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Miguel Améndola
27/06/2025 | Tulum, Quintana Roo
Nombre científico: Rostrhamus sociabilis
Tamaño: 48 centímetros
Hábitat: Humedales tropicales, lagunas, pantanos y márgenes de ríos
Dieta: Caracol y cangrejo de agua dulce y pequeñas tortugas
Localización geográfica: Bacalar, Quintana Roo, y los ríos de Campeche
El caracolero común (Rostrhamus sociabilis), mejor conocido en el sureste mexicano como gavilán caracolero, es un ave rapaz de aspecto singular, que se encuentra en las zonas húmedas del sur de Quintana Roo y la región de los ríos en Campeche; es única por su alimentación y adaptación ecológica, declaró Juan Flores Valadez, coordinador del Programa de Aves Urbanas de Cancún de la NABCI-Conabio.
El biólogo detalló que la presencia de esta especie en lugares como la laguna de Bacalar es símbolo de la riqueza ecológica del ecosistema, pero también un recordatorio de los retos de conservación que enfrentan las especies especializadas. Esta ave ha sido registrada con mayor frecuencia en las lagunas de Bacalar, donde encuentra el entorno propicio para alimentarse y reproducirse.
Foto: Thibaud Aronson
Según explicó, se trata de una de las aves de rapiña más especializadas de América, tanto así que su supervivencia está directamente ligada a la existencia de un solo tipo de presa: el caracol de agua dulce del género Pomacea. Dijo que el caracolero común pertenece a la familia de los Accipitridae, que incluye gavilanes, halcones y otras aves rapaces. Mide aproximadamente 48 centímetros de longitud, con alas largas y anchas que le permiten planear sobre pantanos y humedales en busca de alimento. Su plumaje varía entre tonos oscuros y grisáceos, con un cuerpo esbelto y patas largas que le otorgan una figura elegante pero robusta.
Expuso que una de las principales características del caracolero es su pico curvado en forma de gancho, diseñado específicamente para extraer caracoles de sus conchas. Esta adaptación única lo convierte en un depredador extremadamente eficiente y también en una especie vulnerable, ya que su dieta depende casi exclusivamente de la presencia de estos moluscos acuáticos.
Foto: Cathy Bester
La dieta del caracolero gira en torno al caracol del género Pomacea, comúnmente conocido como caracol manzana, que habita en cuerpos de agua dulce como lagunas, ríos lentos y pantanos. Esta ave ha desarrollado una técnica precisa: localiza a los caracoles desde el aire, desciende con rapidez y, con ayuda de su pico en forma de gancho logra extraer el cuerpo del molusco sin dañar la concha.
Flores Valadez destacó que se trata de una de las aves rapaces más especializadas de América. Sin embargo, aunque su dieta es principalmente moluscos, puede complementar su alimentación con cangrejos de agua dulce, pequeñas tortugas e incluso roedores, cuando la abundancia de caracoles disminuye. El caracolero común habita humedales tropicales, lagunas, pantanos y márgenes de ríos, lugares donde la vegetación acuática y la presencia de caracoles son abundantes. Su distribución en México está principalmente concentrada en Bacalar, Quintana Roo, y los ríos de Campeche, donde se registran las mayores poblaciones.
Foto: Dario Taraborell
Estas aves suelen pasar la mayor parte del tiempo planeando sobre el agua o posadas en ramas altas de árboles cercanos, desde donde vigilan su entorno. Al ser un ave tan especializada en su hábitat, cualquier alteración en los humedales tiene un impacto directo en sus posibilidades de supervivencia.
Asimismo, Flores Valadez informó que la temporada reproductiva del caracolero común ocurre entre marzo y julio. Durante este periodo las parejas construyen nidos de palos y ramas, los cuales sitúan en juncos o arbustos cercanos al agua, buscando siempre un punto seguro y con buena visibilidad.
La hembra pone entre dos y cuatro huevos, los cuales son incubados durante unos 25 a 30 días, donde ambos padres participan en el cuidado y alimentación de los polluelos, que al nacer están cubiertos de plumón blanco y son altamente dependientes. Durante las primeras semanas los adultos les llevan presas desmenuzadas, hasta que aprenden a alimentarse por sí mismos.
El éxito reproductivo de la especie está muy ligado a la abundancia de alimento. Si los caracoles son escasos, las tasas de supervivencia de los polluelos disminuyen drásticamente. El caracolero común se encuentra bajo la categoría de "Protección Especial", según la NOM-059-SEMARNAT-2010, además de estar considerado como segundo nivel de amenaza en México. Aunque no se encuentra en peligro crítico, su dependencia de un solo tipo de presa y hábitat lo vuelve particularmente vulnerable.
Entre las principales amenazas que enfrenta la especie están: pérdida y degradación de humedales debido a actividades humanas como el turismo masivo, el desarrollo urbano y la agricultura intensiva; contaminación del agua, que afecta tanto a los caracoles de los que se alimenta como a la calidad general del hábitat; el cambio climático, que altera los niveles de agua, salinidad y temperatura de los cuerpos acuáticos, afectando directamente la distribución de los caracoles Pomacea; y la perturbación humana durante la temporada de anidación, especialmente por actividades como pesca, paseos en lancha o construcción en zonas ribereñas.
El especialista explicó que, al igual que muchas otras especies especializadas, el caracolero no puede adaptarse fácilmente a otros entornos. “Es una especie que depende totalmente de un ecosistema sano. Donde hay caracoleros hay humedales vivos y funcionales”, subrayó.
La conservación del caracolero común requiere de acciones integrales que incluyan la protección de humedales, la regulación de actividades humanas y la educación ambiental. Programas como el de Aves Urbanas de NABCI-Conabio promueven el conocimiento y monitoreo de estas especies en colaboración con comunidades locales.
“También es fundamental fomentar la participación ciudadana en la protección de cuerpos de agua dulce, así como incentivar la investigación científica sobre la biología y dinámica poblacional del caracolero. El gavilán caracolero no solo es parte de nuestra biodiversidad, sino también un indicador de la salud de nuestros ecosistemas”, concluyó Flores Valadez.
Resaltó que la presencia del caracolero común en lagunas como Bacalar y en los ríos de Campeche representa mucho más que una curiosidad ornitológica. Es una señal de que aún existen zonas donde la naturaleza sigue su curso, donde aves especializadas como esta pueden prosperar.
Sin embargo, manifestó que su futuro está estrechamente ligado al nuestro: “proteger al caracolero es también proteger el agua, la vida silvestre y la riqueza natural de la región. Escuchar su vuelo sobre un pantano es, sin duda, una invitación a conservar lo que aún tenemos”.
Como cada viernes, La Jornada Maya te invita a conocer la fauna endémica del sureste mexicano. Aquí te compartimos la colección que tenemos hasta el momento. ¡Disfrútala!
Edición: Ana Ordaz