Graciela H. Ortiz
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 30 de octubre, 2019

“Considero que el documental de manera orgánica va a recorrer los caminos, no solamente de las comunidades, sino también de los tomadores de decisiones, porque ahí es donde tenemos acopiada la información, las pruebas palpables de las aplicaciones que está teniendo el modelo de agricultura industrial en la región”, señala Robin Canul, uno de los directores del largometraje documental [i]¿Qué le pasó a las abejas?[/i]”, que narra la lucha de los apicultores de Hopelchén, Campeche, contra la deforestación y fumigaciones que se realizan para la siembra de la soya transgénica.

Afirma que es un choque entre modelos de producción, donde el 40 por ciento de la miel que se produce en todo el país proviene de las comunidades de la península de Yucatán, “o sea que hay una afectación directa al ecosistema y también a la economía del país”.

No es sólo el modelo de agricultura industrial, sino cualquier megaproyecto que apliquen sin el convenio 169, a lo que está obligado el país, “que antes de la aplicación de cualquier proyecto que pueda afectar las formas de vida, de desarrollo, primero deben consultar a las comunidades y lograr acuerdos, decirles en qué las va a afectar y en qué las puede beneficiar”, agrega.

El cineasta sostiene que lo mismo que pasa con la soya transgénica, pasa con el Tren Maya, con las granjas porcícolas, “entonces no es tan difícil de entender, también es una cuestión de geopolítica, ¿quién está demandando la soya transgénica, para qué país se va, quiénes consumen?, todas son cosas que tenemos que preguntarnos”.

[b]Acerca de la soya transgénica[/b]

La producción de monocultivos como la soya ha incrementado la demanda del servicio de fumigación aérea bajo el argumento de reducir costos y posibilitar el trabajo en extensiones cada vez mayores (de 500 hectáreas o más). En los periodos de control de plagas (como el ataque de la plaga de gusanos en soya en el 2017 y durante septiembre y octubre de 2019) se han observado fumigaciones cada tres o cuatro días en el mismo lugar, durante varias semanas seguidas, conforme a un estudio de campo llevado a cabo por el Colegio de la Frontera Sur y el Colectivo de Comunidades Mayas de los Chenes.

Los plaguicidas que se utilizan en las fumigaciones aéreas son diversos y es muy común que se apliquen mezclados, lo cual aumenta su peligrosidad. Entre otros productos, se están aplicando plaguicidas altamente peligrosos como: Malatión (probablemente cancerígeno y muy tóxico para abejas); Cipermetrina (muy tóxico para abejas); Imidacloprid + Lambda-cyalotrina (el primero es muy tóxico para abejas, y la segunda puede causar la muerte si es inhalado, además de ser perturbador endocrino y muy tóxico para abejas); Metamidofos (puede causar la muerte si es inhalado y es muy tóxico para abejas); Clorantraniliprol (muy tóxico en organismos acuáticos y muy persistente en agua y suelo); Glifosato (probablemente cancerígeno) y Paraquat (puede causar la muerte si es inhalado).

[b]Afectaciones[/b]

Entre las afectaciones reportadas por pobladores, apicultores y agricultores de estas comunidades, están la muerte de colmenas en apiarios cercanos a las áreas de fumigación, la afectación de cultivos (principalmente calabaza y maíz) por la fumigación aérea con herbicidas, la muerte de animales silvestres (pavos, venados, conejos, aves) y de ganado menor (becerros, borregos), así como la contaminación de cuerpos de agua como aguadas y lagunas. Además del grave riesgo para la salud que esta práctica implica para los pobladores de las comunidades cercanas.

Es notoria la cercanía de las aplicaciones a las comunidades de Ich-Ek, San Francisco Suc-Tuc, Huechil y Hopelchén. En esa última comunidad, a finales de 2017, se detectó la presencia de una avioneta que comenzaba a descender en preparación para comenzar la aplicación de plaguicidas cuando pasaba sobre una escuela de educación media superior (la parcela en la que se hicieron las aplicaciones está sólo a 500 metros de esta escuela). En septiembre y octubre del 2019 se reportaron fumigaciones en áreas colindantes al Instituto Tecnológico, que provocaron síntomas de intoxicación entre algunos estudiantes y maestros.

Estas aplicaciones ponen en riesgo la salud y la vida de la población chenera, los ecosistemas y las actividades económicas que sustentan a miles de familias (apicultura y agricultura campesina), y todo esto sucede sin control ni supervisión por parte de las autoridades gubernamentales.

Por las grandes afectaciones que estas fumigaciones están provocando en la apicultura (actividad económica principal de más de 2 mil familias campesinas mayas en el municipio), además del alto riesgo para la salud de la población y del ecosistema, las fumigaciones aéreas deben ser prohibidas.


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