Creador argentino remarca importancia de productores

Katia Rejón
Foto: Facebook Gustavo A. Sacchetti
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Martes 29 de mayo, 2018

“Los Beatles hubieran pasado desapercibidos de no haber sido por George Martin”, afirma el productor argentino Gustavo Sacchetti para remarcar la importancia de los productores en la creación de la música. El músico y productor perteneció al grupo de rock Vilma Palma e Vampiros, que se formó en Rosario, Argentina, en la década de los 90s, y lanzaron uno de los hits más recordados del rock argentino: [i]La Pachanga[/i].

Sacchetti vive en Cancún, Quintana Roo desde hace 18 años y un par de semanas atrás llegó a Mérida para impartir el [i]Taller de Producción[/i] en Pacífico Studios. Tras la clausura del encuentro ofreció una entrevista para hablar de sus inicios y el panorama actual de la producción musical.

Su historia inicia a los tres años cuando le dan una guitarra. A los 11 se gana una media beca para estudiar música en un instituto de su ciudad natal. “Caminaba 50 cuadras de mi casa a la escuela y me quedaba el resto del día ahí. Con el tiempo empecé a dar clases a los principiantes y al mismo tiempo seguía aprendiendo en la Universidad de Música de Rosario”, platica.

A los 18 años comenzó a producir con el grupo [i]Vilma Palma e Vampiros[/i]. Su primer álbum, titulado Vilma Palma e Vampiros (1992) superó el millón de copias vendidas y obtuvieron discos de oro, platino, doble platino, premios en Perú, México, Colombia y Argentina.

“En el 98 decidí bajarme del escenario porque decidí dedicarme a la producción. Me metí en el mundo de la música electrónica experimental y trabajé con compañías europeas. Me cansé de Argentina porque el ambiente estaba muy fuerte y decidí irme, camino a Europa pasé por Cancún, me gustó y mejor me quedé”, cuenta.

El productor ha trabajado con Alejandro Sanz, Thalía y Paco de Lucía. Sin embargo, dice que prefiere trabajar con artistas emergentes. “El artista consolidado tiene un estilo y hay pocas posibilidades de experimentar, en cambio, con el emergente hay muchas más libertad para la composición”, afirma.

Destaca la importancia de que los jóvenes interesados en la industria musical sepan cómo funciona este negocio. “En las conferencias siempre es lo mismo. Los conferencistas hablan de sus grandezas pero eso no resuelve. Lo que resuelve es explicarle a los chicos sobre la industria. Los temas que se tocaron en el taller fueron sobre eso, cómo empezar desde cero a presupuestar y acompañar al artista”, comenta.

El trabajo del productor es saber cómo materializar la idea del artista y guiarlo. “Lo que hago primero es una maqueta, programo los instrumentos y se la muestro al músico para que sea más fácil la interpretación”, explica.

Sobre la producción musical en la península, opina que en Quintana Roo, donde reside actualmente, hace falta mucho porque los músicos se meten a trabajar a hoteles por la necesidad de supervivencia y entran a un círculo de comodidad y frustración.

“Hay bandas que la están armando pero vivimos en una época de [i]todólogos[/i]. El amigo que se compra una computadora y es ingeniero, mezcla, masteriza, luego suben las canciones a plataformas y son terribles, no suenan bien. Es un desmerecimiento a su propio proyecto”, aclara. Como ejemplo da a Colombia, un país donde la cultura es apoyada por el gobierno y vive un momento de florecimiento en sus producciones.