Paul Antoine Matos
Foto: Especial
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 16 de marzo, 2018

Daniel Gutiérrez Colina, joven yucateco de 21 años, nacido en Mérida, interpuso ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán (Codhey) y el Ministerio Público una denuncia por una detención arbitraria de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Fue llevado a los separos, incomunicado sin poder realizar su llamada y no recibió el motivo del traslado a las celdas.

La denuncia ante el Ministerio Público es la UNATD35-GC/000633/2018 y ante la Codhey es la queja 190, a su nombre. Los hechos ocurrieron la madrugada del jueves ocho de marzo, en la avenida José Vasconcelos, a 20 metros de la plaza comercial UpTown Mérida.

Daniel Gutiérrez paseaba a su perro en la madrugada, como acostumbra a hacer debido a que la mascota es nerviosa. En el cruce de la calle nueve con la 11 de la avenida José Vasconcelos observó a una patrulla detener a un joven, Mario, en su vehículo. La razón de la detención era por no tener las luces encendidas, señaló Gutiérrez Colina.

Observó que el policía revisaba la cartera de Mario, pero se la devolvió y éste la tiró a través de la ventana abierta al asiento del copiloto. Luego, el elemento de seguridad preguntó “¿Qué estás escondiendo? Y quiso revisar el automóvil. En ese momento Daniel Gutiérrez se acercó, con el artículo 16 constitucional en su celular para indicar que no se puede molestar a una persona en su propiedad privada.

Un segundo policía se acercó y pidió refuerzos, por lo que dos patrullas más se pusieron. El nombre de uno de los oficiales es Alfredo Cahuich, el número de dos de las tres patrullas es 6001 y 5959, según observó Gutiérrez Colina.

“Me dijeron que no era mi problema”, expresó en entrevista. Mario fue arrestado mientras él llamaba por teléfono a su madre, pero no contestó. Era la 1:56 de la mañana del jueves ocho de marzo. Al notarlo, los policías intentaron arrestarlo.

“Entré en pánico, llamé al 911 y la operadora me dijo que preguntara el motivo de mi arresto, no me dijeron nada. Le di mi ubicación a la operadora y en ese momento se abalanzaron sobre mí. Grité, pero me dijeron que me callara; me acerqué a una casa mientras me perseguían, golpeé la puerta y se abrió, intenté entrar. Los policías me dijeron que no podía hacerlo”.

Daniel fue agarrado del cuello, recibió golpes en esa parte del cuerpo, un muslo y un hombro. Su perro escapó, tras intentar morder a los oficiales. Al ser metido a la patrulla, junto a Mario, los oficiales recuperaron sus cosas, excepto unos audífonos, y el perro fue subido al vehículo.

Cuando llegaron a la Secretaría de Seguridad Pública, Mario preguntó por qué no los liberaban. La respuesta fue que “si los dejamos ir, tendríamos mala fama los policías. Además, una cámara graba en la patrulla”.

Relató que los policías bromeaban con soltar al perro en el monte, pero lo dejaron amarrado en un árbol todo el día, desde las dos de la mañana hasta las 21 horas, sin agua ni comida y bajo el sol, en las instalaciones de la SSP.

Indicó que le realizaron el antidoping y el alcoholímetro, pero resultó negativo. Cuando lo presentaron no le dieron el motivo de la detención. Para ingresar fue obligado a firmar una declaración en la que señala que fue tratado “conforme a la ley”, así como una de salida, pero sin recibir un expediente ni razón.

Fue trasladado a la celda cinco, pero pasó a la seis y siete. El lugar apestaba a orines, no se distinguía el día y la noche porque no entraba luz externa. Había varias personas, entre ellos uno que aparentaba tener esquizofrenia.

Pidió al “comandante” una llamada, no le fue concedida porque “ahí no se hacen”, le dijo un policía.

Entre las personas que conoció dentro se encuentra uno que le dicen “el talachero”, que ha estado tantas veces en los separos que los policías ya confían en él para llevar agua y comida a otros detenidos.

Platicó con uno que fue detenido, supuestamente de forma arbitraria igual, en Progreso; un adulto mayor que fue asaltado y golpeado, pero al denunciar fue llevado a los separos; otro más que golpeó a policías, pero no fue puesto a disposición del MP porque se abriría una investigación del caso; también dentro había gente que dormía en la calle e iglesias, con cartones, escondidos de la policía por temor a ser detenido.

Al acudir a la Codhey, la persona que le atendió dijo que la SSP tenía una cuota de detener a 50 personas por día, lo que significa un bono para los policías. “Eso no hace a un lugar más seguro”, considera Daniel.

Fue víctima de xenofobia. “Regrésate a chilangolandia”, le dijeron, a pesar de ser yucateco.

En el transcurso del día, su madre lo reportó como desaparecido al 911. Al llegar la patrulla a su casa, el oficial le dijo que su hijo fue detenido y que tendría que ir a los separos. A ella sí le dieron razón de la detención: “obstrucción de la justicia”. No tienen documentos que lo comprueben.

Piensa que si no se hubiese acercado a defender a Mario todo habría concluido con una mordida. Denunció porque piensa que le puede pasar a otras personas.


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