península de Yucatán, este platillo marca la llegada del Janal Pixán, la celebración maya del Día de Muertos. Entre risas y aromas a maíz, epazote y achiote, las familias se reúnen alrededor de la mesa para elaborar este platillo ancestral que no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma y la memoria colectiva.
La chef Jasive Barrientos, del restaurante Autóctona en Cancún, explicó que el pib es mucho más que una receta tradicional: es un símbolo de unión familiar y espiritual.

Foto: Ana Ramírez
“El nombre pib significa ‘enterrado’, porque tradicionalmente se cocina bajo tierra. Pero su verdadero significado está en lo que representa: el reencuentro con quienes ya no están y con los nuestros que aún siguen aquí, a través de un platillo que se hace en comunidad. En muchas familias la masa la amasan los hombres, porque son kilos y kilos; luego se turnan, los niños desmenuzan el pollo o la carne, y las mujeres preparan el k’ool (el espeso guiso que se usa como relleno)”, compartió.
El proceso de elaboración del pib es una fiesta en sí misma. Desde muy temprano, las familias comienzan los preparativos: las mujeres se encargan de sazonar las carnes, mezclando el pollo y el cerdo cocidos con el k’ool, mientras los niños esperan impacientes para probar si quedó bien de sabor.
“Es un momento de convivencia total: todos participan y todos opinan”, enfatizó.

Foto: Ana Ramírez
El pib, en su forma más tradicional, se cocina en un hoyo cavado en la tierra, cubierto con piedras calientes y hojas de plátano. El resultado es un tamal de gran tamaño, suave, húmedo y con un aroma inconfundible que se comparte entre todos los miembros de la familia. Sin embargo, la chef reconoce que la tradición también ha evolucionado.
“Hoy muchas familias usan latas o moldes para hacerlo al horno, especialmente en la ciudad. Pero lo importante no es el método, sino el espíritu con que se prepara”, aseveró.
Cada ingrediente tiene un sentido simbólico: la masa de maíz, base de la alimentación y de la cultura maya, representa la vida misma; el color rojo del achiote simboliza la sangre y el vínculo con los antepasados; los espelones, el huevo cocido, las rebanadas de jitomate y el chile habanero completan el platillo con un equilibrio entre sabor, tradición y memoria.

Foto: Ana Ramírez
Aunque hoy en día muchos preparan pib desde una semana antes o después del Día de Muertos, la tradición dicta que solo debe comerse el 1 y 2 de noviembre. Por ello, en Autóctona y Mermelada estarán vendiendo este platillo únicamente esos dos días, ambos ubicados junto al hotel Xbalanqué, cerca del parque Las Palapas.
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